El día de ayer me encontré reflexionando profundamente sobre cómo los momentos de necesidad nos enfrentan con realidades que solemos evitar. No hablo solo de situaciones económicas, sino de aquellas en las que nos sentimos emocionalmente vulnerables, perdidos, o en busca de algo que no sabemos definir del todo. Este tipo de momentos, aunque incómodos, tienen un poder transformador, y he llegado a comprender que nos hacen más conscientes de quiénes somos y de hacia dónde queremos ir.

Hoy, por ejemplo, estaba tratando de poner en orden mis pensamientos. No es que algo terrible me haya sucedido, pero sentía un peso dentro, una sensación de que debía detenerme y mirar hacia adentro. Entonces salí, no tan lejos, pero lo suficiente para despejarme. Sin planearlo demasiado, terminé en un rincón tranquilo donde el viento y los sonidos del entorno me recordaron que, a veces, necesitamos desconectarnos para reconectar con nosotros mismos.
¿No les pasa? Hay días en los que la rutina y las preocupaciones nos absorben tanto que olvidamos preguntarnos cómo nos sentimos realmente. Pero en esos momentos de necesidad, cuando algo nos falta o nos duele, nos vemos obligados a parar y reflexionar. Lo que al principio parece una crisis o un vacío, luego se convierte en una oportunidad para observar nuestras vidas desde otra perspectiva.
Me he dado cuenta de que no todo lo que parece una pérdida realmente lo es. A veces, perder algo o sentir que estamos en un punto bajo de nuestra vida nos abre la puerta a nuevas formas de pensar y a aprendizajes que nunca habríamos alcanzado de otra manera. Aunque sea difícil de aceptar en el momento, lo cierto es que las dificultades tienen un propósito. Son como esas señales en el camino que nos obligan a replantear nuestra dirección.

Por supuesto, no quiero decir que todo en la vida sea aprendizaje y crecimiento. Hay momentos en los que simplemente duele, y es válido reconocerlo. No siempre tenemos que encontrarle sentido a todo de inmediato. Lo importante, creo yo, es permitirnos sentir lo que sea necesario y buscar, poco a poco, las respuestas que necesitamos.
Recordé una frase que leí hace un tiempo: "Las tormentas hacen que los árboles tengan raíces más profundas." Me parece una forma hermosa de ver esos momentos de necesidad. Lo que nos sacude, lo que nos obliga a detenernos y pensar, también tiene el potencial de fortalecernos. Pero no de manera automática. Requiere que nos involucremos con nuestras emociones y nuestras circunstancias, y que no tengamos miedo de cuestionarnos incluso aquello que dábamos por seguro.

He aprendido que, en la vida, los cambios son inevitables. Nos enfrentan a decisiones difíciles: quedarnos o irnos, seguir como estamos o arriesgarnos por algo diferente. Pero también he entendido que no importa cuán grande sea la tormenta, siempre podemos elegir cómo vamos a enfrentarla. Y esa elección, por simple o pequeña que parezca, puede marcar la diferencia entre quedarnos estancados o avanzar con una nueva perspectiva.
Al final del día, esos momentos de necesidad, aunque incómodos, nos regalan algo valioso: la posibilidad de reflexionar, de crecer y de recordar que, aun en las situaciones más complejas, hay algo dentro de nosotros que nunca deja de buscar la luz. Y quizá ahí radica el verdadero poder de vivir.
Bonita semana para todos.
