Muchas veces, no entendemos los caminos misteriosos que toma la vida para nosotros; Tal vez sea que busca lo mejor para nosotros, no lo sé, pero no siempre nos da aquello que queremos, sino lo que justamente necesitamos para vivir... o al menos, sobrevivir, porque el trabajo que tenemos que hacer nosotros es mejorar cada día a partir de allí.

Cuando me hice este planteamiento, me negué a creerlo.

— ¿Cómo es posible que el responsable de ponernos en esta situación nos abandone a nuestra suerte?, me pregunté muchas veces.

Después de leer muchos libros... ¡Y vaya que he leído muchos!, encontré uno en particular que, además de capturar toda mi atención, me abofeteó el intelecto y me dio muchas respuestas.

El libro del que les hablo se titula: Muchas vidas, muchos maestros, de Brian Weiss.

— ¿Qué clase de libro es este?

Jamás hubiese leído libros que tocaran temas que tienen que ver con la vida, la muerte, y lo que hay más allá porque consideraba que no tenían ningún tipo de fundamento.

— ¿Acaso Jesús, el hijo de Dios, habló de lo que hay en el más allá? ¿Y si toda esa historia es la mentira más divulgada en el mundo?

Recuerdo que una vez, a mis 17 años, alguien me mostró un libro en mi trabajo; La portada fue lo que más me llamó la atención, porque aparecía el rostro de alguien que se estaba cayendo en pedazos, como si formara parte de un rompecabezas; el título era: Jesucristo, o la historia falsificada.

Creo que podrán entender el impacto que causó en mí, pues, apenas tenía un poco más de un año que había aceptado entregar mi vida al Señor para convertirme en un predicador que ayudara a rescatar almas de las garras del pecado. Miro hacia atrás, y al verme, veo a aquel muchacho de 1.83 metros de altura, flaco como una soga, pero con ganas de evitar que más personas, al morir, no fueran a la presencia del Señor.

¡Qué alma tan noble! Llena de sueños de libertad y de amor por los demás.

Y es que el Universo, Dios, el Eterno, o como quieran llamarle, hace como quiere sin pedir permiso, pues, todo está bajo su control y nada queda fuera de su poder. ¡Es como el viento! Nadie lo ve, pero sabemos que está allí, sabemos desde donde sopla, pero no sabemos de donde viene, ni tampoco a dónde va.

Él, esa fuerza divina que, tan solo con su palabra, inició el desorden más ordenado en la expansión, y decidió donde quedaría cada cosa. En Él, no existe la nada, pues, todo tiene un propósito. Y si cada cosa que existe, la veamos o no, tiene un propósito... ¿Qué pasa con cada uno de nosotros?

Fue a partir de ese momento, después de más de 30 años como predicador de los principios universales que nos transforman como mejores seres humanos, que comenzó a cobrar sentido tantas cosas en mi vida, pues, a medida que pasaba el tiempo, iban apareciendo delante de mí, libros y personas con muchas historias en las que encontraría las respuestas más inverosímiles que tanto necesitaba aprender.

Fue de allí en adelante, que entendí que somos seres espirituales, quienes tomamos la decisión de venir a este mundo a vivir experiencias humanas que nos permitirán crecer para ayudar a quienes apenas se inician en la búsqueda de su propia felicidad.

La divina respuesta siempre la encuentro en los libros, de allí, mi amor por ellos, en las personas que llegaron antes que yo, y hasta en una conversación de un inocente niño.

Venimos a este mundo, plenamente equipados, para enfrentar cualquier situación en la vida, pero queda en nuestras manos, aprender a desarrollar las habilidades y el talento para usarlas con maestría.

¿Cuánto tiempo se necesita para convertirse en el mejor guerrero samurái o en un temible soldado espartano?

De la misma forma, he entendido que, somos nosotros los que tenemos que hacer lo necesario para adquirir las habilidades y destrezas que nos ayudan a escalar cada uno de los niveles que tenemos que aprender y dominar, para enseñar a otros con menos valentía o experiencia.

Nada es casualidad; Todo viene por algo, y se va por la misma razón.

¿He de sentirme mal por eso?

De ninguna manera, sino más bien, debo admirar que, el diseño de las cosas está perfectamente elaborado y está sincronizado para que aparezcan en nuestras vidas en el momento justo, ni antes, ni después.

¿Adelantará la aguja de la hora al minutero y a su vez, esta irá más rápido que la aguja que marca los segundos?

¡Claro que no! Y el hecho de que no entendamos algo, o simplemente no nos guste, no significa que hubo un error de parte del Arquitecto de todo el Universo visible, y aquel universo que jamás llegaremos a ver, mientras estemos en este cuerpo.