La tolerancia, más que una habilidad necesaria

in blurt-188398 •  12 days ago 

La tolerancia es un tema del que todos hablamos, pero que en la práctica parece escaparse como arena entre los dedos. Pensaba en esto hace unos días mientras observaba una conversación acalorada entre dos personas que, curiosamente, compartían puntos de vista similares, pero pequeñas diferencias se convirtieron en barreras insalvables. Es curioso cómo a veces somos incapaces de aceptar que no todos pensamos igual, y que está bien.


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A menudo, confundimos tolerancia con estar de acuerdo o con ceder siempre. Pero no es eso. Tolerar es entender que existen maneras distintas de vivir, pensar y sentir, y no por eso deben ser menos válidas que las nuestras. Esto no quiere decir que tengamos que aceptar lo inaceptable, porque incluso la tolerancia tiene límites. Sin embargo, dentro de ese espectro, hay mucho que aprender sobre cómo convivir en este mundo que cada vez parece más dividido.

No puedo evitar pensar en cómo, desde pequeños, se nos enseña a competir, a ser los mejores, a destacar sobre los demás. Y está bien querer ser mejor, pero a veces esa mentalidad nos deja poco espacio para escuchar y entender. Es como si vivir en una sociedad que funcione fuera un reto constante entre egos. Tal vez por eso es tan difícil encontrar acuerdos.


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En mi caso, he tenido que trabajar en la tolerancia, porque no es algo que viene naturalmente para todos. No siempre entiendo las decisiones o formas de vida de los demás, y a veces me frustra. Pero he aprendido que cada persona es el resultado de una historia, de experiencias y de contextos que no siempre conocemos. Eso me ha ayudado a ser más paciente y, sobre todo, a no tomarlo todo como algo personal.

Hace poco, alguien me decía que la tolerancia es más que una habilidad; es un acto de humildad. Y me hizo reflexionar. Ser tolerante implica reconocer que no tenemos todas las respuestas, que no somos dueños de la verdad absoluta. Y vaya que eso cuesta. Pero, al final, creo que aceptar esta idea nos libera de esa necesidad constante de imponer, de ganar cada discusión o de demostrar que tenemos la razón.

Es cierto que vivimos en un mundo donde las diferencias parecen ensancharse cada día. Pero tal vez, si cada uno de nosotros trabajara en ser un poco más tolerante, podríamos cerrar esas brechas. No significa que el mundo será perfecto o que todos nos llevaremos bien siempre, pero sí que podríamos vivir con menos conflictos innecesarios.


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He llegado a pensar que la tolerancia es como un músculo que necesita ejercitarse. No es algo que logramos de la noche a la mañana, pero con práctica, podemos mejorar. No se trata de aceptar todo sin cuestionarlo, sino de saber elegir nuestras batallas y de dar espacio para que otros también sean y existan a su manera.

En un mundo que corre tan rápido, detenernos un momento para escuchar, para tratar de entender, puede marcar la diferencia. Porque al final, convivir es un acto de equilibrio, y la tolerancia es la base que nos ayuda a mantenernos firmes sin rompernos.


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