En un estado de recuperación de la catalepsia he pasado un par de semanas. Un poco débil, un poco dispersa, y como siempre bastante ocupada entre un aquí y un allá. Entre las ganas de ponerme al día y procrastinar. Y también con ganas de ordenar de una vez muchas cosas porque el desorden me hace perder bastante el tiempo.
Quizás lo más complicado es cuando me entrego a la ciencia y en una suerte de abstracción me sumerjo. Y es algo complicado salirme de ahí. El asunto es que es como si lo demás no existiera me pongo más desordenada que de costumbre y, cuando salgo del momento fuerte pues me toca ver dónde dejé todo. Por lo general, debo invertirle algo de tiempo para volver a organizarme porque me pierdo y, es un tema de nunca acabar.
En una transformación que he estado intentando, donde deseo estar más organizada y haciendo tantas cosas a veces no me queda tiempo para hacer mucho adicional. Y cuando creo que la ola bajará, resulta que remonta y crece. Creo que es una situación de "no saber decir que no de vez en cuando" quetengo arraigada hace tiempo y, se suma al hecho de que algunas personas no hacen lo que les corresponde hacer. En fin, no me queda mucho tiempo para mí o para la recreación, para pasar un día sin hacer nada.
Y algunos amigos y vecinos demandan un poco de tiempo. Mi presencia y algunas actividades de esparcimiento. Ya se han acostumbrado a que la mayoría de las veces yo diga que no. Lo bueno es que no han dejado de invitarme. Siempre se los digo: "No dejen de invitarme porque en algún momento diré que si".
Así, en una tarde a mediados de la semana sonó el timbre de mi hogar de forma inesperada. Para ser honesta no recibo muchas visitas y sobre todo cuando estoy por entregar cosas importantes como publicaciones o cuando me toca dictar conferencias. Cuando me asomé era una de mis vecinas que me decía ya tengo un te montado e hice un invento de repostería con chocolate te espero para que nos acompañes.
Entonces, trabajé lo más rápido posible. Me organicé y logré hacer el tiempo para tomarme un par de horas y poder acompañar a mis vecinas. La pasé muy bien me invitaron un rico te y luego café con galletas, pero lo más especial fue la tertulia. Reír, decir cosas divertidas, recordar y echar cuentos es simplemente genial.
Más aún cuando mis vecinas son mujeres que se encuentran entre los 60 y los 72 años de edad. Verlas divirtiéndose y definitivamente es un espectáculo. Varias generaciones, varías experiencias de vida, llenas de muchas emociones juntas en el tiempo y el espacio para compartir. Ahí los ojos de todas se iluminaron. Y estoy segura que el corazón también.
Yo agradezco haber atendido a la cita y permitirme hacer un alto en las actividades porque así se generan vínculos, así se comparte la esperanza, así nos conectamos con el amor.
Los abrazo a todos.
English version
In a state of recovery from catalepsy I have spent a couple of weeks. A little weak, a little scattered, and as always quite busy between here and there. Between the desire to catch up and procrastinate. And also wanting to order many things at once because the mess makes me waste a lot of time.
Perhaps the most complicated thing is when I give myself over to science and immerse myself in a kind of abstraction. And it's kind of hard to get out of there. The thing is that it's as if the rest didn't exist, I get more messy than usual and, when I get out of the strong moment, I have to see where I left everything. Usually, I have to spend some time getting myself back together because I get lost and it's never ending.
In a transformation that I have been trying, where I want to be more organized and doing so many things, sometimes I don't have time to do much more. And when I think the wave will go down, it turns out that it goes up and grows. I think it's a "not knowing how to say no from time to time" situation that I've had ingrained for a long time, and it adds to the fact that some people don't do what they're supposed to do. Anyway, I don't have much time left for myself or for recreation, to spend a day doing nothing.
And some friends and neighbors demand a little time. My presence and some leisure activities. They've gotten used to me saying no most of the time. The good thing is that they haven't stopped inviting me. I always tell them: "Don't stop inviting me because at some point I'll say yes."
Thus, one afternoon in the middle of the week the doorbell of my home rang unexpectedly. To be honest I don't get many visits and especially when I'm about to deliver important things like publications or when I have to give lectures. When I looked out it was one of my neighbors who told me I already have a tea set up and I made an invention of confectionery with chocolate I wait for you to join us.
Well, although I was quite busy, I thought that human interaction and contact is necessary. In fact, sometimes I tell my friends and they laugh a lot.
So, I worked as fast as possible. I organized myself and managed to find the time to take a couple of hours and be able to accompany my neighbors. I had a great time, they invited me for a delicious tea and then coffee with cookies, but the most special thing was the gathering. Laughing, saying funny things, remembering and telling stories is just great.
Even more so when my neighbors are women between 60 and 72 years of age. See them having fun and it is definitely a show. Several generations, various life experiences, full of many emotions together in time and space to share. Then everyone's eyes lit up. And I'm sure the heart too.
I appreciate having attended the appointment and allowing myself to take a break from the activities because this is how links are generated, this is how hope is shared, this is how we connect with love.
I hug you all.
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