Fuente
amedrenta el desperdicio voraz y la generosidad se niega.
Alimentos marchitos en la basura amontonados,
mientras el hambre clama y susurra en los costados.
Consumismo ciego y vorágine voraz,
que engulle sin piedad, sin pausa ni compás,
en la cúspide del lujo se pierden los sentidos,
mientras los estómagos vacíos quedan abatidos.
En la despensa del mundo un banquete se desangra,
mientras la indiferencia con su manto se enmarca.
Frutas y panes descartados sin miramiento,
cuando otros anhelan un bocado ya casi sin aliento.
Levanta tu voz de protesta ante tal desigualdad y locura,
el despilfarro es un grito que clama censura.
A la opulencia ciega y la insensatez creciente,
desarmémoslas juntos por un mundo más consciente.
Que en cada migaja de pan y fruto maduro,
sintamos la urgencia y el llamado más puro,
a reducir el desperdicio y a cambiar el rumbo,
con el cultivar la empatía y así vencer desigualdades del mundo.
En las vías de la consciencia y reflexión,
volveremos al camino apenas hagamos una verdadera elección:
la de respetar la comida, el esfuerzo y de la gente buena el don,
no besando los pies del derroche que también busca su unión.
Que el hambre no sea más la sombra de tu cuadro,
Si puedes donar entiende que se trata del lazo acordado.
Se parte de la solución y no el problema siendo más justo y consciente,
para que el despilfarro sea historia y no un crudo presente.
No, amigos que me leen, no es una receta de comida, que tampoco está mal publicarla en una red social. Puse esa fotografía porque concuerda perfectamente con lo que escribí en el poema en mi tiempo libre dentro de la oficina: el DESPERDICIO, el tirar los alimentos cuando tal vez alguien más a tu lado los necesita, pero no puede acceder a ellos por un simple capricho del consumista y acaparador que todo quiere para él, así termine en el tacho de la basura... como decía el sacerdote en la misa: "es un pecado delante del cielo hacer que en la basura aparezca incluso una verdura".
Estoy de acuerdo con la teoría del ANTI-DESPERDICIO, y mucho más ahora cuando palpo la realidad en mi país, más cuando acá en Colombia se vivió el drama, como en todo el mundo, de la pandemia y mucha gente no podía acceder ni a una porción de arroz que en otros lugares tiraban sin piedad. Cuando acá en Colombia se vive el drama de los desplazados, del dueño de una parcela que ahora es olvidado, oprimido, estafado en los productos que sacan de sus tierras las grandes cadenas de supermercados porque les pagan por varios quintales de alimento ni medio peso (como decimos acá).
Estoy de acuerdo con la teoría del ANTI-DESPERDICIO, y mucho más cuando palpo a la realidad de hermanos míos, campesinos que hoy en día son víctimas del feudalismo del siglo que se sube a dar basura demagógica que el pueblo común y corriente como yo, ya estamos cansados de escuchar, gente que se viste de corbata y traje de diseñador, que no defiende a quien juró defender, siendo que hasta Hitler se vestía bien y Coco Chanel: la reconocida señora de perfumes exitosos a nivel mundial, andaba de espía de los nazis durante la ocupación francesa.
Estoy de acuerdo con la teoría del ANTI-DESPERDICIO, y mucho más cuando palpo a mi gente atropellada por ese infecto de lo que se conoce como guerrilla y tirar la comida en vez de darla para subsistencia del desposeído es un pecado, mortal, no un simple defecto que hay que corregir, pero que nadie quiere reconocer que está mal para no permitirlo en su entorno.
Fui a almorzar y ¿qué ocurrió?: que pedí mi menú de costumbre y al terminar (todo porque me cuesta dinero que no me cae del cielo sino que lo trabajo duro hasta con turnos de velada), me fijé que algunas personas dejaban varios alimentos sin siquiera tocarlos, frutas, arroz, pan, etc... ¡es que hasta vi un plato de sopa completo tirado en una mesa!, y la comida es muy buena, fresca, tiene el restaurante muy buena reputación, pero...
Cuando llamé a la mesera del lugar para que me pasara la cuenta total, se me ocurrió preguntar: "oiga, linda, ¿qué hacen con las cosas que las personas dejan tiradas?", y lo que me dijo, aunque ya lo sabía porque es costumbre, me entristeció mucho: "Hilary, aquí tiran incluso lo que no se sirve en el día". Vaya confesión de la muchacha con la que me llevo bastante bien, no porque le dejo su propinita extra para ella y sus hijos pequeños, sino que es una amor de persona ella.
Le pregunté también si no les daban mejor (esas cosas que estaban en la cocina y no habían vendido) a los empleados para que se lleven a sus casas y puedan compartir con los suyos, y me dio más dolor de corazón el escuchar que no, que la normativa es tirar las cosas, el apio, las zanahoras, las patatas, el arroz, las manzanas, las bananas, el pan, el arroz, patilla, jugos, los huevos cocidos, porciones de pastel, la leche, quesillo, bocadillos, arepas, muslos de pollo, filetes de carne, o sea, todo lo que no se vendió en el día porque su lema también es que tienen que servir las cosas frescas, bueno, en eso no se equivocan, pero están tropezando mucho en el asunto de los alimentos desperdiciados cuando pueden compartirlos, y más si afuera en la calle hay gente que te pide una moneda cuando sales del local.
Qué tristeza, qué agonía... Me puse a escuchar la canción de Juan Luis Guerra, una que me encanta porque es un poema, un clamor, una petición, un deseo que entiendo en algo paleará el hambre y la necesidad.
Sé que se ha hablado tanto del tema y que tampoco nada se saca, pero el desahogo me sirve para entender cada día que si algo hay de más en casa prefiero compartirlo en vez de abrir el tacho de basura y tirarlo sin piedad porque creo que piedad no recibiré yo tampoco en algún momento de necesidad, tal cual como cuando era niña y me lo enseñó mi papá al decirme que comparta las frutas que tenía en el cesto con dos niños que pedían, no dinero, sino algo para llenar los estómagos.
¿Y si es cosumbre ya de esas personas?, como muchos catalogan, pues muy simple, no sigas a los demás, tú que me lees, y yo mismo que me leo, no endurezcamos el corazón, no escupamos veneno al cielo porque es más que seguro, por el efecto de gravedad, que nos bañará de la cabeza a los pies.
Una cálida tarde, amigos, amigas que me leen. Que no les falte nunca la bendición de alimentarse las tres veces al día requeridas, por lo menos, y si sobreabunda en su mesa, su corazón se abra para compartir y mostrar así una pizca de generosidad.
Saludines.
Mi querida Hilary, me sacaste hasta lágrimas porque mientras leía tu publicación escuchaba la melodía y recordaba muchas cosas que quebrantan el espíritu al ver la necesidad, así como también sentirla en el alma y muchas veces no poder hacer nada.
Es habitual que las sobras en los restaurantes no se manejen de manera correcta, duele, pero es la realidad, pues no hay políticas en muchos establecimientos que frenen esta tendencia a desperdiciar, a tirar lo que consideran que no les sirve, pero que para otros es un diamante; ya solo queda de manera personal mantenernos alertas, encender la linterna del interior para saber administrar los recursos que llegan a nuestras manos.
Gran recomendación, muy sabia, sin duda, es un acto de bondad que te hace crecer de manera integral.
Gracias por la publicación, mi preciosa.
Un abrazote.
Bendiciones miles.
Cuántas verdades has dicho en pocas letras, Hilary, hasta con el poema y la canción has acertado en tu experiencia luego de comer tu almuerzo. La publicación es un reclamo, un clamor que envuelve chozas y mansiones, entre los que tienen y los que no, entre creyentes en una fe y los que se adoran a sí mismos, se repite, y dependerá solo de cada uno de nosotros pertenecer a ese grupo que promueve el ANTI-DESPERDICIO.
Todo esto se da por falta de consciencia, por mala distribución de los recursos y también por una extendida normalización y quebrantar a las leyes ético/morales... el lema actual: "Si no quieres, no (veas, comas, hables, opines, etc.). No importa si me sobra y lo tiro, a la final, la necesidad del otro no es problema mío"
Gracias por tu publicación, señorita enfermera, grandes lecciones dejas plasmadas.
Que tengas un día relax.
Saludos a tus padres también.
Bendiciones.
Una publicación muy interesante para abordar un tema que parece no fuera común, pero cada vez se hace más presente. Recuerdo que una vez una amiga tuvo la oportunidad de trabajar de cocinera y me dijo que lo que más lamentaba era todo lo que se tenía que desperdiciar, ya que, ningún trabajador podía llevarse nada, también hice la pregunta ¿Por qué no la regalan? y me dijo que no se podía hacer eso, porque no eran las normas del lugar. Entonces, me pregunto, ¿Por cuál norma se rige, la humanidad? ¿Cómo podemos hacer cambiar a los dueños de restaurantes?
Finalmente, esas respuestas la encontramos en nosotros también, cuando comencemos a ser más prudente con la cantidad de comida que pedimos y con los alimentos que debemos cuidar.
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Angelica7
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