Hefesto, dios del fuego, el gran artesano del Olimpo

in spanish •  3 years ago 

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En el post anterior se ha abordado a Afrodita, diosa del amor, la sexualidad y la belleza, una figura que tuvo un papel importante dentro del panteón olímpico debido a los distintos atributos vinculados con el matrimonio, el erotismo, la sexualidad y, sorprendentemente, con el viaje y la guerra. Conocidos fueron sus romances con el mortal Adonis, en cuyo honor mortuorio crea las rosas o las anémonas; y con Ares, el feroz dios de la guerra, con quien tuvo descendencia. Esta última relación tuvo lugar mientras la diosa estaba casada con Hefesto, el dios del fuego y la metalurgia, cuya figura abordaremos el día de hoy. 

¿Quién fue Hefesto en el Panteón Grecolatino?

 Ángel María Garibay (2020) señala que Hefesto era el dios del fuego y la metalurgia, así como protector de los herreros, orfebres, alfareros y joyeros. Algunas versiones señalan que fue el cuarto hijo de Zeus y Hera (por detrás de Ares, Hebe e Ilitía); otras, que fue solo de Hera, pues nació por partenogénesis. Sobre sus consortes y descendencia, María Luisa Picklesimer (1996) señala que tuvo al menos cuatro consortes: 

  1. Afrodita, diosa del amor y la sexualidad. Fue la única deidad con la que no tuvo descendencia conocida. 
  2. Kabeiró, hija del dios marino Proteo, rey de las focas. De su unión nacieron los Cabiros, deidades menores vinculadas con los mares y la fertilidad. 
  3. Etna, hija del titán Océano. De su unión nacieron los Palikoi, deidades gemelas que residían en los géiseres y las aguas termales. 
  4. Áglae, o Aglaya, una de las tres Gracias. De su unión nacieron Euclea, diosa de la buena reputación y la gloria; Eufema, diosa del correcto discurso; Eutenea, diosa de la prosperidad y la plenitud; Filofrósine, diosa de la amabilidad y la bienvenida. 

El inventor y joyero de los dioses

 Verónica Fernández García (2011) señala que Hefesto es una de las pocas deidades que ejerce una profesión de múltiples variaciones debido a su amplia capacidad como herrero, inventor y joyero. Un ejemplo de este ejercicio lo podemos ver en la Teogonía de Hesíodo, concretamente en el mito de Prometeo. Furioso contra el hijo de Jápeto, Zeus ordena a Hefesto (apodado Patizambo) y a Atenea que creen a una criatura por medio de la cual se deberían de desatar los grandes males del mundo. Mientras que Atenea engalana a Pandora con un vestido de resplandeciente blancura y flores en sus sienes, Hefesto crea una colección de joyas, prestando especial atención a la diadema que coloca en su cabeza; en este adorno “había artísticamente labrados, maravilla verlos, numerosos monstruos, cuántos terribles cría el continente y el mar; de ellos grabó muchos aquél, y en todos se respiraba su arte, admirables cual seres vivos dotados de voz” (pág. 7). 

Otro ejemplo de su capacidad inventora lo podemos notar en la figura de Talos. De acuerdo con Daniel Delgado (2021), Talos era un gigante de bronce que Hefesto creó a petición de Zeus con el objetivo de proteger a Europa, una de sus amantes, quien vivía en la isla de Creta con su hijo Minos. Para infundirle vida, el dios artesano llenó a aquella enorme figura con icor, una sustancia que se obtenía de la ambrosía. 

Culto en Grecia

De acuerdo con Robin Hard (2009), el culto de Hefesto tiene sus posibles orígenes en el Oriente Próximo, debido a que se consideraba al fuego como un elemento natural civilizador por los múltiples usos que tenía en distintos aspectos de la vida cotidiana. En la Antigua Grecia, esta deidad fue particularmente venerada en Atenas, en donde recibía honores y sacrificios junto con Atenea, a quienes los joyeros, herreros y artesanos consideraban como los primeros artesanos; los templos en donde era venerado llevaban los nombres de Hefestión.  Otros lugares en donde recibió culto fueron la isla de Lemnos y en la región siciliana de Licia, en donde se creía que estaba ubicada su fragua, así como en Asia Menor.  

En cuanto a las festividades más importantes dedicadas a este dios, Miriam Valdés Guía (2015) señala que en Atenas existían dos grandes festividades: las Calqueas y las Hefestias. Un aspecto interesante de ambas celebraciones es que se realizaban de forma contigua, con la única diferencia de que las Calqueas también eran dedicadas a Atenea, diosa de la guerra, de la sabiduría y de las artes manuales, y a Erictonio, el hijo de Hefesto y Gea que Atenea crio como suyo. Así mismo, las Hefestias eran organizadas por los artesanos, quienes realizaban procesiones hacia el Hefestión con antorchas y cánticos solemnes. Hermann Steuding (1961) añade una tercera celebración, las Apaturias. 

Estas festividades tenían un carácter más sociopolítico, pues se centraban en la conmemoración de la obtención de la ciudadanía por parte del gremio de los artesanos mediante un edicto de Solón, gobernante ateniense del siglo VI a.C., junto con la elevación de Hefesto al carácter de ancestro principal del pueblo ateniense debido a su vínculo parental con Erictonio. 

Durante estas celebraciones, Hefesto era invocado con distintos epítetos, entre los cuales se destacaban aquellos que hacían referencia a sus atributos físicos y a su oficio: Kyllopodion (pies torcidos), Riknós pódas (piernas arqueadas) Amphigyéeis (cojo de los dos pies), Polýmetis (el de múltiples habilidades) y Aitnaios (en referencia a su fragua en el Monte Edna) (Picklesimer, 1996: 273). 

Culto en Roma

Bajo el nombre romano de Vulcano, Hefesto fue venerado como el dios del fuego, vinculándolo principalmente con los volcanes y los incendios, y llegándose a ver como una deidad que complementaba a Vesta, diosa del hogar y del fuego doméstico. No obstante, también fue considerado patrón de los artesanos al haber conservado gran parte de su mitología.  

Una de las festividades más importantes dedicadas a esta deidad es la Volcanalia, la cual se llevaba a cabo el 23 de agosto de cada año en las afueras de la ciudad. Durante estas celebraciones, la población se congregaba alrededor de una hoguera en la cual se lanzaban peces pequeños; estos representaban la vida humana y la cosecha, las cuales se encontraban bajo constante amenaza ante la presencia del fuego. Dichas celebraciones formaban parte de una serie de festivales agrícolas que se llevaban a cabo durante todo el mes de agosto (Perowne, 1973: 16 y 42).  De acuerdo con Steuding (1961) durante las Volcanalia se le invocaba como Mulciber y Quietus (apaciguador, mitigante del fuego), ya que se le consideraba una deidad protectora por su vínculo con este elemento natural.  

Un punto importante sobre estas celebraciones es la fecha en la que se llevaban a cabo. El 23 de agosto simbolizaba el punto álgido del calor estival, en donde los incendios sucedían con mayor frecuencia y afectaban las cosechas. Por este motivo, en las Volcanalia se realizaba lo que Juan María Ramos Crespo (1990) llamaba “sacrificio vicario”, o sacrificio de sustitución al lanzar a los peces a la hoguera. 

Mitos conocidos

El origen de sus deformidades. Sobre este aspecto en particular existen dos versiones. La primera versión, recogida por Garibay, señala que Hera lo había arrojado al mar después de nacer debido a su fealdad (2020: 17). Otra versión, recolectada por Phillip Wilkinson, señala que fue arrojado por Zeus debido a que intervino en defensa de su madre (2020: 39). 

El trono trucado. Tras haber sido rechazado por su madre y criado por Tetis y Furínome en las cuevas submarinas cerca de la isla de Lemnos, Hefesto crea una serie de joyas para ellas en agradecimiento. Para una ocasión, y en venganza por el rechazo que derivó su cojera, le envía a Hera un trono de oro; Hera, fascinada por el diseño del trono, se sentó en él. No obstante, cuando intentó levantarse del trono, descubrió que se quedó atrapada en él. Los dioses intentaron liberarla sin éxito, por lo que Zeus ordenó que se buscara a Hefesto; éste se negó a liberarla, a menos que se acepten dos condiciones: su retorno al Olimpo y su matrimonio con Afrodita. Zeus accedió a dichas peticiones. (Hard, 2009: 227).  

La red de bronce. Furioso al enterarse sobre la infidelidad de Afrodita con Ares, Hefesto fabricó una red de bronce, la cual colocó astutamente encima del lecho que compartía con Afrodita. Cuando ésta y Ares yacieron en el lecho, la red cayó encima de ellos, dejándolos atrapados. Hefesto, victorioso, mandó a llamar a los demás dioses para exhibirlos; lo irónico de la situación era que los dioses, lejos de ponerse del lado de Hefesto, empezaron a burlarse también de él (Cheers, 2016: 57). 

Fuentes consultadas

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