Vivimos rodeados de opiniones, consejos y expectativas que vienen de todas partes. Nos dicen qué deberíamos hacer, cómo deberíamos sentirnos y hacia dónde deberíamos dirigirnos. Pero la verdad es que las razones para seguir luchando en la vida no pueden venir de afuera, deben ser personales, únicas, completamente nuestras. Porque, al final del día, nadie vive nuestra vida, nadie siente como nosotros ni atraviesa nuestras batallas internas. Entonces, ¿cómo no vamos a hacer nuestras las razones que nos impulsan a seguir adelante?

Creo que es fácil perderse en el ruido. La presión social, los estándares de éxito y las comparaciones constantes pueden hacernos olvidar lo que realmente importa. Nos empezamos a enfocar en metas que ni siquiera son nuestras, en sueños que parecen más un reflejo de lo que otros esperan de nosotros que de lo que realmente queremos. Por eso, detenernos a reflexionar sobre lo que de verdad nos mueve es crucial. Es un ejercicio honesto que puede ser incómodo, pero es necesario. Preguntarnos: ¿Qué quiero realmente? ¿Qué hace que todo valga la pena? ¿Qué me da fuerzas cuando parece que no queda nada?
Para mí, tiene que ver con conectar con aquello que nos llena el corazón. Puede ser nuestra familia, un proyecto, un sueño, nuestra salud, una causa que nos apasiona… no importa cuál sea la razón, siempre que sea algo que resuene profundamente en nosotros. Y si aún no la encontramos, no hay que desesperarse. A veces, las respuestas llegan cuando menos las esperamos, pero llegan. Solo debemos estar atentos y abiertos a escucharlas.

Hay algo curioso: muchas veces nos sentimos culpables de priorizar lo que queremos o necesitamos. Nos han enseñado que ser “egoístas” está mal, que debemos anteponer todo lo demás antes que nosotros mismos. Pero yo creo que entender nuestras razones personales no es egoísmo, es una forma de amor propio. Y ese amor propio no solo nos fortalece a nosotros, sino que también nos permite dar más a los demás. Cuando estamos en paz con nuestras decisiones y con lo que nos mueve, esa energía se expande y beneficia todo lo que tocamos.
Eso sí, encontrar estas razones personales no significa que siempre será fácil seguir luchando. Habrá días en los que todo parecerá cuesta arriba, en los que las dudas nos asalten y nos preguntemos si realmente vale la pena. Pero ahí es donde nuestras razones personales hacen la diferencia. Son nuestro ancla, nuestro refugio, lo que nos recuerda que cada esfuerzo tiene sentido. Porque no luchamos por complacer a los demás ni por cumplir expectativas ajenas, sino por algo que realmente importa para nosotros.

Y algo más que me parece importante: nuestras razones no tienen que ser permanentes. Pueden cambiar, evolucionar, transformarse con nosotros. Lo que nos motivaba hace cinco años quizá ya no tiene el mismo peso hoy, y eso está bien. La clave está en mantenernos conectados con nosotros mismos, en escucharnos constantemente y darnos permiso de reajustar el rumbo cuando sea necesario.
No sé qué es lo que te impulsa a ti, pero espero que sea algo que te haga sentir vivo, algo que valga la pena para ti y solo para ti. Al final, las razones personales son las únicas que nos mantienen firmes, porque son auténticas, porque son nuestras. Te deseo fuerza para seguir luchando por lo que importa. ¡Gracias por leer hasta aquí!
