Setenta y dos / Seventy-two

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Setenta y dos / Seventy-two

René caminaba por la acera en busca de un cliente, ya no recuerda la última vez que estuvo consciente. Hoy ha sido una noche difícil, solo tres han pagado el monto que ha solicitado su “protector”. No ha dejado de ver la cara enojada de “Daddy”, así apodaban al proxeneta, seguro la golpea al llegar al cuartucho donde las tiene a todas. Él veía a las mujeres como mercancía, objetos sexuales de los que puede disponer a su antojo.

La poca luminosidad de la vivienda la hacía tétrica, era un reflejo de lo que habitaba en ella. La mayoría de los artefactos domésticos tenían telarañas y mucho polvo, lo que indicaba su desuso, también se observaba sangre seca en paredes y suelo, el baño era asqueroso. El aroma a putrefacción es asfixiante. Ahí nada funcionaba, el “Daddy” compraba lo mínimo para subsistir, muchas veces, dejaba que las chicas pasaran hambre. René odiaba su cuerpo, decenas de hombres la han usado para su placer, los aborrecía tanto que vomitaba tras cada acto sexual.

Desde el momento del secuestro, René, junto a otras dos muchachas, fueron llevadas a otra ciudad. Una enorme red de prostitución se apoderó de su existencia, truncando el tratamiento médico que le concedería su libertad. Durante varios días, las tres chicas intentaron escapar, pero no sabían qué camino tomar y, además, sus respectivos documentos de identidad estaban en manos de sus captores. Deambularon por aquí y por allá sin resultado, hasta que nuevamente fueron apresadas y recibieron un feroz escarmiento.

En René solo hay resignación, al poco tiempo dejó de luchar, llegó a pensar en el suicidio para terminar con el castigo, pero no era tan valiente como creía. Las huellas de la violencia estaban adheridas en su cuerpo: contusiones, rasguños y cortadas, evidenciaban el dolor punzante alojado en sus entrañas. Sus ojeras eran enormes, su aspecto demacrado, debía usar mucho maquillaje para cubrir las marcas de la desidia y del desconsuelo.

René was walking along the sidewalk in search of a client, he no longer remembers the last time he was conscious. Today has been a difficult night, only three have paid the amount that their "protector" has requested. She hasn't stopped seeing the angry face of "Daddy", that's how the pimp was nicknamed, surely he hits her when she gets to the little room where she has them all. He saw women as merchandise, sexual objects that he can dispose of at will.

The dim light of the house made it gloomy, it was a reflection of what lived in it. Most of the domestic appliances had cobwebs and a lot of dust, which indicated their disuse, there was also dried blood on the walls and floor, the bathroom was disgusting. The smell of putrefaction is suffocating. Nothing worked there, the "Daddy" bought the minimum to survive, many times, he let the girls go hungry. René hated her body, dozens of men have used her for their pleasure, she hated them so much that she vomited after every sexual act.

From the moment of the kidnapping, René, along with two other girls, were taken to another city. A huge network of prostitution took over his existence, truncating the medical treatment that would grant him his freedom. For several days, the three girls tried to escape, but they did not know which way to go and, moreover, their respective identity documents were in the hands of their captors. They wandered here and there without result, until they were caught again and received a fierce lesson.

In René there is only resignation, after a short time he stopped fighting, he even thought about suicide to end the punishment, but he was not as brave as he thought. The traces of violence were adhered to his body: bruises, scratches and cuts, evidenced the stabbing pain lodged in his entrails. Her dark circles were enormous, her appearance gaunt, she had to use a lot of makeup to cover the marks of apathy and despair.


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Una madrugada observó que detrás de un basurero estaba un gato escondido que maullaba inconsolable. Los ojos del felino revelaban una tristeza enorme. René lo tomó sin que la vieran y se lo llevó. Era como si él exteriorizara –a través de ese sonido– lo que ella experimentaba. Cerró los ojos y la sensación que le produjo la cercanía con el animal le pareció similar a alguna que tuvo en el pasado.

Más tarde, acostada sobre el cartón que le correspondía, un monólogo interno se desató: “Hace tres años yo tenía una familia, quizás aún la tengo pero no lo sé. La muerte de mi amiga Hanna, la única persona que me entendía, todavía me duele, porque allí inició esta perdición. Desde mi infancia me siento un varón en el cuerpo de una hembra y nadie me comprendió. Mis padres me querían obligar a ser lo que no soy. Me deprimí mucho y empecé a frecuentar bares, me drogaba hasta el extremo de la inconsciencia, entregué mi cuerpo cuando se acabó el dinero. La ausencia de Hanna me estaba consumiendo porque ella me ayudaba a conseguir las hormonas y me hablaba de una operación para cambiar de sexo.”

René recordó cómo convirtió las calles en su hogar y la adicción la arropó. Vagaba, pasaba días sin bañarse, la pestilencia impregnaba su ropa. Detrás de cada persona en condición de indigencia se esconde una historia, una mirada de desconsuelo que grita con amargura. Las constantes discusiones en su casa eran insoportables, por ello prefería el silencio y la soledad.

Conoció a muchas personas en situaciones similares a la suya. Alexa y Virginia la ayudaron en su proceso de adaptación, con ellas compartió noches de angustia, de hambre y desolación. De esas extrañas obtuvo cariño, mucho más del que su propia familia le daba. Allí encontró lo que su sangre le negaba, se aferró a ellas como la tinta al papel impreso.

One morning he observed that behind a garbage can there was a hidden cat that meowed inconsolably. The cat's eyes revealed enormous sadness. René took it without being seen and carried it away. It was as if he externalized – through that sound – what she was experiencing. He closed his eyes and the sensation that the closeness with the animal produced seemed to him similar to one that he had in the past.

Later, lying on the cardboard that corresponded to her, an internal monologue broke out: “Three years ago I had a family, maybe I still have one but I don't know. The death of my friend Hanna, the only person who understood me, still hurts me, because that's where this downfall began. Since my childhood I feel like a man in the body of a female and nobody understood me. My parents wanted to force me to be what I am not. I got very depressed and started going to bars, taking drugs to the point of unconsciousness, I gave up my body when the money ran out. Hanna's absence was consuming me because she was helping me get hormones and talking about a sex change operation."

René remembered how she turned the streets into her home and the addiction took her over. He wandered, going days without bathing, the stench impregnated his clothes. Behind each indigent person hides a story, a look of despair that screams with bitterness. The constant arguments in his house were unbearable, so he preferred silence and solitude.

He met many people in situations similar to his. Alexa and Virginia helped her in her adaptation process, with them she shared nights of anguish, hunger and desolation. From those strangers he got love, much more than his own family gave him. There he found what his blood denied him, he clung to them like ink to printed paper.


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Alexa, Virginia y René vendían su cuerpo por un poco de dinero, de comida, de drogas, de alcohol. Así se perdían cada noche, se mezclaron con muchos delincuentes, personas sin escrúpulos que se hacían ricos con la trata de personas. Fue ahí cuando las tres mujeres fueron secuestradas para trabajar como esclavas sexuales. La vil indigencia las disipaba hasta convertirlas en despojos humanos, instrumentos para la satisfacción de otros. A partir de allí, la vida se volvió más miserable de lo que era.

René pensaba: “Somos 15 chicas en esta casa. El asqueroso chulo no ha regresado. Lo odió porque nos trata como un trapo sucio, como la alfombra que pisa sus pies. Estamos encerradas, ni siquiera tenemos nombres, nos identifican con un tatuaje en el brazo, aquí soy la 72, imagino que por el número han sido muchas las mujeres que han desaparecido o muerto. El sonido del bombillo –al apagarse– me desconcertó. La poca luminosidad que había expiró. El gatito, con pasos torpes, me siguió. Debo ocultarlo porque de lo contrario lo mataran.”

Ese gato hacía que los recuerdos de René se revolvieran en su mente, sintió un pedazo de estambre en la faringe que le dificultaba respirar. El felino, a su vez, tenía los ojos más tristes y nublados, maullaba con desconsuelo desgarrador. Era muy extraño, una conexión especial entre el felino y ella. En ese momento, lo detalló con más minucias y reconoció a Jasper, el gato de su hermana, allí comprendió que de forma inconsciente estableció un vínculo con su familia. No tenía idea de cómo llegó aquí, pero le dio un halo de esperanza. Decidió refugiarse en él.

Alexa, Virginia and René sold their bodies for a little money, food, drugs, alcohol. So they got lost every night, mixed with many criminals, unscrupulous people who got rich from human trafficking. It was there that the three women were kidnapped to work as sex slaves. The vile indigence dissipated them until they became human remains, instruments for the satisfaction of others. From there, life became more miserable than it was.

René thought: “We are 15 girls in this house. The filthy pimp hasn't come back. He hated him because he treats us like a dirty rag, like the carpet that he steps on. We are locked up, we don't even have names, they identify us with a tattoo on our arm, here I am 72, I imagine that by number there have been many women who have disappeared or died. The sound of the light bulb – going out – disconcerted me. What little light there was expired. The kitten, with clumsy steps, followed me. I must hide it because otherwise they will kill him.”

That cat made René's memories stir in his mind, he felt a piece of yarn in his pharynx that made it difficult for him to breathe. The feline, in turn, had the saddest and most cloudy eyes, meowing with heartbreaking disconsolation. It was very strange, a special connection between the cat and her. At that moment, he detailed it in more detail and recognized Jasper, his sister's cat, there he understood that he unconsciously established a bond with his family. He had no idea how he got here, but it gave him a ray of hope. He decided to take refuge in it.





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