Un pequeño juego... — Spanish & English

in blurt •  last year 

Me gusta observar fotos e imágenes aleatorias, carentes de cualquier atisbo de coherencia y contexto, y jugar a imaginar una historia; el trasfondo arcano que ocultan. Quién sabe qué realidad puede ocultarse detrás de una invención... ¿Y si esa supuesta fantasía que evoco como explicación e interpretación para la imagen no es más que un reflejo de los fantasmas que pueblan mi subconsciente, una modalidad primitiva y casera de test psicológico improvisado?

Soy consciente de que el aforismo de «una imagen vale más que 1000 palabras» tiene pleno sentido cuando me embarco en estas misiones literarias, cuando intento darle voz e historia a fotos abstractas como la que elegí en esta ocasión —o tal vez la imagen me eligió a mí—. A veces siento que las palabras alejan más y más del significado y de la emoción real; algo que no ocurre en una manifestación eminentemente gráfica como observar una foto, o incluso audible como escuchar una canción cargada de un sentimentalismo inexplicable, simplemente inefable. ¿Cómo encapsular esa realidad efímera en unas palabras frías y asépticas, rígidas y frías?

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¿Qué ves en esta foto? ¿Qué historias evocas en tu imaginación? Piénsalo rápido, comenta tu propia definición y significado. Quizá entre todos podemos fabricar un mandala complejo de conceptos, un fractal entrelazado que hable por sí mismo.

“La mujer del ferrocarril”

Era una mujer de edad indeterminada y expresión adusta, poseía un semblante permanentemente serio que jamás dejaba traslucir la más mínima emoción. Su presencia era tan intimidante e imponente que cualquiera que la atisbara desde la lejanía podría confundirla con un golem o gárgola de piedra. Nadie sabía su nombre, su procedencia, y mucho menos su historia. Lo único que conocían de oídas era su singular hábito de esperar pacientemente la llegada del ferrocarril sin subirse jamás, y su obsesión maniática por observar los rieles y los alrededores como si hubiera extraviado algo. ¿Vivía en la más absoluta indigencia, o se refugiaba en la pequeña cabaña de la estación de servicio que cumplía la vergonzosa función de baños públicos; durmiendo entre pilas de excrementos y demás deposiciones infectas? El velo de misterio que la rodeaba era innegable, y comenzaba a despertar el miedo y repudio de los pasajeros asiduos y ocasionales.

El tiempo transcurría inexorablemente y ella permanecía exactamente igual: Imperturbable, atemporal, y en espera perpetua como un penitente. Su atuendo consistía en un sencillo vestido negro, carente de adornos o encajes, y un pañuelo que no dejaba al descubierto ni uno de sus cabellos. Sus pies descalzos siempre parecían magullados, como si fuera una mártir voluntaria deseosa de caminar entre cristales rotos y guijarros afilados. Parecía guardar un luto prolongado: ¿Qué perdió aquella mujer además de la voz para poder pedir auxilio o expresar a los demás su dolor y descontento; además de la voluntad y coraje necesarios para subir al ferrocarril o arrojarse a sus vías para poner fin a la espera y sufrimiento?

Fue necesario que transcurrieran 10 largos años: Un lapso lo suficientemente prolongado, una espera prudencial para arrastrar consigo la memoria, las habladurías, y cualquier atisbo que la vinculara al constante vaivén errático de los pasajeros del ferrocarril y su curiosidad enfermiza.

Ella esperó pacientemente a que fructificara el árbol que sembró con amor su difunto marido —antaño maquinista de ferrocarril— antes de reunirse con él. Aquel árbol de ramas enmarañadas que crecía con rebeldía bajo su constante mirada fue su último regalo antes de la trágica separación, uno que quería honrar y proteger antes de su despedida. Por fin, con pasos indecisos, caminando con gracilidad y una dosis de inseguridad, se encaminó hacia el ferrocarril y por primera vez irrumpió en el interior; desvaneciéndose y fundiéndose con la estructura. Por ventura se habrán reunido, no desperdiciando esta nueva oportunidad de recorrer juntos los caminos más angostos. O tal vez, sólo tal vez... su espera habrá finalizado, y por fin saborea con deleite los frutos de la paz y el descanso ininterrumpido.

ENGLISH VERSION: I like to look at random photos and images, lacking any hint of coherence or context, and play to imagine a story; the arcane background they hide. Who knows what reality can be hidden behind an invention... What if that supposed fantasy that I evoke as an explanation and interpretation for the image is nothing more than a reflection of the ghosts that populate my subconscious, a primitive and homemade type of psychological test improvised?

I am aware that the aphorism «a picture is worth 1000 words» makes complete sense when I embark on these literary missions, when I try to give voice and history to abstract photos like the one I chose on this occasion - or perhaps the image chose me. Sometimes I feel that words take us further and further away from the meaning and real emotion; something that does not occur in an eminently graphic manifestation like looking at a photo, or even audible like listening to a song loaded with inexplicable, simply ineffable sentimentality. How to encapsulate that ephemeral reality in cold and aseptic, rigid and cold words?

What do you see in this photo? What stories do you conjure up in your imagination? Think about it quickly, comment on your own definition and meaning. Perhaps together we can make a complex mandala of concepts, an intertwined fractal that speaks for itself.

“The Railway Woman”

She was a woman of indeterminate age and a stern expression; she had a permanently serious countenance that never let the slightest emotion show through. Her presence was so intimidating and imposing that anyone who glimpsed her from a distance could mistake her for a stone golem or gargoyle. Nobody knew her name, where she came from, much less her story. The only thing they knew from hearsay was her singular habit of waiting patiently for the arrival of the railroad without ever getting on it, and her manic obsession with observing the rails and surroundings as if she had misplaced something. Did she live in absolute poverty, or did she take refuge in the small cabin at the service station that served the shameful function of public bathrooms; Is she sleeping among piles of excrement and other infected stools? The veil of mystery that surrounded her was undeniable, and she was beginning to arouse the fear and repudiation of regular and occasional passengers.

Time passed inexorably and she remained exactly the same: Imperturbable, timeless, and perpetually waiting like a penitent. Her attire consisted of a simple black dress, devoid of decorations or lace, and a scarf that did not reveal even one of her hair. Her bare feet always looked bruised, as if she were a willing martyr willing to walk among broken glass and sharp pebbles. She seemed to be in prolonged mourning: What did that woman lose besides her voice to be able to ask for help or express her pain and discontent to others; in addition to the will and courage necessary to get on the railway or jump onto its tracks to put an end to the wait and suffering?

It took 10 long years to pass: A period long enough, a prudent wait to drag with her memory, gossip, and any glimpse that linked her to the constant erratic coming and going of the railroad passengers and her unhealthy curiosity.

She waited patiently for the tree lovingly planted by her late husband—once a railroad engineer—to bear fruit before joining him. That tree with tangled branches that grew rebelliously under her constant gaze was her last gift before their tragic separation from her, one that she wanted to honor and protect before saying goodbye to her. Finally, with hesitant steps, walking with grace and a dose of insecurity, she headed towards the railway and for the first time burst inside; fading and merging with the structure. By chance they will have met, not wasting this new opportunity to travel the narrowest paths together. Or maybe, just maybe... the wait for her will be over, and at last she savors with delight the fruits of peace and uninterrupted rest.

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Sumamente interesante el contenido que nos compartes, veo una mujer muy pensativa esperando el ferrocarril, que curioso que la ventana de atrás de esa pequeña casa se vea negra, como en suspenso, tienes un don grandísimo para la escritura. Como dato adicional y constructivo, sin afán de molestar, solo como crecimiento, las fotos que no sean propias, agrega la fuente de donde las tomaste (por el tema de los derechos de autor). Sigue creciendo y compartiendo contenido original, bendiciones!!

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Muchas gracias por el apoyo y la crítica constructiva. No me molesta, todo lo contrario, ya sabía que iba a dar problemitas la ausencia de fuente de la imagen. Hasta en su procedencia resulta enigmática...
Normalmente suelo incluir la fuente en todos los posts, pero en este caso la encontré navegando en grupos de telegram dedicados a la fotografía y no encontré ningún dato adicional. Así que simplemente la usé, pero no será algo que vuelva a repetir.