«La grandeza de la eternidad obsesiona a los hombres. ¿Resonarán nuestras acciones a través de los siglos? ¿Oirá otra gente nuestros nombres mucho después de que muramos, y se preguntarán quiénes éramos, con cuánto valor peleamos, con qué ferocidad amamos?»
Es probable que muy pocos personas se hayan hecho esta pregunta.
¿CÓMO QUIERO SER RECORDADO?
Esta pregunta la respondí hace mucho años. Surgió de la lectura del libro "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva", de Stephen Covey. Aunque, para ser honestos, la pregunta como tal creo que la leí en otro lado, lo más seguro que haya sido algún artículo de superación personal de esos que leía mucho cuando estaba más joven. Pero de que este ejercicio de visualización que nos plantea Stephen Covey me llamó mucho la atención en moemnto, lo hizo; me puso a pensar y me motivó a responder.
La primera versión de esta respuesta, data del 15 de noviembre de 2006, dos días antes de mi cumpleaños. Para esos días, siempre me pongo reflexivo y filosófico y en ocasión de mis 23 años, no fue la exepción. Por eso me decidí a hacer este ejercicio y que estas respuestas fueran la guía de mi vida. Tal vez no la he cumplido al 100%, pero de que ha influido inmensamente en lo que ha sido mis valores, manera de pensar, sentir y actuar, lo ha sido.
SOBRE EL CONTENIDO DE ESTE POST
En el texto, verás mi respuesta a la pregunta, que como ya he mencionado, tiene más de 15 años respondida, con revisiones en diciembre de 2010 y en marzo de 2019. Al revisarlo para este post, también la actualicé unas lineas o ideas, pero básicamente, se mantiene igual que la de hace 3 años. Me gustaría grabar un audio analizando qué tanto he vivido estas premisas todos estos años y cómo han influido en mi vida. Espero poder hacerlo antes que termine la iniciativa.
Sin más introducción, te cuento cómo quiero ser recordado en caso de perder la consciencia y dejar de respirar para siempre.
Quiero ser recordado…
Como un hombre valiente, audaz y de confianza. Que no tema luchar por sus sueños y que si cometía errores aprendía de ellos. Que de sus derrotas sacaba victorias y de sus victorias sacaba humildad.
Como un hombre con una sonrisa permanente y un buen humor contagioso. Que la seriedad, agudeza y profundidad de sus pensamientos no me quitaron nunca el deseo de disfrutar de la vida, sino más bien lo fortalecieron.
Como un hombre que al mirar a los ojos transmitía amor, pasión, poder alegría, confianza e inteligencia. Todo a la misma vez, pero también cada una, a su vez. Si alguien veía mis ojos sentía que todo era posible, que en mi podía confiar.
Como un hombre congruente, que lo que predicaba y enseñaba, lo vivía y practicaba. Que no creía en la perfección, pero sí en la búsqueda del crecimiento y evolución personal y que mi vida fue mi mejor y mayor mensaje.
Quiero que la gente en mi funeral, al estar sentado frente a mi ataúd o cuando estén afuera hablando de mi, refieran todo lo anterior pero además, esto que sigue. Que me recuerden…
Como un hombre conocedor de la naturaleza conductual y emocional de las personas y por tal motivo fue que llegó a conquistar tantos corazones y mentes en su afán sincero de ayudarles y hacerles sentir importantes.
Como un hombre que decía lo que sentía y pensaba. Auténtico, sincero y honesto, aunque otros no compartiesen o respetaran mi opinión. Pero a pesar de su sinceridad no hablaba por hablar, sino más bien medía cada palabra que decir