Hay una frase perfecta para esto que quiero compartirles, caras vemos, corazones no sabemos. Cómo saben algunos, el año pasado decidí entrar en el gimnasio por cuestiones de salud que me venían afectando a pesar de mi terquedad en no necesitarlo. La hija de una amiga de mamá me dió el número de teléfono donde entrenaba su novio, que resultó ser el hermano de la novia de mi entrenador. El caso, con ellos me llevo bien y más cuando un compañero de entrenamiento en una hora después a la que suelo entrenar me pidiera ayuda para sustituir su horario y ayudar al coach ya que sería intervenido quirúrgicamente para extraerle 3 hernias y la varicocele, esa persona resultó ser compañero de trabajo de mi papá. Cómo ven, todo parece ser un círculo, por eso es que dicen que el mundo es pequeño, y con esto lo certifico.

Todo comenzó bien, y sobre todo porque siento que aprendí mucho, cosas que en mi vida pensaba aprender, que no se me pasarían por mi cabeza, pero que estoy agradecido con Dios y con la vida de ponerme ese reto en mi camino, una de las cosas más reconfortante, no solo por aprendizaje propio, sino por el hecho de poder ayudar a otras personas a hacer ejercicios, corregir en caso de ser necesario, y dar lo mejor por qué las personas se sientan lo mejor posible. Pero no a todos les gusta, siempre encontraremos a personas que nos quieran meter el pies en nuestro camino. Y sé de una persona que lo quiere hacer, pero no lo logró y tampoco lo va a lograr porque cuando las cosas van sucediendo afortunadamente me dí cuenta y quise tratar el inconveniente, pueden ser muchos factores los que le ocasionaron ese momento de querer o intentar bajarme, pero si debo decir que no siempre viene de adentro los factores externos también influyen y bastante.

---

---

Source

---

---

English