Anyone who reads FC United at first glance, by a transposition of words, immediately thinks of Manchester United. And this is not an anecdotal fact.
In 2005, the American businessman Malcolm Irving Glazer decided to buy Manchester United and a group of Red Devils fans, dissatisfied with this move, decided to withdraw as members and found their own club.
Since the beginning of the new millennium, English clubs began to change ownership based on a mountain of dollars, euros or pounds that began to put businessmen of different nationalities: Arab sheiks with the power of petrodollars, Asian entrepreneurs not only Chinese, American, etc..
And this is not always seen with good eyes by the supporters. As in the case of Manchester United.
More than 4,000 supporters pledged financial support for the launch of the new club when they gathered at the Manchester Methodist Hall and Apollo Theatre.
Karl Marginson was appointed as coach and FC United opened the doors to all those footballers and enthusiasts who wanted to try out for FC United. Even if they came from other clubs. The important thing was that they would share his playing philosophy.
Nine hundred players applied (in the form of a resume), an unprecedented record in English soccer.
Two hundred were initially admitted and began training, of whom 17 were selected to start representing the institution. At the same time, an official start date of July 14 was set.
The Red Debels, in ironic contrast to the Red Devils, were relegated to the lowest categories after the split. And start to move up year after year.
From that moment on, FC United has not stopped growing (getting three promotions in three years, going from the tenth level -initial- or category to the seventh level of English soccer).
It is the utopian idea of a club that is not interested in money but in the sport itself.
And it is gaining support even from other distant geographies.
Malcolm Glazer never understood this attitude of some of the supporters. He was a businessman who had never been particularly sympathetic to European and especially English soccer. He had never played soccer, never taken a dribble, a cross, a goal.
Buying Manchester United, symbol of the deepest English soccer pedigree, had been just a business. And I considered it as such from every point of view.
From then on, FC United stabilized and continued to play for the love of soccer. It remains comfortably in its seventh tier, owned by the same supporters who founded it. There are no investors or millionaire owners of the club.
The curious thing is that this son of Lithuanian immigrants, owner of First Allied Corporation, a holding company that allows him to control all his investments (real estate, in energy companies, food, natural gas and oil, health and media) to get to own Manchester United, one of the three richest clubs in the world, 810 million pounds, which in reality was not liquid money from his pocket but was financed thanks to bank loans, with club assets mortgaged as collateral.
This is what led to the anger of the supporters who decided to break their partnership ties with the Red Devils to form the Red Rebelds.
A play on words? No, a question of moral and sporting principles.
Cualquiera que lea FC United a primera vista, por una transposición de palabras, piensa inmediatamente en el Manchester United. Y esto no es un hecho anecdótico.
En 2005, el empresario estadounidense Malcolm Irving Glazer decidió comprar el Manchester United y un grupo de aficionados de los Diablos Rojos, descontentos con este movimiento, decidieron retirarse como socios y fundar su propio club.
Desde principios del nuevo milenio, los clubes ingleses empezaron a cambiar de propietario a base de una montaña de dólares, euros o libras que empezaron a poner empresarios de distintas nacionalidades: Jeques árabes con el poder de los petrodólares, empresarios asiáticos no sólo chinos, estadounidenses, etc.
Y esto no siempre es visto con buenos ojos por los aficionados. Como en el caso del Manchester United.
Más de 4.000 seguidores se comprometieron a apoyar económicamente la puesta en marcha del nuevo club cuando se reunieron en el Manchester Methodist Hall y el Apollo Theatre.
Karl Marginson fue nombrado entrenador y el FC United abrió las puertas a todos aquellos futbolistas y aficionados que quisieran probar suerte en el FC United. Aunque procedieran de otros clubes. Lo importante era que compartieran su filosofía de juego.
Novecientos jugadores presentaron su solicitud (en forma de currículum), un récord sin precedentes en el fútbol inglés.
Doscientos fueron admitidos inicialmente y empezaron a entrenar, de los cuales 17 fueron seleccionados para empezar a representar a la institución. Al mismo tiempo, se fijó como fecha oficial de inicio el 14 de julio.
Los Red Debels, en irónico contraste con los Red Devils, fueron relegados a las categorías inferiores tras la escisión. Y empezaron a ascender año tras año.
A partir de ese momento, el FC United no ha dejado de crecer (consiguiendo tres ascensos en tres años, pasando del décimo nivel -inicial- o categoría al séptimo nivel del fútbol inglés).
Es la utopía de un club al que no le interesa el dinero, sino el deporte en sí.
Y está ganando apoyos incluso desde otras geografías lejanas.
Malcolm Glazer nunca entendió esta actitud de algunos aficionados. Era un hombre de negocios que nunca había simpatizado especialmente con el fútbol europeo y, sobre todo, con el inglés. Nunca había jugado al fútbol, nunca había hecho un regate, un centro, un gol.
La compra del Manchester United, símbolo del más profundo pedigrí futbolístico inglés, había sido sólo un negocio. Y lo consideraba como tal desde todos los puntos de vista.
A partir de entonces, el FC United se estabilizó y siguió jugando por amor al fútbol. Permanece cómodamente en su séptima división, propiedad de los mismos aficionados que lo fundaron. No hay inversores ni propietarios millonarios del club.
Lo curioso es que este hijo de inmigrantes lituanos, propietario de First Allied Corporation, un holding que le permite controlar todas sus inversiones (inmobiliarias, en empresas de energía, alimentación, gas natural y petróleo, sanidad y medios de comunicación) para llegar a poseer el Manchester United, uno de los tres clubes más ricos del mundo, 810 millones de libras, que en realidad no era dinero líquido de su bolsillo sino que se financió gracias a préstamos bancarios, con activos del club hipotecados como garantía.
Esto fue lo que provocó el enfado de los aficionados, que decidieron romper sus lazos de asociación con los Red Devils para formar los Red Rebelds.
¿Un juego de palabras? No, una cuestión de principios morales y deportivos.
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