— Hoy necesito que me ayudes a terminar de desmantelar el cielo.

— ¿La casa de la calle Emmanuel?

— ¡Esa misma! Te espero a las 8 y que venga tu compañero de trabajo.

De esta manera fui avisado del trabajo que tenía que ejecutar este día, así que, después de una noche reparadora de sueño, me levanté temprano, me acicalé, le avisé a mi compañero, y nos encontramos a la hora exacta en el lugar.

Sean todos bienvenidos a una nueva entrega de información confidencial, y no tan confidencial de mi vida laboral y recreativa, en un país que no es el mío, en una ciudad donde el clima es extremo y cambia de la noche a la mañana de frío a calor, y pues, llevando la vida como imagino que lo hacen todos los buenos migrantes en los diferentes países que nos encontramos. Así que desde aquí, un saludo para todos.

La mañana estaba fresca, imagino que a unos 20 grados, lo que nos motivó a comenzar lo antes posible, porque cuando el Sol comenzara a calentar todo, la fatiga llegaría más temprano que tarde.

Llegamos y subí a la parte de arriba de la casa mientras que mi compañero estaba en la parte interna; Los techos acumulan mucho polvo, y en su mayoría, tienen lana de vidrio para aislar la temperatura interior de la exterior. Busqué una tabla fuerte, y comencé a derribar el cielo.

Creo que no se estarán imaginando que hablo de ese lugar que está encima de nosotros, sino de la tabiquería que se construye con el objeto de ocultar las cerchas de la casa, y que en vez de colocar cielo raso, colocan láminas de yeso cartón, lo cual en mi opinión, da una mejor estética al techo interno de la casa.

Esta vez sí me vine con mis botas de trabajar, puesto que, hay mucha madera con clavos que pueden romper las suelas de goma y clavarse en la planta del pie. Comencé primero golpeando todo el yeso cartón de un ambiente (en este caso comencé por la sala) para luego continuar golpeando la madera, que son palos de 2"x 3" y 2" x 2"; A estos, con golpes más fuertes por los clavos que los sujetan.

El problema con la lana de vidrio es que da picazón donde cae, además del polvo acumulado por los años, sin embargo, había que terminar el trabajo lo antes posible para evitar ser castigados por el Sol del mediodía.

El diseño de esta casa tiene un muro que termina en punta, y cuando las tablas se despegan un poco, esas entradas son aprovechadas por las aves en la primavera para hacer sus niños. Esto me hace pensar en lo maravillosa de la naturaleza y las especies, que tiene sus formas particulares de construir lo que necesitan para preservar su especie. ¿Lo han notado? ¿Quién les ha enseñado esto? ¿Acaso lo vieron hacer a las otras aves y lo hacen por repetición tal como nosotros aprendemos a hablar?

Y es justo aquí donde examino todo; Dios (o como le quieran llamar), nos ha creado y ha insertado dentro de nosotros todos los talentos y herramientas que son necesarias para ser exitosos en este planeta, no obstante, el miedo al fracaso, al rechazo y a la derrota, de alguna manera nos paralizan, pues es el cerebro que rechaza enfrentar esas emociones que nos pueden causar daño, pero que también nos fortalecen y nos hacen más ágiles respecto a la toma de decisiones.

Somos nosotros los que debemos enfrentarnos a esos miedos, descubrir en nosotros las capacidades que tenemos y trabajar en ellas para perfeccionarlas y brillar en este mundo sin la necesidad de opacar la luz de otros.

Ahora, volviendo a mi diario, encontré un nido en la parte más alta de la casa, y aunque ya estaba vacío, quizás tenega muchas historias que contar si hablara.

Anteriormente, ya habíamos quitado parte del cielo en los otros ambientes de la casa, y para proteger un poco las cosas que están dentro, colocamos encima de la estructura nueva, láminas de OSB, que, para quien no sepa que es esto, son tableros rígidos construidos con virutas de madera de pino y resina que se prensan para darle el aspecto que tienen.

Caminar encima de la estructura se hacía fácil con esos tableros, y moverlos para terminar el trabajo, no era algo complicado.

La jornada fue rápida; Siempre pienso que cuando hay buena actitud y motivación en el trabajo, todo fluye mejor.

Al final, de la tarea, fuimos debajo de los árboles, mientras terminaban los otros dos su tarea. Mientras esto ocurría, conversaba con mi compañero de trabajo, que ha resultado ser un buen amigo. No tenemos los mismos gustos por la música ni por la comida, pero hemos aprendido a respetar nuestras diferencias, y a tocar temas que son preocupantes para el bienestar familiar, pues está pensando emigrar a USA cruzando el Darién.

Sea como sea, nos apoyamos, y mantenemos buena amistad. ¿Nos enojamos? Claro que sí, pero no es motiva para romper con la amistad, que es el tesoro más preciado que ser humano alguno pueda tener, y esto lo tenemos presente.

Luego de esta tarea, nos fuimos al local que estamos terminando para finalizar la jornada de 7 u 8 horas de trabajo diario. En ocasiones, los sábados terminamos a las 2 pm, y esto es bueno porque nos permite descansar más y salir a algún lugar a distraernos en familia, o desestresarnos solos en cualquier plaza. Lo importante es no llevar el estrés, del día a día, a nuestras casas, de manera que la armonía fluya en todo momento en ese espacio al que todos llamamos hogar.

Así terminó mi jornada laboral, o al menos, esta parte de desmantelar el cielo en este lugar.