Mi pequeño, mi orgullo.

Mi niño, en estos días ha estado yendo a entrenar artes marciales; no quiero quedarme ciego a la realidad, pues se que el amor de papá puede sacarte de la realidad, sin embargo, también se que soy muy exigente, y a la medida de la edad de mi niño, creo que ejecuta muy bien sus movimientos de ataque.

Apenas pieza a aprender a patear, a dar golpes con los puños cerrados y la posición de guardia. Es pequeño, pero muy dispuesto y sin miedo a atacar... Claro que no lo hemos puesto en combate aún, sería irresponsable, pues aún necesita medir temperamento y fuerza. Aún debe saber reglas y las consecuencias que puede tener cada golpe.

Es un niño muy lindo, tierno y tranquilo. Inquieto como cualquier otro niño de su edad, pero muy noble.

Me han preguntado si eso no lo ha provocado a querer golpear a sus amiguitos o si eso lo ha llevado a creer que puede fanfarronear en la escuela o esas cosas... La verdad es que a esta edad, los niños no son dados a estas cosas. Solo están interesados en jugar y hacer buenos amigos. La educación en casa también es importante.

Sin duda, este es una de mis muchos sueños hechos realidad. Que mi hijo haga ejercicio y justamente, que entrene conmigo este deporte, me da justo en el corazón. Me alegra muchísimo, aunque si hubiera elegido otra actividad, igualmente estaría feliz, pero esto es especialmente importante para mí, porque es una actividad que hacemos los dos. Es un tiempo para solo nosotros dos.

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