Me gustan las historias que culminan con una gran reflexión o moraleja: Que en lugar de servir respuestas facilonas semi deglutidas carentes de brillantez intelectual invitan a cavilar al atento espectador para extraer el máximo jugo informativo. Quiero tener el buen tino de expresar una anécdota así. Veamos qué puedo aportar a partir de esta circunstancia trivial pero verídica.
Hace poco me importunaron con los clásicos comentarios impersonales referentes al trabajo e inclusive la actitud o personalidad. Alguien con esa parsimonia inherente y carácter aparentemente reservado y taciturno difícilmente podría llegar lejos. Es necesario adaptarse para poder triunfar en el mercado laboral. Compaginar estudios y trabajo es completamente imposible. ¿Te suenan? Son las clásicas creencias limitantes que provienen de arriba, de más allá; en todo caso nadie nace con esa bola de prejuicios e inseguridades incorporada y lastrando el camino constantemente. Son miedos adquiridos del entorno, a veces del maltrecho árbol genealógico y su conformismo caduco donde se sacrifica el éxito y la novedad a cambio de la seguridad que proporciona lo predecible. Me sacudí esas ideas como quien intenta desprenderse de la suciedad adherida a la ropa proveniente del camino polvoriento que está transitando. Sólo yo sé qué es lo mejor para mí, para lo que soy apta. Pero eso no significa que ignore completamente la diversidad de criterios que puedo encontrar en el camino, sobre todo si están provistos de buena intención.
Quizá no sea la vía más fácil, pero hay otros caminos por explorar. Se puede iniciar un emprendimiento, vivir del arte, escribir una obra, buscar algún talento propio que ofrecer a cambio de ese símbolo deificado tantas veces malinterpretado que llamamos “dinero”... Más que buscar encajar a toda costa como un burdo engranaje en la maquinaria hay que esforzarse por encontrar el talento, la vocación, aquello que no se siente como una representación en carne y hueso de sísifo y su condena perpetua; lo inefable que nos distingue de los demás. Y lo mejor es que está lleno de enseñanzas ese proceso: Algunas buenas, otras malas y extenuantes —entendiendo que la neutralidad rige el mundo y lo que asociamos con etiquetas de “bueno” o “malo” está condicionado a nuestras expectativas personales—. La garantía asegurada es que esos aprendizajes no puedes adquirirlos en ningún otro lugar, están condicionados al mérito propio y no a ninguna entidad ni formación reglada.
Así que me quedé pensativa, elaborando internamente una lista de mis aptitudes y actitudes por cambiar, mis fortalezas y flaquezas. Es normal desanimarse al no obtener resultados tangibles, al constatar con frustración que hay muchísima competencia en ese terreno pantanoso e inestable del emprendimiento. Pero también me gustan las inversiones, aunque el resultado en ocasiones sea más bien disparatado y con colores dignos de aparecer en la bandera comunista. La vida es otra inversión donde vale la pena el riesgo de lanzarse, sin saber muy bien qué encontrarás. Reinventarse, contemplar todo con curiosidad y cultivar el perfeccionamiento interno. No importa el resultado, hay que divertirse y experimentar. Es mi nuevo enfoque para no decepcionarme demasiado con el diario transcurrir de la existencia. “El que nada espera nada teme”, como suele decir un amigo.
Rodearse de la gente adecuada también ayuda, y en mi caso compartir ideas e inquietudes fue un gran alivio. Tenía inspiración, un lugar de donde sacar fuerzas y coraje para continuar con el proyecto, aunque al principio no sabía muy bien en qué consistiría. Me incliné por un híbrido de arte y novela literaria y aún está en proceso de creación 😋
Compartí inquietudes con un amigo que busca sacar adelante un proyecto de ASMR con un enfoque totalmente diferente, diría que incluso radical. También con una amiga que vende figuritas de artesanía y casi puede sustentarse íntegramente de su pasión. ¿Cuál es el secreto? ¿Yo también puedo? Escribo estas palabras para poner mis ideas en orden y autoconvencerme de que sí, es posible. Todo es cuestión de constancia y paciencia. Y tener algo que ofrecer, obviamente. Llegué a la vida con las manos vacías y poco a poco fui llenándome de experiencias, inquietudes, una curiosidad insaciable que fluye como un manantial perpetuo...
Tengo actitud y aptitud, pero eso depende del entorno en el que me mueva. Para algunas cosas brillará mi ineptitud, para otras mi deseo motivante de superarme cada día. Y en tu caso también debería ser así, si buscas unirte a “the dark side of the moon”; hogar de los enajenados y emprendedores que viven persiguiendo una ilusión incierta.
Fuente imagen: IA lexica.art
¿Y qué tiene que ver la imagen con lo expuesto en la publicación? Nada, mi estimad@, pero se veía bien y me gustó 😋