No lo sé... digo que parece ayer que nacimos, indefensos y curiosos, explorando un mundo que aún no entendíamos, y creo que difícilmente entenderemos en su totalidad. Los primeros años transcurrieron en un instante, llenos de risas inocentes y descubrimientos sorprendentes. La infancia nos envolvió con su magia, con jornadas interminables de juegos y sueños.
La adolescencia vino con sus desafíos y emociones, marcando el camino hacia la búsqueda de la propia identidad. Amores, amistades, reveses y triunfos se entrelazaron en una danza tumultuosa que nos llevó a la edad adulta. La juventud nos invitó a soñar en grande, a creer en la inmortalidad de nuestros ideales.
Con el tiempo, las estaciones de la vida cambiaron y nos encontramos en la edad adulta, enfrentando responsabilidades, desafíos laborales y personales. Los días pasaban volando y, en medio de las rutinas diarias, muchas veces nos preguntábamos a dónde se fue la frescura de la juventud y la despreocupación de la infancia.
Llegó el momento en que las arrugas empezaron a dibujar historias en nuestra piel, y las canas se convirtieron en testigos de la sabiduría adquirida con el tiempo. Miramos atrás y recordamos esos momentos que nos hicieron reír, llorar, aprender y amar. La vida se ha convertido en una sinfonía de experiencias, algunas alegres, otras dolorosas, pero todas ellas fundamentales para construir nuestra existencia vital.
Y así empezamos a darnos cuenta de que la vida es una pequeña porción de tiempo en el vasto libro del universo. Cada página que escribimos, con las decisiones que tomamos, los vínculos que tejemos y los momentos que atesoramos, significan que en este viaje efímero aprendemos que la verdadera riqueza está en el valor que le damos a cada día, en las amistades que creamos y conectamos. . , y en el amor que compartimos con todos ellos.
La vida es corta, pero intensa, y nos invita a vivir auténticamente, a abrazar la belleza de cada momento y a agradecer el regalo de la existencia. En última instancia, la breve historia de la vida es un lienzo en blanco que cada uno de nosotros tiene el poder de pintar con colores vibrantes y significado profundo.
John Lennon
Todas las imágenes son mías, a menos que indique lo contrario y pueden haber sido editadas con Canva
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I don't know... I say that it seems like yesterday that we were born, defenseless and curious, exploring a world that we did not yet understand, and I think we will hardly understand in its entirety. The first few years passed in a flash, filled with innocent laughter and amazing discoveries. Childhood enveloped us with its magic, with endless days of games and dreams.
Adolescence comes with its challenges and emotions, marking the path towards the search for our own identity. Loves, friendships, setbacks, and triumphs were intertwined in a tumultuous dance that took us to adulthood. Youth invited us to dream, big, to believe in the immortality of our ideals.
Over time, the seasons of life changed, and we found ourselves in adulthood, facing responsibilities, work, and personal challenges. The days flew by, and in the midst of daily routines, we often wondered where the freshness of youth and the carefulness of childhood went.
The time came when wrinkles began to draw stories on our skin, and gray hair became witnesses of the wisdom acquired over time. We look back and remember those moments that made us laugh, cry, learn and love. Life has become a symphony of experiences, some joyful, some painful, but all fundamental to building our life existence.
And so, we begin to realize that life is a short sheet of time in the vast book of the universe. Every page we write, with the decisions we make, the bonds we weave, and the moments we treasure, means that on this ephemeral journey, we learn that true wealth lies in the value we give to each day, in the friendships we create and connect. , and in the love we share with all of them.
Life is short, but intense, and invites us to live authentically, embrace the beauty of each moment, and be grateful for the gift of existence. Ultimately, life's short story is a blank canvas that each of us has the power to paint with vibrant colors and deep meaning.
John Lennon
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