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En un pequeño pueblo había dos panaderías que se encontraban una en frente de la otra: Espiga de Oro y Delicias Tradicionales eran sus nombres, ambas llevaban más de cincuenta años sirviendo a la comunidad. Espiga de Oro comenzó a generar más popularidad gracias a que progresó en cuanto a innovación de sus recetas y también por las atractivas promociones que hacían que muchos de sus clientes comenzaran a recomendar a otros potenciales compradores diarios.
Al principio, la competencia entre las dos panaderías era sana, al principio, los dueños incluso se saludaban cordialmente e intercambiaban consejos sobre el negocio cada vez que el tiempo se los permitía, sin embargo, empezaron a surgir problemas, puesto que el propietario de Espiga de Oro, ansioso por acaparar más y más clientes, implementó tácticas agresivas para hundir a Delicias Tradicionales.
El dueño de Delicias Tradicionales, al notar la disminución en las ventas diarias comenzó a investigar y descubrió que los empleados de Espiga de Oro estaban promoviendo una campaña de desprestigio al asegurar que en la competencia los productos utilizados no eran frescos y que el lugar no cumplía con ninguna norma sanitaria que se debían cumplir para funcionamiento... por su puesto, todo era falso, pero esto deprimió al dueño de Delicias Tradicionales, pues no solo se sintió derrotado, porque de hecho, su rival en el medio del mercado, estaba amparado por la ley, ya que tenía todos los documentos en regla, sino que se trató del chisme destructivo boca a boca.
Habló con sus empleados y ellos lo animaron a que siguiera adelante con su negocio independientemente de lo que en el otro establecimiento dijeran, que los verdaderos clientes, los fieles, sabrán que todo se trataba de calumnias por una competencia innsana, abusiva, acaparadora y sobre todo, desleal.
Todo sonaba a bonitas palabras, pero no a hechos con números, pues el dueño de Delicias Tradicionales tenía que pagar por los insumos a los distribuidores y a quienes cooperaban con él en la venta, el despacho y el servicio integral para sus clientes, lo único rescatable era que el local en donde tenía la panadería era de su propiedad, pues lo había heredado de sus abuelos paternos.
¿Qué acción tomaría para no ver el fruto del trabajo esforzado de tantos años tirado por la borda solo por individuos que con tal de alcanzar la cima del éxito ocupan técnicas oscuras que los lleven a su objetivo?
Este corto relato que no tiene un final aparente es parte de lo que propietarios de negocios (físicos e incluso ahora online) tienen que atravesar cuando se chocan con los términos COMPETENCIA DESLEAL.
Hace algunos años (2018), el programa Séptimo día nos cuenta, en la primera parte de la entrega, acerca del poder de la palabra, del chisme, de la mala voluntad que acabó de manera irreversible con el negocio que una familia tenía y que era el único sustento con el que contaban.
Si bien es cierto el enfoque completo del segmento no habla del tema de manera directa, sí que nos deja ver claramente lo que puede causar un rumor cuando este triunfa y no tiene límites, es que los rumores forma parte fundamental de los cimientos que albergan a la competencia desleal.
Tengamos en claro que el simple hecho de existir en el denominado mercado ya genera dos posibles efectos jurídicos: beneficios (incluyendo el papel neutral de este ejerciendo de motor económico posible mediante sus reglas) y daños (originados por el corte temporal del mercado debido a las vastas posibilidades generales y específicas de satisfacción de las demandas).
Entonces, la competencia es saludable, beneficiosa siempre y cuando tenga sus bases bien cimentadas en la cooperatividad y el respeto, ya que el éxito verdadero no tiene que venir a expensas de los demás, tampoco de la destrucción del buen nombre del prójimo, sino que puede y debe alcanzarse a través de lo ético, de la unidad, de la sinceridad, pues solo así alcanzará un crecimiento integral que se vuelva duradero y sostenible.
El conflicto de intereses en estas situaciones surge de una competencia a la que se define con los actos de rivalidad empresarial que acontecen como axiomas concurrentes por idénticos propósitos aunque utilizando medios idénticos, por consiguiente, la competencia se integra en el comportamiento conjunto de varios sujetos y no queda circunscrita a los efectos producidos por su actividad, siendo este comportamiento letal o no a otras tipicidades, dependiendo de que concurra de forma lícita o desleal.
La competencia es un elemento inherente al mundo de los negocios, actuando como un motor que impulsa la innovación, la eficiencia y la mejora continua. Sin embargo, es esencial que esta competencia sea sana, es decir, que se base en principios éticos y legales, y no en prácticas desleales o destructivas. Mantener una sana competencia dentro del esquema de negocios es crucial para el desarrollo económico, el bienestar de los consumidores y la sostenibilidad de las empresas.
Una de las principales ventajas de la competencia sana es su capacidad para fomentar la innovación. Cuando las empresas compiten de manera justa, se ven obligadas a buscar constantemente nuevas formas de mejorar sus productos y servicios, esto no solo beneficia a las empresas en términos de crecimiento y desarrollo, sino que también proporciona a los consumidores mejores opciones y soluciones más avanzadas a sus necesidades.
La innovación es, en muchos casos, el resultado de un entorno competitivo donde otros invierten en investigación y desarrollo para diferenciarse de la competencia, todo se vuelve un mercado dinámico que estimula a no conformarse con el status quo para que se decida tomar el camino de la exploración en nuevos procesos y modelos, entonces el ciclo mejora de manera continua abriendo puertas hacia el progreso económico y social del entorno.
La competencia impulsa también a la eficacia, puesto que en un entorno en donde varias compañías compiten por el mismo segmento de mercado, la presión por reducir costos y optimizar recursos se intensifica. Esto conduce a una mejor utilización de los recursos disponibles, minimizando el desperdicio y maximizando la productividad, además, la calidad de los productos y servicios mejora cuando las empresas atraen y retienen clientes al ofrecer alta calidad, se crea entonces así un círculo en expansión en donde quien consume se beneficia y se mantiene fiel y satisfecho.
Esto lo escribo por un asunto que ocurrió en el trabajo con una compañera, ya que su madre tiene un negocio de bufets con el que incluso le pagó la colegiatura y la universidad a cada uno de sus hijos, pero que ahora está sufriendo un debacle, pérdidas monetarias importantes solo por rumores, por información falsa, por mala fe y hasta envidia.
Estoy de acuerdo con la competencia sana, en ese impacto positivo hacia el cliente o consumidor de determinado servicio, lo sé porque trabajo en un área de alto flujo de personas a las que debo recibir y con las que debo llegar a mejores acuerdos para que todo funcione bien en el área que me asignaron.
Sé que los mercados están a tope, pero al estar en ambos bandos, tanto como cliente, así como administradora de un negocio, las personas disfrutan de la variedad de opciones con precios justos, y esto quiere decir que si se una empresa se decide a cobrar caro, no lo haga solo por el nombre de la empresa que ha ganado prestigio con los años, sino porque ofrecen productos de calidad.
Muchos emprendedores, microempresarios y personas que se encuentran en el área de negocios quiere ganar más de lo invertido y eso está bien, sino no se llamaría negocio, pero todo esto falla cuando solo quieren ganar e incluso para conseguirlo bajan la inversión cambiando los productos a otros con menos calidad, pero no bajan el precio final para lanzarlo al mercado, sino que lo incrementan, este fenómeno muy común en nuestros países considero que también es parte de la competencia desleal.
La transparencia y la honestidad en las prácticas comerciales son más prevalentes en un entorno de competencia sana, por eso es que los consumidores pueden tomar decisiones más informadas cuando las empresas son claras sobre sus productos, precios y políticas, pero si no...
Una sana competencia no solo se refiere a la lucha por el mercado de élite, sino también a cómo se lleva a cabo esta lucha, si es con ética, si son prácticas comerciales justas, si existe claridad en las normas legales y morales esenciales para evitar el monopolio, el fraude y otras prácticas desleales.
Las empresas que compiten de manera ética no solo construyen una mejor reputación, sino que también contribuyen a un entorno de negocio más estable y predecible. La responsabilidad social corporativa y el compromiso con el bienestar de la comunidad son componentes clave de esta ética, asegurando que las empresas no solo busquen beneficios económicos, sino también contribuyan positivamente a sus clientes y potenciales clientes.
Las prácticas desleales pueden proporcionar ganancias rápidas, y sí que lo hacen, pero suelen ser insostenibles y pueden llevar a la pérdida de confianza de los consumidores cuando se descubren sus tretas ocasionando incluso sanciones legales y daños a la reputación.
Para ya finalizar, pienso que el desempeño de actividades deshonestas y engañosas por parte de sujetos particulares ha sido motivo, a través de la historia, de un considerable rechazo de todas las sociedades. En efecto, cada país ha reglamentado los límites de autorregulación entre la publicidad como medio de promoción de actividades económicas y los derechos o expectativas de otras personas sobre determinados supuestos de hecho, en los que se sustentaban las ofertas y promesas publicitarias.
Esta creciente protección jurídica de ciertos bienes, derechos e intereses individuales nacientes fuera del comercio ha dado lugar al desarrollo de distintas figuras legales, tanto de derecho privado como de derecho público, con la finalidad de prohibir ciertos comportamientos tendientes a explotar de forma desleal a los titulares de dichos bienes, derechos e intereses.
Aunque a veces todo lo legal y lo correcto queda en papeles porque las palabras o las acciones que incrementan hechos desfavorables ya se regó como pólvora que necesita nada más de una chispa insignificante para dar inicio a los desastres.
Esto sin duda es un Thumb down!
Gifer
Espero, aunque con poquita fe y de todo corazón, que la situación del negocio de la madre de mi compañera se arregle para que sigan adelante.
Amigas, Amigos, Amigues, que Dios los bendiga enormemente en este inicio de semana y gracias por la visita.
Saludines, camaradas blurtinenses!!
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