Sueño complejo

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Me invitaron a dar una charla a un grupo de adolescentes al cumplirse un año más el Día Internacional de la Higiene Menstrual, un día que marca e impulsa también la igualdad de género. Cada 28 de mayo desde el año 2014 se llevan a cabo ciertas actividades que generan consciencia, ya que en un mundo en el que vivimos, globalizado al ciento por ciento, todavía existen problemas, sobre todo relacionados con el tabú, para entender este proceso biológico que cada mujer atraviesa en una etapa de su vida, y que pese a su universalidad sigue siendo un tema cargado de estigmas y vergüenza al ser blancos fáciles de discriminación.

Esta iniciativa global destinada a visibilizar y abordar los desafíos asociados con la menstruación no solo busca educar y romper estigmas, sino que también busca fomentar políticas que aseguren el acceso a productos de higiene seguros y asequibles, instalaciones sanitarias adecuadas y educación sobre salud femenina incluso para que llegue a los sitios de trabajo y no se quede encerrada en el hogar o lo que es peor, encerrada en la cabeza de quienes viven mes a mes sus ciclos.

Este día nos muestra la realidad acerca de las opciones de gestión menstrual que incluyan productos hasta en las prisiones y en comunidades rurales, en las cuales, son limitados muchas veces por el alcance y los altos costos en fármacos para aliviar el dolor normal y artículos de higiene, lo que obliga a un sinnúmero de mujeres optar por métodos insalubres, obviamente esto puede ser el foco de infecciones y desencadenantes de otros problemas mucho más serios.

En síntesis, el Día Internacional de la Higiene Menstrual debe ser tomado en cuenta por la salud pública de cada país para así gestionar políticas que no desatiendan a un sector productivo de la sociedad, y es que se conecta perfectamente con el Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres, otro acápite con mucha más profundidad que no se aborda en su totalidad, aunque existan especialistas en el área para dar una guía completa y efectiva.

Terminada mi charla, junto con mis compañeras, repartimos a las adolescentes que asistieron los kits con todo lo necesario (porque hasta incluyó un tríptico bastante pedagógico) que les sirviera de guía en sus futuros ciclos menstruales, mientras lo hacía y luego me despedía de las chicas, recordé por un momento cuando tuve mi menarquia y se lo conté a mi mamá, luego de salir a platicar un rato con ella, me dijo que llamara a mi papá para avisarle, a lo que yo le respondí que eso era algo privado y que él no tenía por qué enterarse y más si era hombre, pero mi mamá movió la cabeza en señal negativa y respondió algo que hasta ahora me acuerdo:

Es algo tuyo, sale de ti, no deja de ser privado, sin embargo, ten en cuenta que también le compete a la sociedad en general y eso incluye por supuesto a los hombres. Tu padre no es cualquier hombre, sino quien está pendiente de todo lo que te pasa, positivo o negativo.

A veces los tabúes empiezan en el corazón de nosotros mismos, hay que liberarnos día a día de eso y todo a nuestro alrededor marchará bien, y más si está el tinto de por medio...

Camino a mi casa, mi pareja encendió la radio y justo empezó a sonar un clásico escrito por el joven Michael Jackson y que fue un éxito rotundo al estar acompañado de tantas voces geniales de la época: We Are The World.

He visto el video original muchas veces, no me canso de verlo y es justamente por el mensaje que me deja y que me llama a la consciencia, a la reflexión día a día. Todos alguna vez o muchas veces soltamos la frase: "tengo hambre", pero, ¿en realidad hemos experimentado lo que quiere decir esa palabra?

Creo que muchos de nosotros no porque enseguida (puede ser en el transcurso de algunas horas incluso), ya saciamos esa necesidad que el cerebro capta cuando tenemos el estómago vacío o tiene algún loco antojo hasta por una empanada o algo frito y cubierto con chocolate como es el caso de los churros (que me encantan).

El hambre:

Otro desafío global y una responsabilidad colectiva.

Aunque hay un día especial para recordarla (28 de mayo) y así intentar generar una pizca de consciencia en la población mundial, muy poco en realidad se ha alcanzado para poder subsanar, curar los infortunios generados que propicia el hambre en el planeta en el que vivimos.

Miro imágenes, noticias, escucho podcast acerca del tema y casi siempre se enfocan en países que viven en condiciones precarias que incluyen guerras y desestabilizaciones de tipo religioso y político, por supuesto, es un realidad, pero, también (en mi caso particular) basta con salir de mi casa todos los días para darme cuenta lo que pasa a mi alrededor con respecto a la situación de calle que experimentan coterráneos míos.

Es uno de los problemas más persistentes y devastadores que enfrenta la humanidad. A pesar de los avances tecnológicos que incluyen AI y la abundancia de recursos, millones de personas en todo el mundo todavía padecen hambre cada día, ya que no mira ni siquiera edades, cuando ingresa a un sector arrasa con todo lo que ve a su paso, y siempre me pregunto, ¿qué estoy haciendo como habitante de la Tierra?, ¿comparto?, ¿desperdicio?, ¿ayudo?, ¿soy indiferente?

Vivimos en una era de innovación sin precedentes, donde los progresos en la agricultura y la tecnología han incrementado la producción de alimentos de manera exponencial, sin embargo, esta abundancia contrasta brutalmente con la realidad de muchas comunidades en países en desarrollo y, sorprendentemente, también en regiones desarrolladas. La paradoja de la abundancia —donde hay suficiente comida para alimentar a toda la población mundial, pero aún así, millones sufren de hambre— es una de las contradicciones más dolorosas y emblemáticas de nuestra era.

Las causas del hambre son multifacéticas y complejas. No se trata únicamente de la falta de alimentos, sino de una red intrincada de factores que incluyen la pobreza, la desigualdad, los conflictos, los desastres naturales, y el cambio climático.

La pobreza (palabra que les encanta usar a los políticos en sus campañas) provoca una falta terrible de acceso a recursos financieros, esta podría ser una de las principales causas del hambre, y es que las personas que viven en la pobreza extrema no pueden permitirse comprar alimentos suficientes y peor nutritivos o necesarios para sus condiciones de salud, porque por ejemplo, muchos son afectados con alergias al gluten y ni pensar que pueden alcanzar a probar alimentos libres de gluten como pan con masa elaborada a base de harina de almendras, y es que que las empresas que los fabrican los venden a precios elevadísimos... puro marketing muchas veces. La pobreza perpetúa un ciclo vicioso de malnutrición y enfermedad que impide a las personas mejorar sus condiciones y calidad de vida.

La desigualdad en la distribución de las riquezas también es un factor concluyente, determinante para que aparezca el fantasma del hambre, esto exacerba el problema del hambre, por ejemplo, en las comunidades marginadas, incluyendo mujeres y minorías, suelen ser las más afectadas.

Y eso que no menciono acerca del cambio climático que por más cumbres que se realicen, todo sigue igual, no hay arreglos de nada, y creo que no lo habrá porque cada representante solo va para conocer el país en donde se realiza el programa, pero cuando se trata de abordar el tema con seriedad para que sea aplicado en cada nación, pues cada quien tira el agua para su molino, como dice el dicho popular.

El hambre tiene consecuencias devastadoras, no solo para los individuos que la sufren, sino también para la sociedad en su conjunto, la malnutrición afecta el desarrollo físico y cognitivo de los niños, lo que resulta en una generación menos preparada para enfrentar los desafíos del futuro. Los adultos que padecen hambre tienen menor capacidad para trabajar y contribuir a la economía, perpetuando el ciclo de la pobreza y el hambre, además, la inseguridad alimentaria puede generar inestabilidad social y política, exacerbando conflictos existentes y creando nuevos.

Combatir el hambre es una responsabilidad colectiva que requiere la acción coordinada de gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y ciudadanos. Es fundamental promover políticas que aborden las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, como la reforma agraria, la mejora del acceso a la educación y la salud, y la implementación de redes de seguridad social.

Las organizaciones internacionales, como el Programa Mundial de Alimentos, desempeñan un papel crucial en la entrega de asistencia alimentaria en situaciones de emergencia, sin embargo, la ayuda humanitaria no es suficiente. Es necesario entonces desarrollar soluciones sostenibles que incluyan el fortalecimiento de la capacidad local para producir y distribuir alimentos de manera eficiente y equitativa.

Las empresas tienen la responsabilidad de adoptar prácticas que no perpetúen la explotación y el desequilibrio económico, el sector privado puede contribuir significativamente a través de la inversión en tecnologías agrícolas sostenibles y el apoyo a los pequeños agricultores.

Y vuelvo a la pregunta que siempre me planteo: ¿qué estoy haciendo como habitante de la Tierra?, ¿comparto?, ¿desperdicio?, ¿ayudo?, ¿soy indiferente?

Creo que como seres individuales podemos influir en el cambio a través de nuestras elecciones diarias y el activismo, el apoyar a organizaciones que luchan contra el hambre, reducir el desperdicio de alimentos y abogar por políticas más justas son solo unas pocas y algunas de las maneras en que podemos contribuir, aparte claro de realizar donaciones directas (a personas que te piden un pan en la calle, no le niegues ese derecho a comer, tal vez ese alimento sea su única comida del día), o indirectas (a instituciones creadas sin fines de lucro).

El hambre es un flagelo que refleja las fallas estructurales de nuestro mundo globalizado, superarlo requiere no solo de compasión, sino de un compromiso decidido y acciones concretas a todos los niveles de la sociedad. Enfrentar el hambre es una prueba de nuestra humanidad compartida y de nuestra capacidad para construir un futuro más justo y equitativo, entonces, a cada paso que demos hacia la erradicación del hambre es un paso hacia un mundo donde todas las personas tengan la oportunidad de vivir con dignidad y esperanza.

Es un sueño complejo de realizar, pero no inviable, solo depende de cada uno de nosotros.

Amigas, Amigos, Amigues, que Dios los bendiga enormemente y gracias por la visita.

Saludines, camaradas blurtinenses!!

 @hilaricita.gif

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