Antítesis

Placentero y provechoso: son algunas de las sensaciones que aparecen en mi ser durante la festividad de Sucot, han sido días cargaditos, hasta embolismales, y más cuando eres el anfitrión de lo que tú mismo organizas a volver a saborear, como en el pasado, la dosis de unidad familiar que tanto ansiaba mientras estuve encerrado entre cuatro paredes blancas y sometido a ruidos estresantes.

Tener en los brazos a mis hijos para rezar con ellos, besar a Konstanze y poner en su ceja uno de los tantos significados que tiene su presencia en mi vida, el abrazar a mis padres, a mis hermanos, cuñados y demás familiares no ha tenido igual.

Obviamente, ya la festividad está por terminarse, entonces, me pone a pensar desde ya en la siguiente experiencia dentro de nuestra vivienda transitoria; también en que se despiden espléndidos momentos de regocijo hasta el año que viene.

Tendré que esperar un año más los días con sabor a yabshe, kreplaj, fluden, tzimes, filetes de pescado y ensalada con mucho cuscús; días en donde miro a mi mamá con un delantal que tiene impregnado el olor cítrico por los pomelos verdes que siempre cuelga en guirnaldas hechas con hojas de mandarina porque así embellecemos el zaguán de nuestra vivienda transitoria.

Tendré que esperar esa llegada de las mariposas que traen preguntas capciosas de mi hijo Shuli cuando me quita un libro de las manos porque quiere platicar, pero yo las hago de más listo para librarme de contestar, ya que para mantener sus manos ocupadas le ofrezco como tentempié una fuente con gajos de naranjas sin semilla y cubos de piña azucarados: sus frutas favoritas, entonces así puedo terminar de disfrutar de mi entretenida lectura.

Placentero y provechoso ha sido este tiempo de compartir familiar en la festividad de Sucot, y es que uno se pierde en la esfera de la espiritualidad, pero como todo, debe terminar y volvemos a lo cotidiano, a nuestras responsabilidades, derechos y deberes humanos, no pude continuar disfrutando de todos desde que prácticamente inició el día, ya que tuve una emergencia que atender.

Como ya me desocupé, antes de salir para la casa porque mi hermano vendrá por mí en un rato más, mejor me puse a leer, a escribir por una razón triple: aparte de complacer a mi hijo, de sentir que necesito descargarme un poco —entiéndase bien que no se trata de un desquite con nadie—, solo quiero plasmar un abecedario para sentirme más relajado porque me urge pensar en qué sigue, aunque ya sepa la respuesta de antemano.

Ginecología: me ha traído tantas experiencias que no podría contarlas todas, es que así como las sensaciones y adjetivos: placentero y provechoso son similares; la natalidad y la mortalidad son un juego antitético que no se separa jamás.

Cuando le conté a mi mamá que me decidí por esta especialidad ella solo dijo después de poner en la mesa uno de mis postres favoritos, el burma:

¿Por qué quieres canas en el cabello como las heredadas que tiene tu hermano? Píntalas y te libras de siglos en un día tratando de conocer a una mujer, mejor pídeme que llame a la casamentera para que firmes un contrato matrimonial, convive con tu esposa a través de lo cotidiano, de la intimidad, de las palabras y hasta de los ardientes celos que se generarán entre los dos porque fuertes también son las llamaradas de la pertenencia bidireccional'.

Típica respuesta de una idishe mame. Mi querido gemelo y hermano menor también la escuchó cuando le comentó que se decidió por el postgrado de Psiquiatría, lo que pasa es que mi querida madre, desde que consideró que estábamos en una edad apropiada, involucró la vida matrimonial en cada plática con sus niños grandes, ya que no quería vernos asidos a sus vestidos, sino a las lencerías de alguien más XD

Le agradezco por esa manera de expresarse, de rezar día, tarde y noche para que nosotros seamos —aunque con miles de errores que enmendar en lo cotidiano hasta el día de cerrar los ojos para siempre—, esposos por lo menos un poco humanos y no bots.

Al oír la palabra 'casamentera' se me heló la sangre y mi piel mudó de color, palidecí porque no tenía valor para decirle que me había casado hace rato y podría convertirla en abuela de un momento a otro.

Después de años de ser enfermera obstétrica sabía en qué terreno pisó toda su vida laboral y de servicio en la comunidad hasta que se jubiló para atender a mi papá y a mi hermana en aquel proceso de pre y post trasplante por el que muchas veces mi hermano y yo nos quebrantamos al no tener una óptima histocompatibilidad para darle a Lilien el riñón que necesitaba con urgencia. Igual, así se presentaron las cosas, así son por alguna razón que desconocemos... ellos tampoco podían darme sus pulmones a mí.

Este día fue placentero y provechoso porque atendí un parto en la casa de mi paciente, esos mellizos se adelantaron un poquito, pero no fue necesario trasladar ni a la mamá ni a sus bebés al hospital, todo quedó en orden, igual, le dije al esposo que si se presentaba cualquier novedad me avisara al celular, hasta ahora, va bien.

Fue placentero y provechoso porque como cascada debido a la emergencia domiciliaria, aparecieron dos partos más, pero en el hospital, el uno fue en el agua porque la mamá lo solicitó, y en el otro sí tuve que utilizar uno que otro fármaco adicional, aparte del bisturí, porque fue a través de cesárea (no me gustan mucho, pero cuando toca, toca).

También tuve que dar la noticia de un fallecimiento, por ende, empiezan las emociones antitéticas en mi ser.

Se presentó un caso que no pudo ser estabilizado, un caso en el que a la pareja les di una interconsulta con psiquiatría, sin duda alguna, lo necesitan, les hará bien cada vez que intenten digerir el ajenjo de la situación obstétrica por la que atravesaron. El embarazo es una etapa muy hermosa, pero no me cansaré de decirlo ni de escribirlo: no está libre de riesgos tanto para el feto como para la madre.

Esta paciente nunca se hizo un control, supo del embarazo por una prueba de farmacia y nada más. Pasaron las semanas, pasaron los meses, los días, ese vientre creció acompañado falta de aire, hinchazón vulvar y de miembros inferiores, de cefaleas cada vez más intensas que hasta hacían que a ella le sangrara la nariz con frecuencia.

Ese vientre creció demasiado, no era normal, y no precisamente porque fuera un embarazo múltiple, sino por un problema que se detecta con una simple ecografía: el polihidramnios o acumulación de líquido amniótico: he atendido varios casos con esta patología, pero han sido a tiempo, se pudieron arreglar, sin embargo en este, nada se pudo hacer... es el segundo de toda mi carrera en el que hay una tragedia detrás con este traspiés.

Llegó al hospital demasiado tarde, y eso, porque se desmayó en la casa. El residente que la recibió solo con medir el vientre apoyado en la cinta obstétrica supo que algo no estaba bien, y peor cuando al realizar la ecografía de emergencia detectó nula actividad fetal; sí, el bebé falleció.

¿Cómo decirles a esos padres esperanzados en su descendencia que dentro de un tiempo lo podrán volver a intentar? No se me venía nada a la cabeza, antes de entrar a la pieza para darles la noticia y lo que sigue en sus vidas en cuanto a la salud, de pronto, vino a mi mente una palabra: DAR.

El dar es una puerta que nos abre fronteras, horizontes insospechados; si nos centráramos solo en la queja, todo en la mente se nubla debido al negativismo y por supuesto, esto no nos deja ver y disfrutar de los beneficios que la vida nos presenta día a día.

Más que ser una obligación es una disciplina que moldea; cuando damos, alcanzamos un nivel elevado de comprensión en cuanto a las necesidades del que está cerca de nosotros.

Hay muchas formas de expresar esta característica, pero mencionaré por lo menos las 5 básicas que me enseñó mi papá cuando iba a cumplir trece años, poco antes de mi ceremonia de bar mitzvá:

I) Dinero: Con una buena administración de los fondos que llegan a nuestras manos, podemos destinar una parte para repartirlo entre los demás. Es un principio básico: si se recibe, se devuelve un porcentaje para que exista el equilibrio anhelado en la sociedad y no la desigualdad que miramos a diario. Cuando pensamos solo en las necesidades propias que tenemos se nubla el pensamiento y no nos deja ver que existen en el mundo personas que pasan peores situaciones que las nuestras.

II) Gratitud: Dicen por ahí que tal vez la gratitud no sea la virtud más importante para muchos, pero sí es la madre de todas las demás. El ser agradecido nos hace trascender; es una condición del corazón, por eso, un ser humano prudente, no se aflige por lo que no tiene, sino que se goza y vive por lo que en sus manos posee para darle a su propia vida y también a los demás.

III) Sabiduría: A través de un consejo, la enseñanza, el compartir con los demás acerca de un conocimiento adquirido que es hasta de interés social o público.

IV) Pensamientos proyectados: Aquellos buenos deseos que se abraza en el corazón hacia el resto de personas; llega un momento en la vida que se los pone en práctica.

V) Cuerpo: Es decir, damos, ofrecemos lo que tenemos a través de manifestaciones físicas hacia quienes lo necesitan, incluso hacia nosotros mismos, por ejemplo: el consuelo, la visitación, amistad, escuchar, alegrar a los novios en una boda, enterrar a los muertos (seres humanos, animales), ayudar en una mudanza, la corrección, servir la comida, incluso una sonrisa también es una forma de dar.

En mi caso, la palabra DAR llegó a mis neuronas en el momento preciso, conciso porque pude darle a esta pareja sumida en las preguntas y el quebranto por la pérdida de su hijo, una dosis de consuelo que en realidad era lo que necesitaban, no solo palabras con significados médicos, recetas, indicaciones y demás, sino palabras acertadas que aligeraran un poco su pesar. Sé, yo sé lo que se siente perder, sentirte muerto estando vivo.

El consuelo hacia los demás es un acto profundamente humano que tiene un poder transformador tanto en aquel que lo recibe como en quien lo da u otorga. No es una manifestación de pena o lástima, sino de empatía, compasión y solidaridad hacia aquellos que están pasando por momentos difíciles, ya sea debido a la pérdida de un ser querido, una enfermedad, una crisis emocional o cualquier otro desafío que la vida les haya presentado.

Consolar no es fácil, no son un juego de palabras y un abrazo para que la persona se descargue, va mucho más allá, pues se trata de un gesto de cariño, amor, amistad (o como quieran llamarlo), implica el apoyo emocional, la compresión ante actos o sucesos a veces incomprensibles, así como de poseer un oído fino para generar un escuchar activo.

Mi abuelo siempre me dijo que cuando consolamos a las personas estamos recordándoles que sus sentimientos, que su crisis, que su problema importa para nosotros, que son posturas válidas para el momento que atraviesan, entonces, como médicos, no solo estamos llamados a solucionar un problema de salud por el que estudiamos años, sino a ser un aliciente cuando nuestros pacientes reciben malas noticias, esto, no rompe la línea de la ética con la que también nos forman en las universidades, sean estas públicas o privadas.

El consolar no son palabras simplemente que suenen a reconfortantes o a motivacionales, a veces se torna un acto privado, secreto, sin posturas prefabricadas; no se trata de un acto unidireccional, sino múltiple, esto fortalece los lazos interpersonales y nos conecta más profundamente hasta con nuestra propia humanidad.

Tiempo de llorar, tiempo de reír...

Lo afirmó uno de los grandes maestros de la literatura sapiencial en su escrito llamado Koheleth: Shlomo HaMelej. Y es que este día para mí ha sido así: un tiempo de reír cuando recibí a los bebés vivos en mis manos, pero también un tiempo de un corazón que lloró al ver a mi paciente y su pareja sumidos en el ciclo sin final de los '¿por qué a nosotros?'

Tal como la imagen que escogí para esta ocasión, hoy he vivido situaciones contrapuestas, lo que leyeron son mis antítesis del día.

A los que leyeron y a quienes no también, tengan una excelente antesala al fin de semana.

Un abrazo virtual.

—Ezequiel.
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