Hola, es un placer saludarles. Estoy muy emocionado porque estoy a punto de empezar una gran etapa en mi vida. Y quiero que formes parte de ella. Sí, quiero que iniciemos un viaje de aventura, aprendizaje y crecimiento. ¿Te unes a mí?
Pero primero, retrocedamos en el tiempo por un momento.
EL CHICO TÍMIDO E INSEGURO
De niño, era muy tímido, inseguro y acomplejado. Recuerdo que me escondía de la gente para no hablar con ella, huía a mi habitación cuando llegaban visitas a casa y si tenía que salir a la cocina o al baño, me sentía como una espía intentando pasar desapercibido, que no me vieran, para que nadie me saludara o mi madre me invitara a conocer a las visitas, que, a decir verdad, no me interesaban. Crecí y fue lo mismo. Cuando era adolescente en el instituto, me sentaba el último, no por mal comportamiento, sino por timidez. Sentir los ojos de toda la clase sobre mi espalda era una tortura, pensaba que se reían de mí, que criticaban mi peinado o mi forma de sentarme, que hablaban de mis cuadernos o de mis zapatos. Por eso prefería los últimos asientos.
Incluso cuando era joven, la situación no era muy diferente. Con las chicas, era terrible. Creo que gracias a mi timidez y a ese halo de misterio que transmitía me encontraron atractivo y me lo pusieron muy fácil. Por supuesto estoy hablando de las dos novias y quizás dos o tres aventuritas que tuve desde los 15 años hasta los 20, cuando tuve mi primera novia que fue la que más duró (4 años). Para entonces, mi timidez estaba desapareciendo, mi confianza en mí mismo aumentaba y mis complejos mejoraban día a día. Yo era un Gary diferente. Por lo menos diferente a mi infancia y adolescencia.
LA DEPRESIÓN SE INSTALA
Pero no todo era felicidad. De hecho, algo llegó y me la robó: la depresión. Pasé por un infierno. Llantos, ataques de ira, aislamiento total durante semanas o meses, abandono de los estudios o del trabajo, malas relaciones con mi pareja o familia, ansiedad, autolesiones, intentos de suicidio y una sombra sobre todo lo que hacía, pensaba y sentía.
Pasé muchos años en este estado, recuperándome y recayendo. De psicólogo a psicólogo y de psiquiatra a psiquiatra. Por supuesto, volvieron los miedos, la timidez, las inseguridades y las ganas de no salir cuando llegaban las visitas a casa. Volvió la sensación de que todo el mundo me mira o habla de mí. Fue una época oscura, triste y desesperada, pero aunque me afectó negativamente, también fue un periodo de aprendizaje y no creo que estuviera hoy aquí escribiendo esto y teniendo la perspectiva de la vida que tengo si no fuera por la depresión. Así que bendigo y acepto este proceso con gratitud ya que me ha enriquecido mucho.
En el próximos post irás sabiendo más sobre mi vida y de cómo todo ello ha influido en mi decisión sobre mi "viaje".
Gracias por leerme hasta el final.
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