Aquí me hallo: Otra vez desgarrando los confines del tiempo, pretendiendo que el presente eterno jamás ha sufrido una ruptura y nadie se ha percatado de mi ausencia reiterada. ¿Myrthana? ¿Quién es? ¿Eso se come? Quería simbolizar la alegría con ese nombre de usuario, una alegría que anteriormente me fue vilmente hurtada y tuve que reencontrar después de una larga búsqueda pormenorizada llena de sacrificios. Hubo muchos baches en ese sendero, muchos desvíos y callejones sin salida, muchos sinsabores... Metafórica y literalmente. Pero lo que cuenta y tiene suma importancia es el resultado final: El título de la publicación es una breve pista que intenta desvelar el contenido de este blog.
Alguien muy importante para mí me mandó a casa después de un largo y agotador viaje con esa tarea pendiente, una tarea tan ridícula y absurda que al escucharla me indujo la risa instantánea y una breve punzada de molestia y desidia. ¿Con qué autoridad para formular semejante atrevimiento? ¡Qué bandido, infeliz!
Esa tarea tan ridícula, ofensiva por su simpleza, consistía en escribir una lista de todas las cosas buenas que me habían pasado. Llegaba aún más lejos esa pretensión: Escribir cosas buenas sobre mí. En ese momento me pareció el típico consejo con ínfulas de psicología barata y autoayuda, pero ¿por qué no? Hacer algo de forma desdeñosa también cuenta. Hecho es mejor que perfecto, como me gusta decir para excusarme de mis pobres intentos de manualidades y bricolaje. No sé usar las manos para la mayoría de cosas, pero sí para escribir. Quizá esta tarea simplona inspire a alguien más para imitarla, y tal vez incluso provoque un efecto mariposa que genere un cambio a mejor. Pero quizá mi visión peque de utópica...
Algo bueno que me pasó en ese viaje —y creo que la mayoría de peregrinos estamos de acuerdo en eso— es el alivio de desconectar de la rutina, del ruido infernal de la civilización. A veces poder relajarse mientras contemplas el paisaje y las nubes puede ser el mejor tratamiento para la insatisfacción. Para mí la monotonía es otro tipo de enfermedad, una insidiosa que va minando poco a poco cualquier voluntad por salir adelante. Casi sin darte cuenta terminas erigiendo limitaciones, creencias y sesgos que antes no estaban ahí y te impiden tener una visión y perspectiva más amplia. Qué triste es vivir así, en esa prisión invisible moldeada por una vida predecible carente de emoción y novedad. El antídoto no consiste en tender al extremo contrario y abandonar, renunciar a todo en pos de la aventura, persiguiendo un ideal fatuo. Eso también conlleva muchas decepciones, y no puedo evitar recordar la película “Into the wild”.
El susurro del bosque tiene la mayoría de respuestas a todas mis preguntas. Las demás están en mí, pero suelo negarme a escuchar mi intuición y las sensaciones que me proporciona mi cuerpo. ¡Eso es de locos! —exclamaría la mayoría de la multitud—. Algo de razón tienen. Pero por otra parte está esa consabida “intuición femenina”, un fenómeno abstracto y casi esotérico que no suele ponerse en tela de juicio y se propagó como la pólvora a través del tiempo. Creo que todas las mujeres podrían ser brujas, chamanas, o como prefieras llamarlo; si supieran rendirse a su sabiduría interna y ancestral y se guiaran más por esas impresiones subjetivas que no obedecen a ninguna lógica, y sin embargo siempre resultan certeras.
La oportunidad de tirar el reloj a la basura y olvidarse del tiempo. Ya no importa ninguna burda noción temporal humana: Sólo existe el presente, el aquí y ahora. Tu único motivo de preocupación debería ser lograr sostener el peso del cuerpo y toda la pesada carga del equipaje y avituallamiento. Aún no sabemos cuándo o cómo, pero sí tenemos la certeza de que alcanzaremos ese destino final tan anhelado. Perderse y realizar recorridos absurdos y enrevesados es otra especie de disfrute, por fin la torpeza no es duramente castigada y es motivo de deleite. Dejemos que nos sorprenda la vida, que nos arrastre en ese vaivén a veces inquietante y a veces reconfortante.
¿Cuál es ese destino, ese viaje que llevas tanto tiempo posponiendo? Deberías saber que el viaje más importante es al centro de uno mismo, atravesar el núcleo y descubrir las luces y sombras; defectos y virtudes que envuelven nuestra alma y nos dotan de vida y unicidad. Viajar para encontrarse, o para reconstruirse con fragmentos que fueron olvidados en el camino.
Hasta aquí mi reporte felino, creo que cumplí con mi deber (a medias). Gracias por leer, te deseo un buen día si has leído hasta aquí 🥀
Adjunto una fotito que hice del paisaje mientras estaba abstraída, en ese trance tan típico del viajero cautivado por el híbrido de naturaleza agreste y carretera indómita.