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Huellas de ausencia.
Al ver que la existencia
resulta complicada,
ya no quedará nada
más que aceptar la ausencia
de alguien que fue la esencia
para todas las cosas
bonitas y preciosas
y de toda elocuencia.
Esa es una experiencia
que nos suele pasar
sin poder olvidar
la agradable presencia
que en toda permanencia
nos dio satisfacción
y ahora el corazón
late sin complacencia.
Sin embargo, seguir
adelante es la opción
pese a que el corazón
ya no quiera latir,
y hay que también pedir
a Dios con franco anhelo
que nos brinde consuelo
para poder vivir.