En rincones olvidados, donde el hambre se anida,
susurra el viento tristeza, eco de la despedida.
Pupilas desnutridas, reflejo de la miseria,
huellas en la piel, marca de la espera.
En la calle sin abrazos, se esconde la desdicha,
siluetas desgastadas, en la sombra se enredan.
El frío acaricia sus huesos desvalidos,
cobijando el desamparo, danza en sus gemidos.
La esperanza yace herida, en un rincón sin luz,
mientras la indiferencia florece, sin cruz.
Lágrimas sin consuelo, en los ojos perdidos,
testigos de una lucha, por días compartidos.
Oh, desamparados, suspiro en la tristeza,
clamor de corazones, en la dura pobreza.
Que el eco de la compasión resuene fuerte,
tejiendo puentes de amor, donde el alma acierte.