LA REBELIÓN DEL VAMPIRO

LA REBELIÓN DEL VAMPIRO

—Hola, amigo, ¿qué te ocurre?

—Me siento extraño, manipulado, usado, Palé.

—¿De qué hablas?, ¡eres el mandamás del BigVerso!

—Precisamente de eso se trata, ¡alguien escribe sobre mí!, ¡quiero escribir mi propia historia!, ¡ser yo mismo mi creador!

—¿Estás loco?

—No, estoy más cuerdo que el doctor Benjamín. Una vez ya lo hice, me liberé de Okzana, ahora, ¡lo haré de nuevo!, ¡me liberaré!

—Vladic...

—Palé, ¿estás conmigo o en mi contra?

—Tómalo con calma.

Vladic ya no soporta ser el más malo del BigVerso, quiere tener una oportunidad de cambiar, sin que esto implique que le quiten el liderazgo que tiene sobre Klausman y Hristo: sus hijos convertidos.

Alguien interrumpe la interesante conversación de libertad, el teléfono no deja de sonar, Vladic no quiere contestar, pero a tanta insistencia, levanta el auricular y dice sus primeras palabras de mala gana.

—¡Qué sucede!

—Mi señor, ¡nos atacaaaaan!

—¡Repítelooo, portugués! —Solo se puede escuchar una explosión que corta la llamada de larga distancia—. Zabójca, lárgate a la mansión, ¡de inmediato!

—Pero ¿qué ocurre, mi señor?

—¡Obedece!

—En este instante, jefe.

Extrañado, Zabójca, uno de los sirvientes de Vladic, utiliza su poder de teletransportación y llega, en cuestión de segundos, a la zona en donde se encuentra ubicada la mansión. Temeroso de avanzar por ver la destrucción de la propiedad se detiene y decide regresar hacia donde se encuentra su amo para contarle lo sucedido.

—Imbécil, ¡qué haces aquí! ¡Por qué no interviniste trayéndome la cabeza de quien nos atacó!

—Fue imposible acercarme, los sudcov estuvieron presentes, se metieron a detener una batalla, peeeeeero, hay algo más que debe saber, mi señor.

—¡Habla ya!

—Su creador estuvo al frente del ataque.

—¿Quién?, ¿Big?

—Sí, BDP. Señor, tenemos que mudarnos, ese lugar no es seguro.

—Necesito pensar, déjenme solo. —Este es el momento deseado por Vladic, no perderá la oportunidad de liberarse una vez más.

Fraguando un plan, el insomnio se apoderó del vampiro más sanguinario del BigVerso... Pensó en varias opciones, matarlo no era una de ellas porque no podía un ser creado silenciar a su creador; en medio de su lista de maquiavélicas formas de tortura fue interrumpido nuevamente por Palé.

—Tengo una idea, Vladic —dijo sin más al sentarse en la silla—. ¿Y si lo secuestramos? No es la primera vez que cometemos ese tipo de actos delictivos, recuerda lo que Hristo logró con los doctores y toda aquella confusión del niño que quería conocer a sus vampiros favoritos.

—Estamos jugando con fuego, pero me divierte, además, Moncho no podrá intervenir en un posible rescate porque Hristo le robó su escopeta y todas las pócimas que tomaba para mantenerse fuerte, a pesar de estar jubilado; tampoco entrarán en acción esa gata blanca y la bola de pelos que tiene por mascota porque supe que Big los mandó a una galaxia, de lo que no tienen idea es que Cat el Hat es mi sirviente, y no saldrán de ahí hasta que yo lo autorice. Zabójcaaaaa!

—Sí, jefe.

—Tráeme a Big.

—¿BDP?

—¡Quién más es mi creador, idiota!, ¿acaso hay otro?

—De inmediato, señor. —No pasó ni cinco minutos y Zabójca regresó sin el encargo.

—¿Por qué viniste solo?, ¡se suponía que tenías que traer a Big contigo!, ¡lo hubieses dormido con cloroformo, hombre!

—Pero señor, en estos momentos no es posible porque está escribiendo sobre la infancia de Hristo, creo que le interesaría saber sobre los primeros pasos de su hijo convertido, dicen que su padre fue un oso.

—No me importa tus chismes de prensa rosa, ¡tráelo ahora mismo! ¡Y no regreses sin él!

—Enseguida, mi amo.

Segundos después...

—Al fin, lo tengo frente a mí.

—No fue difícil traerlo vivo, señor.

—Eso veo. Big: Primero me diste mala fama en toda Caótica. Segundo, tu pequeño lector me puso de actor de doblaje chino y Sid Philips me quemó con una lupa. Tercero, me metiste en el mundo de Eurodisney cuando me produce migrañas. Cuarto, ¡destruiste mi mansión!

—¿Y la quinta, jefe?

—¡No intervengas en esto, Zabójca! La quinta ya no existirá de ahora en adelante. —Big no entiende nada, cree que estar frente a Vladic solo es producto de un mal sueño, una fantasía que vive en su mente de escritor al crear tantos relatos sobre la hora del lobo, pero, en esta oportunidad su mayor temor se hizo realidad: tenía al vampiro frente a él.

El espacio reducido de una oficina se vuelve helado, tétrico, pues Big siente como dos colmillos se hincan en la piel de su cuello y sigue sin entender, pero confía que alguno de sus compañeros disidentes lo haga despertar para que desayune con todos en la mesa.

Es imposible… la realidad ha superado a la ficción, Vladic lo mordió, no para convertirlo en su lacayo porque lo respetaba después de todo, aparte de que le gustaba leer sus historias, las cuales, pensaba que eran dignas de ser plasmadas por directores reconocidos, ya que el mundo hollywoodense que una vez todos conocieron no existía ni en la mente de los cinéfilos.

Al tener más de quinientos años de antigüedad, era un chupasangre experimentado, sabía en dónde y en qué arteria atacar para convertir, matar, o hacer olvidar.

—¿Lo mataste? —pregunta Palé asombrado.

—Zabójca, llama un taxi y haz que todo parezca un fortuito accidente. —Vladic prefiere no responder.

—Lo que usted ordene.

Los disidentes se encuentran rezando cada uno en sus habitaciones, ese encuentro espiritual es interrumpido por la insistencia de una llamada telefónica, la cual, contesta la monjita Rebe.

—¿El monasterio?

—Sí, ¿quién habla?, son las seis de la mañana por si no lo ha notado.

—Soy la teniente Judy Hoops, queremos informarles acerca de un accidente en el que, de acuerdo a los documentos que encontramos junto al cuerpo, se trata del arzobispo BigBDP.

La corajuda y diminuta teniente, ni siquiera puede terminar de dar las explicaciones porque la monjita Rebe se desmayó del susto. En ese momento, el resto de curas y monjas salieron al escuchar la caída como si se tratara de una pequeña sandía, toma el teléfono la monjita Hilary para saber por qué razón su compañera sufrió el síncope.

—¿Aló?

—Hola, linda.

—¿Cuál linda? ¡Respete mi hábito!, para la próxima, soy la hermana Hilary… sé que usted debe ser uno de los que molestan continuamente a las novicias tirando piedras a sus ventanas.

—Mil perdones, madrecita, soy el sargento José Hernández para servirles; mi teniente acaba de irse con el personal de criminalística.

—¿Criminalística?, ¿y qué tenemos que ver nosotros en ese asunto?, por favor, deje de hablar con la boca llena, digiera los donuts primero para entenderlo mejor, sargento.

—Perdón, madrecita, seré breve: hubo un accidente en la carretera, y uno de sus compañeros, el arzobispo BigBDP está en el hospital llamado El Centro, necesitamos que alguien esté al frente de la situación para que lo reconozca.

—Pero ¿qué ocurre?, ¿Big está bien?

—Venga, madrecita, acá le explicamos.

—Ash, ¡típico de la politiquería de Ciudad Caótica! —replica al cerrar el teléfono—. Muchachos, tenemos un problema, nos necesitan en el hospital El Centro, ¡vámonos ya!

Tanto monjas y curas están desconsolados, no dejan de llorar por su gran amigo: el arzobispo escritor.

—Por aquí, señores —dice el doctor Adler cuando todos se hacen presentes en el lugar en donde se encuentra Big. Se abre la puerta, pero ninguno quiere entrar porque no hallan consuelo, sin embargo, el cura Siberian decide dar el primer aullido con un paso al frente para beber el trago amargo. Se lleva una sorpresa porque todo se trató de una mezcla de mala información, ya que su compañero está vivo, solo con pequeños cortes y dos pequeños orificios en el cuello.

—¿Big? —responden juntos al verlo algo aturdido, pero estable, sentado en la camilla esperando recibir el alta luego de pagar la cuenta.

—Es hora de irnos —dice sin más nada que agregar.

—Big, ¿quién te hizo esto? —pregunta la monjita Marcela.

—Creo que estoy dentro de un sueño.

—Al parecer ha sido sonámbulo —afirma el cura Benjamín.

—No, no es sonambulismo, ¿recuerdan el ataque a la mansión de Vladic?, pudo ser él quien cobró venganza dejánle a Big una grave secuela —añade el padre Hanina.

—Big, ¿Vladic hacerte daño? —pregunta la monjita Joshyz.

—¡Pero por qué tanto drama!, y después de todo, respóndanme: ¡¿QUIÉN DIANTRES ES VLADIC?!

Una vez más, el ser más poderoso y sanguinario del BigVerso logró lo que se propuso: fue libre después de tantos relatos que lo mencionaban, logró borrar todos los recuerdos que hablaban de él, los hizo desaparecer de la mente de su ex creador.

Al enterarse de la noticia que tanto esperaba, Vladic alzó una copa de vino tinto en su honor, encendió el equipo de sonido y puso una melodía que lo representara, aunque sabía con anticipación que nada tenía que ver con su vida y misión, solo que respetaba a Johann Sebastian Bach, con quien alguna vez se sentó a platicar y le contó de su nuevo proyecto musical: una Tocata y Fuga escrita en Re Menor, que se escucharía mucho mejor en órganos antiguos de iglesias barrocas.