El timbre sonó; el propietario gimió.
"No aceptaré más inquilinos", pensó. "El último casi quema todo".
Abrió la puerta para decir eso.
Sólo para ver a una rubia ardiente. "¿Es usted el propietario?"
Fue a preparar el contrato de arrendamiento.
El timbre sonó; el propietario gimió.
"No aceptaré más inquilinos", pensó. "El último casi quema todo".
Abrió la puerta para decir eso.
Sólo para ver a una rubia ardiente. "¿Es usted el propietario?"
Fue a preparar el contrato de arrendamiento.