El amanecer de las almas.

Mary no tendría tiempo de reaccionar ante esa sorpresiva muerte, dejando ver unas gigantes alas de apariencia cristalina, escaparía con una potente velocidad en varios aleteos.

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Flechas le intenta atinar pero esta las esquiva en zigzag, tomando una cadena que tiene en su cuello, la cual es un collar con la forma de una ala de mariposa, se transforma en una hermosa daga hecha de oro puro.

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Con la cual crea un portal hacía varias ciudades de distancia, uno de los caballeros pudo acercarse lo suficiente como para sujetar el brazo de la chica, pero la mano del contrario termina siendo cercenada por el portal al cerrarse.

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Una pálida figura se formaba en medio de un enorme abismo en el cual miraba una dama en lo más alto, esa criatura en el fondo no dejaba de observar a esa mujer, esos ojos rojizos están volviendo loca a la chica que solo deseaba dejar de fijar su vista en eso que no entendía que era con exactitud.

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Quería alejarse pero no podía, intentaba marcharse pero algo le tenía enterrado sus pies en el suelo de ese acantilado, quería liberarse de esa presión que cada vez se hacía más y más grande, en su pecho se formaba una horrible angustia, sabía que iba a ser perseguida, que esa criatura se acercaba cada vez más a ella, tenía miedo, tanto que se sacudía frenética para escapar, el plumaje blanquecino de sus alas empezó a revolverse por el creciente temor que se estaba formando dentro de su ser. — ¡Hija despierta! ¡Hoy es el gran día! — Expone una hermosa arcángel vestida en ropa de encaje blanco y preciosas joyas a su alrededor, entro en una habitación decorada por piedras preciosa y grandes detalles en ese color celestial, viendo como la chica se aferraba de la cama, una muchacha de tés morena con un par de alas angelicales, está teniendo un mal sueño en ese instante, pero su madre no le da importancia y la mueve de un lado a otro para que reaccione.

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— ¿Q – Que paso? — Despertaría diciendo estas palabras, aun sudando frio por ese sueño tan vivido que tuvo, aferrándose a el regazo de su madre por algunos segundos. — Hija tienes que estar lista, hoy es tu ascenso. — Explica bastante animada sin darle importancia el estado de la chica en sus brazos. — Vístete y espérame en el salón real ¿Esta bien? Algo de maquillaje te ayudara a que desaparezca esa mirada tenebrosa en tus ojos mi niña. — Ah, es verdad hoy es mí. . . — Al pensar claramente en que día era ese, supo el porqué de ese sueño, pero no quiso indagar en su oscuros pensamientos nocturnos, pues ya iba retrasada para su gran momento.

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Su reluciente vestimenta fue lo que llamo la atención de cientos de ángeles al camino a ese salón real, observan curiosos a la más alta alcurnia en las jerarquías de los celestiales, un serafín que aún no es proclamada como tal, no se sentía cómoda con tantas miradas a su alrededor pero habían unas en específico que le resultaron familiares le causaron una sensación de tranquilidad.

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— ¡Oe! ¡Alu! — Un muchacho de tés oscura saludaba emocionado a la mujer en medio de todo ese bullicio de muchachos, recibe un zape de parte de uno de sus amigos.

— ¿No ves quien esta con ella? La van a castigar de nuevo por tu estupidez. — Señala bastante ofuscado el chico a su lado, que solo buscaba lo mejor del contrario.