Lo menos que podrías imaginar es que un espacio que de día está lleno de vida con los niños corriendo, jugando entre ellos y uniendo a sus mascotas en la actividad, es que de noche sea otra cosa totalmente opuesta.
De día es el sitio predilecto de muchos habitantes de esa gran ciudad, que confluyen para correr, compartir, hacer reuniones de distracción e incluso de trabajo en las distintas cabañas que en ella se encuentran.

Los habitantes de una de esas cabañas que están numeradas, serán quienes por -mala - suerte del destino encuentren su ultimo día de vida. Si, así como lo leen. Hay un grupo de personas de mediana edad que se reúnen entre esos árboles que pueden verse en la imagen, ahí se sientan, y con un par de dados escogen los que tendrán la mala de experiencia de volver en la noche, a ese parque, por última vez. Con los dados guardados en un pequeño bolso de cuero, llega el que sin dudas es el jefe de esa especie de manada macabra. Son 6 individuos, todos hombre excepto una, que se destaca entre todos por su particular estilo de vestir, ropa oscura, ajustada, sin ningún símbolo particular.

Los otros son menos llamativos, podría decir incluso que son seres bastante amistosos y agradables, al menos para compartir unos escasos minutos con ellos.

Así que salen los dados de su bolso y se reúnen en una especie de circulo en torno a un árbol, que por cierto también están enumerados, al menos por ellos mismos, y es este el que servirá en la noche de sitio de encuentro para ellos con los (des)-afortunados del sorteo con los dados. Se sientan en el suelo, mientras esto ocurre, todo a su alrededor sigue pasando como de costumbre, sin nadie si quiera imaginar lo que ahí se está planificando.

Los niños juegan, agitados, contentos por el contacto con la naturaleza. Mientras en el círculo de los 6 el líder con los dados en las manos los agita para que de pronto un balón lo golpee en la mano que sujetaba el destino de alguien y hace caer los dados, con el balón al lado, un niño se acerca sonriente y apenado, pide disculpas y le dice que si le pueden dar el balón. Todos lo ven de manera instantánea y al unísono, el niño, que venía caminando se detuvo de un golpe visual, mientras era contemplado, el se queda impávido, hasta que los 6 del círculo sonríen y la única femenina del grupo toma el balón y se lo hace llegar. Ya el niño ha recuperado su sonrisa al ver que los 6 también han reído.

Sujeta el balón con fuerza, agradece, voltea y se dirige rápidamente a la cabaña donde están sus padres, la número 22, al momento que el niño se encamina su destino, inmediatamente los 6 voltean a ver los dados, y se percatan de que el número que ha salido en cada dado es el 2, lo que quiere decir que la cabaña ganadora de tal experiencia nocturna es la 22, ambos voltean en la dirección del niño que ya va llegando a reunirse de nuevo con sus padres... se ven entre ellos, sonríen, se levantan y dice el jefe: nos vemos en la noche...