La isla perdida / Lost island [ESP/ENG]

in theneverendingcontest •  4 years ago 


Imagen de Free-Photos en Pixabay

Esta es mi entrada para el concurso theneverendingcontest n° 115 S5-P3-I3 de @storychain

Jack despertó tras recibir las pequeñas mordeduras de la decena de pequeños cangrejos que luchaban por llevarse una parte de él. La arena seguía pegada a su rostro cuando se sacudió a los hambrientos crustáceos.

El ardor del inclemente sol y el contraste helado de las lenguas del mar que chocaban con sus pies desnudos, le hicieron recordar que había sobrevivido al naufragio. Aún estaba vivo.

Desafortunadamente, no era el único sobreviviente. Las carcajadas y maldiciones no se hicieron esperar. Tanto el capitán como un par de secuaces habían sobrevivido al igual que él. Aunque también podría llamarse a él mismo, secuaz, ya que pertenecía a la tripulación del temido pirata Gutiérrez. Capitán Gutiérrez, como demandaba constantemente.

Gutiérrez no dejaba de observar a través de un pequeño telescopio retráctil. Limpiaba una y otra vez el lente exterior, para confirmar su hallazgo.

“¡Por las barbas de Neptuno! ¡La encontré!” Gritaba eufórico una y otra vez, carcajeando y bailando sobre un pie. Sus dientes amarillos lucían el brillo del oro incrustado en uno de sus colmillos.

A su alrededor, a lo largo de toda la playa, desfilaban los restos del Errante, la embarcación del temible Gutiérrez: Un trozo del mástil, que emergía valientemente sobre la arena, aferrado a este la ondeante insignia de la calavera toda desgarrada se despedía de su tripulación; trozos de la quilla, algunos barriles, baúles, y por último, un gran casco mostrando su espinar como un pez recién comido, afloraba como margaritas sobre unas rocas a lo lejos.

A un par de metros de Jack, yacía boca abajo François, el cocinero, cuya piel de un color gris indicaba que posiblemente haya sido de los muchos que no lo contaron. Cabizbajo decidió mirar hacia el horizonte. François era un buen hombre, solía guardarle alguna hogaza de pan o un tarro de cerveza extra cuando perdía la hora de comer.

Aun cuando lamentaba lo ocurrido al resto de la tripulación, Jack se alegraba de oír que todo el esfuerzo no había sido en vano. Finalmente, habían encontrado la isla perdida.

Una leyenda que corría de boca en boca, entre marineros y corsarios, acerca de una isla escondida en el atlántico, una isla tan especial que muchos en su afán de búsqueda no podían encontrar, convirtiéndose en una obsesión como le había ocurrido a Gutiérrez; pues solo aquellos que estuvieran dispuestos a perder lo que más valoraban serían los afortunados en encontrarla.

Pero la isla en sí no era nada especial, pues era tan común como cualquier otra. Más dentro de ella existía una casa muy particular, una casa cuyos cuartos te permitían obtener lo que más deseabas. Oro, riqueza, poder, todo lo que pudieras imaginar. Gutiérrez llevaba años tras la isla y por fin la había encontrado.

Jack guardaba en su corazón lo que más deseaba, como el secreto más preciado. Ante los demás, solía decir que como todos, solo anhelaba tener oro y riquezas, ser el hombre mas rico del mundo. Pero muy dentro de él, solo había una cosa que más deseaba y esperaba poder obtenerlo dentro de esa casa. Era por esa razón que había decidido formar parte de la tripulación del capitán Gutiérrez, sin importar lo peligroso que fuera.

La vida de un pirata era muy corta y siempre estaba pendiendo de un hilo. Ya que no solamente eran forajidos que huían de la ley, considerados la escoria del mar, cuyas cabezas pendían recompensas valiosas y que constantemente se veían en la necesidad de enfrentar el peligro al atacar cualquier barco descuidado que atravesara en su camino. Otras veces, eran víctimas de sucesos inesperados y sobrenaturales.

Este viaje no fue la excepción. Habían transcurrido meses en altamar, tanto que había olvidado lo que era sentirse sobre tierra firme. Durante la travesía lucharon y escaparon de las fragatas inglesas, quienes consideraban a Gutiérrez el enemigo número uno. Sin embargo, esto solo era el abreboca del festín de sucesos que ocurrirían más adelante. Monstruos marinos, tormentas infernales, hambrunas desmedidas que llevaban a la locura; ni siquiera pudimos escapar al famoso escorbuto, el cual mermó a la mitad la tripulación.

Nadie puede decir que vivieron para contar el haber cruzado camino con las temibles y lujuriosas sirenas, más que nosotros. Sus dulces y embriagantes cantos llenaron de lujuria los corazones y las mentes de la tripulación, perdiendo la poca cordura que les quedaba y llevando al Errante directo a su destrucción tras colisionar contra una serie de arrecifes afilados.

Pero no hay mejor convicción que supere todo tipo de situaciones que aferrarse a una idea, a un deseo ferviente, celosamente guardado. Y afortunadamente, fue lo que hizo que Jack sobreviviera ante las adversidades que habían vivido hasta ese entonces.

“!Marineros¡” gritó Gutiérrez

Jack se levantó ante la orden y corrió hasta donde se encontraba el capitán, al igual que los restantes sobrevivientes.

Este ordenó a todos que reunieran provisiones de los restos del Errante y cualquier otra cosa que sirviera para hacer una fogata. Advirtió al contramaestre que buscara pólvora y armas. Aunque la leyenda contaba que la isla estaba desierta, desconfiaba de los otros peligros que podrían estar ocultos dentro de ella.

No fue sencillo encontrar la casa, aunque la isla fuera pequeña, parecía interminable el camino al atravesarla. Afortunadamente el dulce sonido del agua de un río corriendo, trajo de nuevo la esperanza ante el desfallecimiento por deshidratación.

Sin perder tiempo, todos se sumergieron en el agua sin pensarlo dos veces. Era como volver a nacer, el dulce sabor del agua fresca renovó las fuerzas de los marineros.

Jack por un momento perdió de vista a Gutiérrez, quien solo sació su sed y continuó su camino por una vereda. Las huellas de las botas mojadas del capitán indicaron el camino hacia una loma.

Pronto perdió el rastro, pues Gutiérrez había dejado el suyo con el propósito de ser seguido. Jack dejó de buscar el rastro al ver a lo lejos una estructura de madera que se erguía en todo el centro de una planicie.

Los otros marineros no tardaron en encontrarlo y al ver la casa, corrieron hacia ella, sin molestarse con Jack.

A simple vista era una casa de madera. Nada especial, una mundana cabaña con un gran ventanal al frente y un techo que se alargaba sobre la entrada. Quizás hecha con los restos de algún barco que también perdió su rumbo en la búsqueda de algo que posiblemente solo era una fantasía de hombre loco ¿Acaso se habían equivocado de lugar? ¿Esta era la famosa casa que solía conceder cualquier deseo?

Jack amainó su paso ante la idea desconsoladora que nacía en su cabeza.

Frente a la entrada, un anciano descansaba pacíficamente meciéndose en una mecedora; sobre su regazo, reposaba un viejo mosquete, aún dispuesto a cegar la vida de quien deseara profanar su hogar.

“Será mejor que vuelvan por donde venían si no quieren perder sus vidas”, amenazó el anciano apuntando su mosquete hacia los extranjeros quienes invadían su tierra.

Gutiérrez ya había llegado por un costado y apuntaba a la sien del anciano. Lentamente el viejo soltó su mosquete al verse acorralado. Sin darle tiempo a reaccionar, el capitán le propinó un golpe en la nuca con la culata de su arma. El cuerpo huesudo del anciano cayó de largo frente a su silla.

Gutiérrez hizo una señal a sus compinches para que lo siguieran. Jack llegó hasta donde se encontraba el anciano para ayudarlo a levantarse.

Con una gran patada, la puerta de la casa cedió, partiendo su enmohecida cerradura como un mondadientes.

Los hombres entraron y registraron su interior. Para su sorpresa, la casa era tan modesta como cualquier pocilga mundana. Una pequeña mesa de madera cerca de una estufa ennegrecida por el hollín de la madera y frente a esta un pequeño catre para dormir, junto con unas sábanas desteñidas con el pasar del tiempo.

Los hombres enfurecidos patearon los estantes de la cocina y voltearon el catre en busca del preciado tesoro.

Las carcajadas malvadas del capitán llenaron las cuatro paredes. Confundidos, los rufianes dejaron de estropear la empobrecida sala. Gutiérrez señaló hacia el fondo de la casa, en donde habían 3 puertas.

La excitación volvió de nuevo a los ojerosos ojos de los rufianes quienes inmediatamente se embistieron contra las puertas. Sin embargo, pese a sus puñetazos, patadas y arañazos, no lograron hacer mella en ninguna de las tres puertas.

Eran inmunes a los maltratos recibidos. Indudablemente, había cierta magia que no permitía abrirlas.

Gutiérrez salió de la casa y tomó al anciano por el cuello, éste aún se encontraba en el regazo de Jack.

“Será mejor que nos digas cómo abrir las puertas, anciano”

El anciano se rió ante las amenazas del capitán.

Gutiérrez lo arrastró al interior de la casa.

“Te gusta reír, ¿No es así?”

Su puño se tornó blanco al apretar la empuñadura de su espada. Una sonrisa maquiavélica pintó la cara de Gutiérrez en el momento que el acero afilado atravesó el costado del anciano.

“Aún te da gracia, anciano”

El anciano escupió sangre, tras aguantar un grito ahogado en su garganta. Mas aun así, se negó a decir palabra alguna.

Los ojos de Gutiérrez se tornaron aún más lúgubres. La espada abandonó el cuerpo del anciano dejando un río carmesí tras ella. El cuerpo del anciano se derrumbó nuevamente.

Gutiérrez limpió su espada con un pañuelo que escondía en su bolsillo. Jack sabía que el próximo movimiento cercenaría la garganta del anciano.

Desesperado, Jack le echó una mirada a las tres puertas, las cuales tenían algo en común.

“Capitán, las puertas tienen una cerradura!”

Gutiérrez guardó su espada y cateó el saco del anciano.

El brillo dorado del colmillo del capitán se reflejó en los pálidos ojos del anciano. Un sonido metálico se escuchó entre los dedos de Gutiérrez.

Las llaves eran particularmente diferentes. Cada una de ellas tenía una forma irregular, al estudiarlas con más detalle, observó que cada una de ellas correspondía al símbolo tallado en cada una de las puertas.

Lanzó un par de llaves a los secuaces.

“Godínez, toma la de la izquierda. Ignacio, toma la de la derecha.”

“!Ábranlas ya¡”, ordenó impacientemente el capitán.

Al abrirlas, un velo de humo púrpura ocultaba lo que había dentro de ellas.

Al principio, ambos hombres dudaron al entrar, pero tras una nueva orden del capitán, sus rostros se pintaron de sonrisas de codicia

“Apresúrense a buscar el oro”

Tras pasar por las puertas, los hombres se perdieron de vista y un alarido desgarrante al unísono los siguió.

Las puertas se cerraron por sí solas tras ellos.

Gutiérrez sabía que había una trampa y solo una de ellas conduciría al preciado tesoro.

Jack había tomado una de las sábanas y sostenía la herida del anciano.

“Lo lamento mucho”, susurró Jack al anciano

Este lo miró fijamente

“Tú no vienes por riqueza, ni poder. Vienes por algo más valioso. Entonces te recomiendo que detengas a Gutiérrez, pues solo tienes una oportunidad”

Gutiérrez había insertado la llave y estaba a punto de girarla. Fue entonces que Jack tomó una cacerola y lo golpeó en la cabeza lo suficientemente fuerte para dejarlo inconsciente.

La llave aún se encontraba pendiendo de la cerradura. Su deseo por abrir la puerta gritaba en su interior. Pero no podía dejar al anciano malherido, ya habían fallecido demasiadas personas. Había esperado mucho tiempo para hacer realidad su deseo, esperar unos cuantos minutos no harían la diferencia.

Sacó la llave de la cerradura y se acercó al anciano. Quizás habría alguna forma de cumplir su deseo y salvar al anciano también.

“¿Cómo funciona la habitación?”

El anciano lo miró a los ojos intrigado y sonrió.

“Eres el primero en vencer el deseo por abrir la puerta, aunque sea por un instante”

El anciano apenas podía moverse.

“Oye bien, ya que eres el primero de muchos que hace la pregunta. Esa puerta conduce a tu pasado. Como todo en la vida, siempre hay un precio que pagar por lo que obtienes. Tu yo del ahora morirá, pero todo el conocimiento que has adquirido en esta vida y mucho más, se le otorgará a tu yo del pasado, pero no recordarás nada sobre la existencia de esta casa, ni lo ocurrido en ella.”

Jack giraba entre sus dedos la llave, mientras asimilaba las palabras del anciano.

“El conocimiento de lo que ha de venir es el tesoro más grande que puede haber. En el futuro no será la fuerza física, ni el oro lo que domine al mundo, si no el conocimiento”, agregó el anciano

“Si Gutiérrez entraba por la puerta, eso quiere decir que nada de esto habría ocurrido, usted no estaría herido de muerte y ninguno de los hombres habría perecido”

Jack hizo nuevamente una pausa

“Incluyendo toda la tripulación,” concluyó recordando a François

“Pero de esa forma, tu Erika no volvería a la vida” completó el anciano

Jack apretó los dientes.

“No pienses más muchacho y entrégame la llave”

La voz áspera del capitán erizo la piel de la nuca de Jack. Gutiérrez lo apuntaba directamente con su arma.

“Si deseas la llave, búscala tú mismo”

Jack se levantó y arrojó con toda su fuerza la llave fuera de la puerta. La detonación del arma no se hizo esperar, un ardor repentino pintó de carmesí la camisa de Jack.

Gutiérrez dio un puntapié al cuerpo inconsciente de Jack y salió de la casa en busca de la llave. No prestó atención al anciano moribundo, quien había cerrado sus ojos.

“Pienso que usted debería entrar por esa puerta”

Jack a duras penas depositó la llave en las manos del anciano.

“Eres astuto muchacho” respondió el anciano.

El anciano devolvió la llave a Jack

“Pero no tengo permitido abrir la puerta, tendrás que hacerlo tú”

Escupió la sangre de su boca e hizo un último esfuerzo para arrastrar su cuerpo junto con el del anciano hasta la puerta. Jadeando y a punto de perder el conocimiento, insertó la llave y logró abrir la puerta.

Jack abrió los ojos ante la caricia de una delicada mano sobre su rostro.

“¡Despierta dormilón!”

Los rayos de sol se filtraban a través de las cortinas delicadas que cubrían la ventana. Respiró profundamente un perfume familiar, que daba la impresión de no haberlo percibido hacía muchos años.

“Será mejor que te apresures o perderás tu barco”

Jack no contestó, se encontraba confundido tratando de recordar un sueño que se disolvía poco a poco.

La chica sonrió y unos pequeños hoyuelos se formaron en sus mejillas.

Jack tomó por sorpresa a la chica y la abrazó fuertemente atrayéndola a la cama junto a él.

“No iré a ninguna parte. He decidido buscar un otro empleo”

Hasta la próxima, vaquero del espacio.



This is my entry for the theneverendingcontest n° 115 S5-P3-I3 by @storychain

Jack awoke after taking small bites from the dozen small crabs fighting to get a piece of him. The sand was still stuck to his face as he shook off the hungry crustaceans.

The sting of the inclement sun and the icy contrast of the sea's tongues slapping against his bare feet reminded him that he had survived the shipwreck. He was still alive.

Unfortunately, he was not the only survivor. The laughter and curses were not long in coming. Both the captain and a couple of henchmen had survived as had he. Although he could also call himself a henchman since he belonged to the crew of the dreaded pirate Gutierrez. Captain Gutierrez, as he constantly demanded.

Gutierrez kept looking through a small retractable telescope. He wiped the outer lens, again and again, to confirm his finding.

"By Neptune's beard! I found it!" he shouted euphorically over and over again, guffawing and dancing on one foot. His yellow teeth sported the glint of gold embedded in one of his fangs.

All around him, all along the beach, paraded the wreckage of the Wanderer, the ship of the dreaded Gutierrez: a piece of the mast, emerging bravely on the sand, clinging to it the waving insignia of the skull all torn to shreds bade farewell to its crew; pieces of the keel, some barrels, trunks, and lastly, a large hull showing its spine like a freshly eaten fish, cropped up like daisies on some rocks in the distance.

A couple of meters away from Jack, lay face down François, the cook, whose gray-colored skin indicated that he was possibly one of the many who did not make it. With a crestfallen head, he decided to look toward the horizon. François was a good man, he used to save him an extra loaf of bread or a jar of beer when he missed lunch.

Even though he regretted what had happened to the rest of the crew, Jack was glad to hear that all the effort had not been in vain. Finally, they had found the lost island.

A legend that ran from mouth to mouth, among sailors and corsairs, about an island hidden in the Atlantic, an island so special that many in their search could not find it, becoming an obsession as it had happened to Gutierrez; for only those who were willing to lose what they valued most would be the lucky ones to find it.

But the island itself was nothing special, for it was as common as any other. But inside it there was a very particular house, a house whose rooms allowed you to obtain what you most desired. Gold, wealth, power, everything you could imagine. Gutierrez had been searching for the island for years and had finally found it.

Jack kept in his heart what he most desired, like the most precious secret. In front of others, he used to say that like everyone else, he only longed for gold and riches, to be the richest man in the world. But deep inside him, there was only one thing he desired the most and he hoped to obtain it within that house. It was for that reason that he had decided to join Captain Gutierrez's crew, no matter how dangerous it was.

A pirate's life was very short and was always hanging by a thread. For not only were they outlaws on the run from the law, but also considered the scum of the sea, whose heads hung valuable bounties and who constantly found themselves in the need to face danger by attacking any careless ship that crossed their path. At other times, they were victims of unexpected and supernatural events.

This voyage was no exception. Months had passed on the high seas, so much so that they had forgotten what it was like to feel on dry land. During the voyage, they fought and escaped from the English frigates, who considered Gutierrez the number one enemy. However, this was only a foretaste of the feast of events that were to follow. Sea monsters, infernal storms, excessive famines that led to madness; we could not even escape the famous scurvy, which reduced the crew by half.

No one can say that they lived to tell the tale of having crossed paths with the fearsome and lustful sirens more than we did. Their sweet, intoxicating songs filled the hearts and minds of the crew with desire, losing what little sanity they had left and led the Wanderer straight to its destruction after colliding with a series of sharp reefs.

But there is no better conviction that overcomes all kinds of situations than clinging to an idea, to a fervent, jealously guarded desire. And fortunately, it was what made Jack survive in the face of the adversities they had experienced up to that point.

"Sailors!" shouted Gutierrez.

Jack stood up at the order and ran to the captain, as did the remaining survivors.

He ordered everyone to gather provisions from the wreckage of the Wanderer and anything else that would make a fire. He warned the boatswain to look for gunpowder and weapons. Although legend had it that the island was deserted, he was wary of the other dangers that might be hidden within.

It was not easy to find the house, even though the island was small, it seemed endless the way across it. Fortunately, the sweet sound of running river water brought back hope in the face of faintness from dehydration.

Without wasting any time, everyone plunged into the water without a second thought. It was like being born again, the sweet taste of freshwater renewed the sailors' strength.

Jack for a moment lost sight of Gutierrez, who only quenched his thirst and continued on his way along a path. The tracks of the captain's wet boots indicated the way to a hill.

He soon lost the trail, for Gutierrez had left his own for the purpose of being followed. Jack stopped looking for the trail when he saw in the distance a wooden structure standing in the center of a plain.

The other sailors were quick to find him and, seeing the house, ran towards him, not bothering about Jack.

At first glance, it was a wooden house. Nothing special, a mundane shack with a large window at the front and a roof that extended over the entrance. Perhaps made from the remains of some ship that also lost its way in the search for something that was possibly just a crazy man's fantasy. Had they been in the wrong place? Was this the famous house that used to grant any wish?

Jack slowed his pace at the disconsolate idea that was born in his head.

In front of the entrance, an old man rested peacefully swinging in a rocking chair; on his lap, rested an old musket, still ready to blind the life of anyone who wished to desecrate his home.

"You'd better go back the way you came if you don't want to lose your lives," the old man threatened, pointing his musket at the foreigners who were invading his land.

Gutierrez had already arrived from the side and was aiming at the old man's forehead. Slowly the old man dropped his musket as he saw himself cornered. Without giving him time to react, the captain struck him in the back of the head with the butt of his weapon. The bony body of the old man fell lengthwise in front of his chair.

Gutierrez signaled his cronies to follow him. Jack reached the old man to help him up.

With a great kick, the door of the house gave way, snapping its moldy lock like a toothpick.

The men entered and searched inside. To their surprise, the house was as modest as any mundane pigsty. A small wooden table near a stove blackened by wood soot and in front of it a small cot to sleep on, along with sheets faded with age.

The enraged men kicked the kitchen shelves and turned the cot over in search of the precious treasure.

The captain's evil laughter filled the four walls. Confused, the ruffians stopped spoiling the impoverished room. Gutierrez pointed to the back of the house, where there were 3 doors.

Excitement returned again to the haggard eyes of the ruffians who immediately charged at the doors. However, despite their punches, kicks, and scratches, they failed to make a dent in any of the three doors.

They were immune to the abuse they received. Undoubtedly, there was some magic that did not allow them to be opened.

Gutierrez came out of the house and grabbed the old man by the neck, he was still in Jack's lap.

"You'd better tell us how to open the doors, old man."

The old man laughed at the captain's threats.

Gutierrez dragged him inside the house.

"You like to laugh, don't you?"

His fist turned white as he tightened his grip on the hilt of his sword. A Machiavellian smile painted Gutierrez's face the moment the sharp steel pierced the old man's side.

"You're still having fun, old man."

The old man spat blood, after holding back a choked scream in his throat. But still, he refused to say a word.

Gutierrez's eyes became even grimmer. The sword left the old man's body, leaving a crimson river behind it. The old man's body collapsed again.

Gutierrez wiped his sword with a handkerchief he hid in his pocket. Jack knew that the next move would slit the old man's throat.

Desperate, Jack glanced at the three doors, all of which had something in common.

"Captain, the doors have a lock!"

Gutierrez put away his sword and patted the old man's sack.

The golden gleam of the captain's fang reflected in the old man's pale eyes. A metallic sound rattled through Gutierrez's fingers.

The keys were particularly different. Each had an irregular shape, as he studied them in more detail, he noted that each corresponded to the symbol carved on each of the doors.

He tossed a pair of keys to the henchmen.

"Godinez, take the one on the left. Ignacio, take the one on the right."

"Open them now!" the captain ordered impatiently.

As they opened them, a veil of purple smoke hid what was inside.

At first, both men hesitated as they entered, but after a further order from the captain, their faces were painted with grins of greed

"Hurry for the gold."

After passing through the doors, the men were lost from sight and a piercing shriek in unison followed them.

The doors closed of their own accord behind them.

Gutierrez knew there was a trap and only one of them would lead to the precious treasure.

Jack had taken one of the sheets and was holding the old man's wound.

"I'm so sorry," Jack whispered to the old man.

The old man stared at him

"You did not come for wealth, nor power. You came for something more valuable. Then I recommend you stop Gutierrez, for you have only one chance."

Gutierrez had inserted the key and was about to turn it. It was then that Jack picked up a saucepan and hit him over the head hard enough to knock him unconscious.

The key was still hanging in the lock. His desire to open the door was screaming inside him. But he couldn't leave the old man badly hurt, too many people had already passed away. He had waited too long to make his wish come true, waiting a few minutes wouldn't make a difference.

He took the key out of the lock and approached the old man. Maybe there would be some way to grant his wish and save the old man as well.

"How does the room work?"

The old man looked him in the eyes intrigued and smiled.

"You are the first to overcome the desire to open the door, at least for an instant."

The old man could barely move.

"Hear well, since you are the first of many to ask the question. That door leads to your past. Like everything in life, there is always a price to pay for what you get. Your now self will die, but all the knowledge you have acquired in this life and much more will be granted to your past self, but you will remember nothing about the existence of this house, nor what happened in it."

Jack turned the key between his fingers, as he assimilated the old man's words.

"The knowledge of what is to come is the greatest treasure there can be. In the future, it will not be physical strength, nor gold that dominates the world, but knowledge," the old man added.

"If Gutierrez came through the door, that means none of this would have happened, you would not have been mortally wounded and none of the men would have perished."

Jack paused again

"Including the entire crew," he concluded, remembering François.

"But that way, your Erika wouldn't come back to life" completed the old man

Jack gritted his teeth.

"Think no more boy and hand me the key."

The rough voice of the captain bristled the skin on the back of Jack's neck. Gutierrez was pointing his gun directly at him.

"If you want the key, find it yourself."

Jack stood up and threw the key out of the door with all his might. The detonation of the gun was not long in coming, a sudden burning painted Jack's shirt crimson.

Gutierrez kicked Jack's unconscious body and left the house in search of the key. He paid no attention to the dying old man, who had closed his eyes.

"I think you should go through that door."

Jack roughly deposited the key in the old man's hands.

"You're a clever boy" replied the old man.

The old man handed the key back to Jack.

"But I'm not allowed to open the door, you'll have to do it."

Jack spat the blood from his mouth and made a last effort to drag his body along with the old man's to the door. Panting and on the verge of losing consciousness, he inserted the key and managed to open the door.

Jack opened his eyes at the caress of a delicate hand on his face.

"Wake up sleepyhead!"

Rays of sunlight filtered through the delicate curtains covering the window. He took a deep breath of a familiar scent, which gave the impression that he hadn't smelled it for many years.

"You'd better hurry or you'll miss your boat."

Jack didn't answer, he was confused trying to remember a dream that was slowly dissolving.

The girl smiled and small dimples formed on her cheeks.

Jack took the girl by surprise and hugged her tightly pulling her to the bed next to him.

"I'm not going anywhere. I've decided to look for another job."

Until next time, space cowboy.

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  ·  4 years ago  ·  

Has tenido una idea maravillosa y este cuento te saliò genial! Quiero mas!

  ·  4 years ago  ·  

Muchas gracias por visitar mi post ^_^.

I really appreciate it :D