English Version
Paris, May 1st, 1900
Dear Anais,
It has been fifteen days since my footsteps echoed on the cobblestones of this city of lights, fifteen nights since the moon of Paris has been my only confidant. My uncle, whom I had long ceased to see, has opened the doors of his home to me, a warm refuge in the heart of this vibrant metropolis. His wife, a lady with a gentle smile, and his children, full of life and laughter, have been my family in this new chapter of my life.
Each day, as I search for a job that will allow me to bring you to my side, I lose myself in the charms of Paris. Unlike our beloved Lyon, with its simplicity and calm, Paris is a whirlwind of sensations, a melting pot of architecture, commerce and, above all, culture. The city pulsates with an energy that knows no rest, not even when the sun sets behind the horizon.
Evenings here have a special flavor, Anais. Restaurants and theaters open their doors to seekers of pleasure and wonder, like the famous Moulin Rouge, which displays its lights and colors in a spectacle like no other. And in the midst of all this hustle and bustle, the Universal Exposition stands as a beacon of progress, showing the world the advances of our era. The moving images of the Lumière brothers have taken my breath away, as if, for an instant, I could feel you by my side, sharing the amazement.
How I wish you were here, Anais! Together, we would marvel at every discovery, every corner of this city that seems to have no end. I imagine your wonder, your blue eyes reflecting the grandeur of Paris, and I feel a pang of melancholy at not being able to share it with you.
I miss, more than words can express, your radiant smile, your golden hair shining like the sun itself, and the sweetness of your questions, always so innocent and full of affection. In my dreams, I embrace you, and your lips merge with mine in a kiss that promises eternity.
I know that soon I will find the job I am looking for, and then, my beloved, I will be able to bring you to Paris. Together, we will build our own world, a love nest where every day will be a testimony of our affection.
Until that day comes, I cling to the hope of your answer, to the certainty that our reunion is ever closer.
Forever yours, with all the love my heart can hold,
Eugene.
Image source
Image created with Starryai.
Versión en Español
París, 1 de mayo de 1900
Querida Anais,
Han pasado ya quince días desde que mis pasos resonaron en el empedrado de esta ciudad de luces, quince noches desde que la luna de París ha sido mi única confidente. Mi tío, a quien tanto tiempo había dejado de ver, me ha abierto las puertas de su hogar, un refugio cálido en el corazón de esta metrópoli vibrante. Su esposa, una dama de sonrisa gentil, y sus hijos, llenos de vida y risas, han sido mi familia en este nuevo capítulo de mi vida.
Cada día, mientras busco un empleo que me permita traerte a mi lado, me pierdo en los encantos de París. A diferencia de nuestra querida Lyon, con su sencillez y calma, París es un torbellino de sensaciones, un crisol de arquitectura, comercio y, sobre todo, cultura. La ciudad palpita con una energía que no conoce de descanso, ni siquiera cuando el sol se oculta tras el horizonte.
Las noches aquí tienen un sabor especial, Anais. Los restaurantes y teatros abren sus puertas a los buscadores de placeres y maravillas, como el famoso Moulin Rouge, que despliega sus luces y colores en un espectáculo sin igual. Y en medio de todo este bullicio, la Exposición Universal se alza como un faro de progreso, mostrando al mundo los adelantos de nuestra era. Las imágenes en movimiento de los hermanos Lumière me han dejado sin aliento, como si, por un instante, pudiera sentirte a mi lado, compartiendo el asombro.
¡Cómo deseo que estuvieras aquí, Anais! Juntos, nos maravillaríamos ante cada descubrimiento, cada rincón de esta ciudad que parece no tener fin. Imagino tu asombro, tus ojos azules reflejando la grandeza de París, y siento una punzada de melancolía al no poder compartirlo contigo.
Extraño, más de lo que las palabras pueden expresar, tu sonrisa radiante, tu cabello dorado que brilla como el mismo sol, y la dulzura de tus preguntas, siempre tan inocentes y llenas de afecto. En mis sueños, te abrazo, y tus labios se funden con los míos en un beso que promete eternidad.
Sé que pronto encontraré el trabajo que busco, y entonces, mi amada, podré traerte a París. Juntos, construiremos nuestro propio mundo, un nido de amor en el que cada día será un testimonio de nuestro afecto.
Hasta que ese día llegue, me aferro a la esperanza de tu respuesta, a la certeza de que nuestro reencuentro está cada vez más cerca.
Por siempre tuyo, con todo el amor que mi corazón puede albergar,
Eugene.
Fuente de las imágenes
Imagen creada con Starryai.
Es un tipo de carta que puede haber sido escrita. Tiene el toque de nostalgia del migrante, la esperanza del joven, y el asombro ante la novedad.
Creo que quedó muy bien :)
Muchas gracias, amigo 😀 y pendiente que ya se viene la segunda parte 😄
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