Todos los seres humanos tenemos esas actividades que nos gusta hacer, en las que nos sentimos cómodos y que podemos tener confianza de que las podremos resolver si se nos presenta algún tipo de problema, el detalle es que no siempre es así, hay actividades que debemos encarar, y a las que antes de hacer frente ya tenemos un cierto nivel de predisposición, por lo que es lógico que si no o hacemos, como de hecho es lo más probable, la frustración se hará presente y podría limitarnos enormemente.
Esa sensación incómoda que sentimos cuando algo no lo podemos hacer, eso que llamamos frustración, suele tener otras condiciones que nos predisponen a evitar actividades similares.
Por ejemplo, si de alguna manera lo que son las matemáticas siempre han sido un problema en nuestras vidas, podríamos decir que todo lo que se le parezca, como la física, algunos casos de química, geometría, etc, serán igualmente algo que evitaremos a toda costa. Y el problema es que no siempre tiene que ver con el hecho de que no entendamos por un problema personal subyacente, sino porque no siempre tenemos la suerte de que lo expliquen de manera fácil y agradable.
Puedo decir que no me gustaba matemáticas, no es algo que me encante ahora, evidentemente, pero lo que si puedo decir es que ese desafío que sentí cuando estaba en la secundaria no fue igual a lo que sentí cuando estaba en la universidad. Porque la razón de entenderla era otra. No estudié nada relacionada exclusivamente a las matemáticas, pero los números están en todos lados, no los podemos evitar, por lo que tener una relación sana con ellos es importante.
Por ejemplo, la importancia de los números en lo que es estadística, pieza clave de mi carrera, es algo que no puedo hacer aún lado, o en el cálculo de las dosis, entre muchas cosas más, al final todo está relacionado con la utilidad.
