Tengo días con niveles superlativos de desánimo. Me han pasado muchas cosas y otras que deseo que pasen, no pasan. Proyectos que tengo en planes que fueron suspendidos o postergados por situaciones adversas. Metas y objetivos que deseo alcanzar, pero también responsabilidades que debo cumplir, deberes como padre, hijo, esposo, inquilino, empresario y otros roles que demandan mi presencia y mi mejor esfuerzo. No me gusta quedar mal con mis responsabilidades, eso me agobia; aunque he aprendido a tomármelo con "suavidad" y no estresarme tanto. Pero no soy una profesional en eso de las relajaciones, aún estoy aprendiendo a encontrar el equilibrio.
Como te dije, tengo metas y muchas de ellas son altas y exigentes. No me gusta apuntar bajo, siempre exijo y busco la perfección y la excelencia. Sin embargo, últimamente me ganan las ganas: las ganas de conseguirlo todo, de conseguirlo bien, de destacar, de hacerlo lo mejor posible y de triunfar, no sólo en el presente, sino también en el futuro. Y entonces aparece el desánimo, las preocupaciones, la acumulación de pensamientos pesimistas (que casi nunca aparecen, pero cuando lo hacen, vienen a lo grande y causan estragos).
Fotografía de cottonbro studio no PexelsY eso es lo que ha ocurrido en los últimos días. Un desánimo paralizante, que me pone con las pilas muy bajas, casi al punto de una depresión en todo su esplendor, digo, por su intensidad, no por el tiempo que he estado así (recordemos que podemos sentirnos decaídos y con síntomas, pero cuando son más de 15 o 21 días, es cuando podríamos estar ante una depresión clínica). Y por eso quizás no necesito un profesional, sé que es pasajero y que en unos días estaré bien, pero esta vez ha sido más fuerte que otras veces.
"Afortunadamente" (a base de golpes y experiencias) he aprendido a sobrellevar mi desánimo. Quizás para algunos de los que me leéis, los desánimos no sean para tanto y consideréis que no hay que hacer tanto drama con los momentos tristes. Pero para alguien como yo, que ha convivido con la depresión durante años, conseguir salir adelante a pesar de la tristeza y no quedarse abatido, es un logro tan superlativo como el desánimo que mencionaba al principio de este escrito.
Las catarsis son positivas, para purificarnos y liberarnos de emociones y pensamientos negativos, pero creo que abusar de ellas no nos purificará, nos desgastará y nos quitará el foco de las soluciones para centrarnos en el problema. En fin, ya he terminado con mi catarsis y mi desahogo temporal.
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