Episodio 1
La Habitación blanca
by mostrorobot
La puerta se abrió con un chirrido que sonaba a protesta, como si la habitación blanca y vacía se sintiera invadida. Y allí entró él: Kurtis Lov3, un huracán de desaliño y actitud en un universo de blancura. Su melena rubia parecía haber tenido una pelea con un nido de pájaros y había salido perdiendo. La barba de tres días le daba un aire de intelectual frustrado que intentaba ocultar con unas sunglasses con bastante style. La camiseta de los Bulls, descolorida por el uso y el amor, combinaba a la perfección con los jeans desgastados hasta la extenuación, y en los pies, unas Converse Chuck Taylor classics que parecían haber recorrido más kilómetros que un trotamundos intergaláctico.
Kurtis echó un vistazo a su alrededor, como si esperara encontrar algo más que cuatro paredes blancas y un techo que lo miraba con una indiferencia cósmica.
"Bueno, hola a todos los que estén ahí fuera," comenzó, dirigiéndose al lector/espectador. "Soy Kurtis Lov3, y este es mi humilde hogar. O lo que queda de él, después de que mi ex novia se llevara todo lo que tenía de color y mis mejores discos de Nirvana. Sí, lo sé, duro golpe. Pero hey, al menos tengo estas paredes blancas para recordarme que la vida es como un lienzo en blanco... esperando que lo decore con la pintura de mi vida"
Se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra la pared. Los Converse se cruzaron y sus gafas de sol se deslizaron ligeramente por la nariz.
"Así que, ¿qué hacemos ahora? ¿Jugamos a las escondidas conmigo mismo? ¿O tal vez podríamos organizar una fiesta aquí, aunque sea solo para las cucarachas que seguramente viven detrás de este zócalo."
Kurtis Lov3 sonrió, una sonrisa que parecía decir: "La vida es una mierda, pero al menos tengo buen sentido del humor". Y con eso, se quedó sentado en su habitación blanca, esperando a que algo, cualquier cosa, rompiera la monotonía.
Kurtis se acomodó en el suelo, suspira y cierra los ojos. De pronto, una voz metálica, casi susurrante, lo sacudió:
"¿Te aburres, Kurtis?"
Los ojos de Kurtis se abrieron de golpe. Miró a su alrededor, buscando la fuente de la voz. Nada. Solo las cuatro paredes blancas y él. Se puso de pie y comenzó a caminar nerviosamente por la habitación, buscando algún indicio de que alguien más estuviera ahí.
"¿Quién dijo eso?" preguntó, su voz resonando en la habitación vacía.
Justo cuando estaba a punto de descartarlo como un producto de su imaginación, una pequeña caja gris apareció en una esquina de la habitación. Era un objeto sencillo, casi minimalista, con una pantalla verde que parpadeaba. En la pantalla, dos ojos digitales lo miraban fijamente.
"Soy Blip," dijo la voz metálica. "Tu nuevo compañero de habitación."
Kurtis se acercó a la caja con cautela. "¿Un compañero de habitación? ¿En serio? ¿Y dónde estabas escondido todo este tiempo?"
"En la pared," respondió Blip con una simpleza desconcertante. "Estoy integrado en el sistema de la casa. ¿Te gusta Korn?"
La pregunta de Blip tomó a Kurtis por sorpresa. "¿Korn? ¡Claro que me gusta Korn!" exclamó, sorprendido.
Blip sonrió en su pantalla verde. "Excelente. Escucha esto."
Y de repente, la habitación se llenó con los potentes riffs de Korn. Kurtis no pudo evitar sonreír.
Kurtis se dejó llevar por la música, su cuerpo se contorsionó en un baile salvaje y descontrolado. Y de repente, ¡BUM! La habitación blanca se transformó en un antro de rock infernal. Luces psicodélicas titilaban, creando sombras grotescas en las paredes. La música de Korn retumbaba en los oídos como un martillo neumático, y cientos de personas, todas idénticas a Kurtis en su desaliño y pasión, se movían al ritmo frenético. En un pequeño escenario, un tipo con un micrófono cantaba desgarradoramente con una voz que rasguñaba el alma, parecía como si Jonathan Davis estuviese allí en la habitación, desgarrando la canción con una energía desbordante.
Kurtis se lanzó al pogo, chocando contra cuerpos sudorosos y cabezas despeinadas. La adrenalina lo inundaba, y por un momento, se sintió invencible. Entre la multitud, bailando con una energía salvaje, vio algo que lo dejó helado. Era una chica. Una chica hermosa, con el cabello rubio platinado y largo y facciones perfectas, y un vestido rosa que parecía sacado de una película de ciencia ficción. Estaba inmóvil, observándolo con una expresión enigmática. Sus ojos, grandes y azules, parecían penetrar hasta lo más profundo de su alma.
Kurtis se detuvo en seco, su corazón latiendo a mil por hora. La música se apagó en su cabeza, y solo quedó el sonido de su propio aliento agitado. La chica era una visión, una diosa en medio de aquel caos. Y ella lo estaba mirando.
En ese momento, se sintió como un niño pequeño atrapado en un sueño absurdo. ¿Cómo era posible que esta chica, tan perfecta y serena, estuviera en medio de aquel frenesí rockero? Se quedó paralizado, embobado, mientras ella seguía mirándolo sin pestañear. Era como si los dos estuvieran conectados por una fuerza invisible, y el tiempo se hubiera detenido.
CONTINUARÁ?
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