El mundo de Carmina. (Historia de Ficción)

Hoy leí la invitación de @angelica7 a participar en el Concurso de colores de octubre en #blurt.

(Si aún no la has leído te la dejo por acá:
https://blurt.blog/blurt-1683810/@angelica7/october-color-contest-on-blurt-1696951421107)

Así que me animé con este #relato de #ficcion titulado:

"El mundo de Carmina."

Carmina era una hermosa joven que vivía en las afueras de Manta, una gran ciudad. Allí, en su rinconcito sereno y tranquilo ella era feliz.

Su casa era humilde pero acogedora. No poseía lujos más contaba con lo necesario para vivir. A falta de adelantos tecnológicos le sobraba naturaleza en todo su esplendor.

Nada como despertar contemplando un hermoso amanecer, mientras los rayos de sol entraban por su ventana y los sinsontes trinaban sus mejores melodías.

-¡Esto si que es vida! ¿Qué más podría pedir?- Se repitía cada día, esbosando una sonrisa.

El aroma de un café recién colado perfumaba la cocina y se extendía más allá del palmar, arrastrado por la fresca brisa.

Recogía la cosecha fruto de sus manos y las colocaba en bolsas, colgando de la cerca, junto al letrero azul y rojo que decía:

-Tómelas, también son suyas. La naturaleza es de todos.-

De vez en cuando algún citadino pasaba y recogía varias bolsas. Mientras ella observaba en silencio a través de la ventana, limitándose a saludar con la mano, orgullosa de su bondad.

Fue así como conoció a Erik, un joven empresario cuyo hobby era el ciclismo.

-Son las naranjas más dulces que he probado en mi vida.- Le dijo un viernes en la tarde, mientras Carmina se sonrojaba.

Pero él quería más que sus naranjas... Y ella lo supo.

Ahora regaba sus plantas y flores con los ojos llenos de brillo, repitiendo incansablemente la canción preferida de su madre.

-Madrecita, si estuvieses aquí conmigo. ¡Cuánto necesito tus consejos!- Decía mirando al cielo. Y una suave brisa perfumada de jazmines la envolvía por unos segundos.

Poco a poco Erik fue haciendo entrada en su vida. Los fines de semana la agasajaba con deliciosos bombones de chocolate, dulces finos y hasta un hermoso vestido rosa, su color preferido...

Ella agradecía todo con profunda humildad. Mientras él le hablaba de la ciudad lo escuchaba curiosa imaginando cada lugar descrito.

Pero los lunes su vida quedaba tan vacía como los estuches de las golosinas obsequiadas. Y otra vez se volcaba en sus animales, su tierra, sus amaneceres...

Así pasó un año de idas y venidas, de cariños a medias, de cuerpos que se entregaban al placer dos días por semana. Hasta que él quiso más de ella y la invitó a la ciudad.

Carmina tomó por primera vez el camino a la estación de trenes.

Se sentía nerviosa y confundida pero Erik confiaba en que todo iría bien, que se acostumbraría a esa nueva vida.

-Un día a la vez, Carmina. Verás como le tomas el gusto a la gran ciudad de Manta.- Le decía el joven. Pero se equivocaría...

Sobraban luces pero a ella le faltaban su sol y sus estrellas. Todo a su alrededor se perfumaba más no a jazmines y violeta, sus flores preferidas.

Le faltaba azul al cielo y pureza al aire que respiraba. La soledad la acompañaba ocho horas por día mientras Erik detrás de un computador se enfrascaba en ganar más dinero.

Recordaba su casita con tristeza. Pensaba en lo alta que estaría la hierba, en las aves cantando junto a la ventana cerrada, en la cerca que papá había construido.

Miraba al cielo buscando el consejo de su madrecita más no obtenía respuesta.

Fue así como luego de tres meses que se le antojaron siglos, ella tomó el tren de vuelta a sus raíces.

Miraba a través de las ventanillas y sonreía sintiéndose en casa. El amor verdadero jamás la obligaría a dejar de ser ella misma.

-Si no alcanza a comprenderme es porque en verdad no me ama, ¿verdad madrecita?- Y el aire fresco sacudió sus cabellos sueltos en lo que consideró una tierna caricia como la respuesta que buscaba.

Allí en su humilde casita nunca se sintió sola. Ni siquiera cuando aquel fatal accidente le arrebató a sus padres.

A sus dieciocho años supo que en aquel rinconcito lo tenía todo, por eso renunció a la alta suma de dinero que le ofrecieron en compensación de aquel conductor ebrio que le arrebató su familia.

Decidió continuar allí, donde comenzó su vida, en ese lugar sereno y tranquilo al que consideraba todo su mundo.

(Fin)

Historia de Ficción creada para el concurso de #Blurt

Imágenes Propias tomadas con el móvil. Prohibida su distribución.

Banners propios.