[Eng/Esp] Short story: The Tragic Flight - Part IV - The End/ La Huida Trágica - Parte IV - Final

The injured man followed Enrique's instructions to the letter. Wearing a hospital gown and a wig, he managed to pass unnoticed through the hospital corridors until he reached the emergency exit.

Once outside, a car was waiting for him. As he got in, he met Enrique at the wheel, who instructed him to duck down to avoid being seen. The car sped away from the hospital, getting lost among the city streets.

"Where are we going?" the man asked, still confused by everything that was happening.

"To a safe place, where you can hide until we have a plan to get you out of the country," Enrique replied, keeping his eyes on the road.

After a silent drive, they arrived at an abandoned building on the outskirts of the city. Enrique led the man through dark corridors until they reached a small hidden apartment.

"You'll be safe here for now," Enrique said, handing him a bag of clothes and food. "Stay here and don't leave for anything in the world. I'll be back tomorrow with more information."

The man nodded, too tired and confused to protest. He plopped down on the bed, trying to process everything that had happened.

Meanwhile, back at the hospital, Agent Ramirez learned of the patient's mysterious disappearance. Furious, he questioned the nurses and checked the security cameras, but found no clues to his whereabouts.

"Do you think someone helped him escape?" asked his partner, Agent Gomez.

"I don't know, but I'm going to find out," Ramirez replied, determined. "This case is getting more and more complicated."

Back in the hideout, the wounded man tried to rest, but fear and uncertainty wouldn't leave him alone. Who was Enrique really and why was he helping him? What did he have to do with this criminal organization?

The next morning, Enrique returned with disturbing news. "The men who attacked you are looking for you. We need to get you out of the country as soon as possible."

The man looked at him in despair. "What's going on, why are they looking for me?"

Enrique sighed. "It seems that you witnessed an exchange of weapons between members of the organization. They believe you have information that could incriminate them."

"But how? I don't know anything!" The man felt on the verge of panic.

"I know, but they won't believe you," Enrique said seriously. "You have to trust me and do exactly what I tell you if you want to survive."

The man nodded, knowing he had no choice. Enrique handed him a fake passport and motioned for him to follow him. Together, they headed for the bus station, hoping to escape the city before the criminals found them.

But as they waited in line to buy tickets, the man felt a familiar look. He turned slowly and found himself face to face with one of his attackers. He had been discovered.

The man felt his heart stop as he exchanged glances with his attacker at the bus station. The criminal, recognizing him, pulled out a gun and pointed it directly at him.

"Enrique, watch out!" the man shouted, pushing his protector away just in time to avoid being hit by the bullet.

Chaos erupted in the station as people ran in panic. Henry and the wounded man threw themselves to the ground, seeking shelter behind some seats.

"We have to get out of here!" exclaimed Enrique, drawing his own gun. "Follow me!"

Both men ran through the crowd, dodging gunfire as they searched for a way out. Finally, they made it to the parking lot, where a car was waiting for them.

"Get in, quick!" ordered Enrique, starting the vehicle at full speed.

As they drove away from the station, the man looked back, seeing their pursuers approaching in other cars. There seemed to be no escape.

"Where are we going?" he asked, his voice trembling.

"To a safe place, far from here," Enrique replied, focused on the road. "But we have to lose them first."For several minutes, Enrique drove at full speed, weaving through traffic and narrow streets. Finally, they managed to throw off their pursuers and arrived at an abandoned hangar on the outskirts of the city.

"Quick, get in that plane," Enrique said, pointing to a small airship. "It will take you to safety."

The man hesitated for a moment, but when he saw Enrique draw his gun to cover his escape, he knew he had no choice. He ran to the plane and got on, praying that it would take him away from all this hell.

As the plane took off, the man looked out the window, watching Enrique face his attackers. He felt a mixture of gratitude and guilt, knowing that his protector had sacrificed himself to give him a chance to escape.

The plane flew over the desert, carrying the wounded man toward an uncertain future. But at that moment, all that mattered was surviving and finding a place where he could start over, away from the shadows that had haunted him.

Meanwhile, back in the city, Agent Ramirez and his team were investigating the scene of the shooting at the bus station. They had found Enrique's body, but there was no trace of the man he had been protecting.

"This is getting more and more complicated," Ramirez muttered, looking up at the sky. "But I'm not going to rest until I find the culprit behind all this."

Source of the images
Image created with Starryai.

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Versión en Español

Microrelato: La Huida Trágica - Parte IV - Final

El hombre herido siguió las instrucciones de Enrique al pie de la letra. Usando una bata de hospital y una peluca, logró pasar desapercibido por los pasillos del hospital hasta llegar a la salida de emergencia.

Una vez afuera, un auto lo esperaba. Al subir, se encontró con Enrique al volante, quien le indicó que se agachara para evitar ser visto. El auto se alejó rápidamente del hospital, perdiéndose entre las calles de la ciudad.

"¿A dónde vamos?" preguntó el hombre, aún confundido por todo lo que estaba sucediendo.

"A un lugar seguro, donde podrás ocultarte hasta que tengamos un plan para sacarte del país," respondió Enrique, manteniendo la vista en la carretera.

Después de un viaje en silencio, llegaron a un edificio abandonado en las afueras de la ciudad. Enrique guió al hombre a través de pasillos oscuros hasta llegar a un pequeño apartamento oculto.

"Aquí estarás a salvo por ahora," dijo Enrique, entregándole una bolsa con ropa y comida. "Quédate aquí y no salgas por nada del mundo. Volveré mañana con más información."

El hombre asintió, demasiado cansado y confundido para protestar. Se dejó caer en la cama, tratando de procesar todo lo que había sucedido.

Mientras tanto, en el hospital, el agente Ramírez se enteró de la misteriosa desaparición del paciente. Furioso, interrogó a las enfermeras y revisó las cámaras de seguridad, pero no encontró pistas sobre su paradero.

"¿Crees que alguien lo ayudó a escapar?" preguntó su compañero, el agente Gómez.

"No lo sé, pero voy a averiguarlo," respondió Ramírez, determinado. "Este caso se está volviendo cada vez más complicado."

De vuelta en el escondite, el hombre herido intentaba descansar, pero el miedo y la incertidumbre no lo dejaban en paz. ¿Quién era realmente Enrique y por qué lo estaba ayudando? ¿Qué tenía que ver él con esa organización criminal?

A la mañana siguiente, Enrique regresó con noticias inquietantes. "Los hombres que te atacaron están buscándote. Tenemos que sacarte del país lo antes posible."

El hombre lo miró con desesperación. "¿Qué está pasando? ¿Por qué me están buscando?"

Enrique suspiró. "Parece que tú fuiste testigo de un intercambio de armas entre miembros de la organización. Ellos creen que tienes información que podría incriminarlos."

"¿Pero cómo? ¡Yo no sé nada!" El hombre se sentía al borde del pánico.

"Lo sé, pero ellos no te creerán," dijo Enrique con seriedad. "Tienes que confiar en mí y hacer exactamente lo que te diga si quieres sobrevivir."

El hombre asintió, sabiendo que no tenía otra opción. Enrique le entregó un pasaporte falso y le indicó que lo siguiera. Juntos, se dirigieron a la estación de autobuses, con la esperanza de escapar de la ciudad antes de que los criminales los encontraran.

Pero mientras esperaban en la fila para comprar los boletos, el hombre sintió una mirada familiar. Volteó lentamente y se encontró cara a cara con uno de sus atacantes. Había sido descubierto.

El hombre sintió que el corazón se le detenía al cruzar miradas con su atacante en la estación de autobuses. El criminal, al reconocerlo, sacó un arma y apuntó directamente hacia él.

"¡Enrique, cuidado!" gritó el hombre, empujando a su protector justo a tiempo para evitar que la bala lo alcanzara.

El caos se desató en la estación mientras la gente corría despavorida. Enrique y el hombre herido se lanzaron al suelo, buscando refugio detrás de unos asientos.

"¡Tenemos que salir de aquí!" exclamó Enrique, sacando su propia arma. "¡Sígueme!"

Ambos hombres corrieron entre la multitud, esquivando disparos mientras buscaban una salida. Finalmente, lograron llegar al estacionamiento, donde un auto los esperaba.

"¡Sube, rápido!" ordenó Enrique, arrancando el vehículo a toda velocidad.

Mientras se alejaban de la estación, el hombre miró hacia atrás, viendo a sus perseguidores acercarse en otros autos. Parecía que no había escapatoria.

"¿Adónde vamos?" preguntó, con la voz temblorosa.

"A un lugar seguro, lejos de aquí," respondió Enrique, concentrado en la carretera. "Pero tenemos que perderlos primero."

Durante varios minutos, Enrique condujo a toda velocidad, zigzagueando entre el tráfico y las calles estrechas. Finalmente, lograron despistar a sus perseguidores y llegaron a un hangar abandonado en las afueras de la ciudad.

"Rápido, sube a ese avión," dijo Enrique, señalando una pequeña aeronave. "Te llevará a un lugar seguro."

El hombre dudó por un momento, pero al ver a Enrique sacar su arma para cubrir su huida, supo que no tenía otra opción. Corrió hacia el avión y se subió, rezando para que lo llevara lejos de todo este infierno.

Mientras el avión despegaba, el hombre miró por la ventanilla, viendo cómo Enrique se enfrentaba a sus atacantes. Sintió una mezcla de gratitud y culpa, sabiendo que su protector se había sacrificado para darle una oportunidad de escapar.

El avión sobrevoló el desierto, llevando al hombre herido hacia un futuro incierto. Pero en ese momento, lo único que importaba era sobrevivir y encontrar un lugar donde pudiera empezar de nuevo, lejos de las sombras que lo habían perseguido.

Mientras tanto, en la ciudad, el agente Ramírez y su equipo investigaban la escena del tiroteo en la estación de autobuses. Habían encontrado el cuerpo de Enrique, pero no había rastro del hombre que había estado protegiendo.

"Esto se está volviendo cada vez más complicado," murmuró Ramírez, mirando al cielo. "Pero no voy a descansar hasta encontrar al culpable de todo esto."

Fuente de las imágenes
Imagen creada con Starryai.