Arrechera y Frustración: El Golpe de Estado en Venezuela

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Hoy, 10 de enero de 2025, Venezuela vivió un día que nos llenó de arrechera y frustración. Ese malnacido de Nicolás Maduro, junto con su combo de delincuentes, se adueñaron de la presidencia a la fuerza, a pesar de no haber sido elegido en las urnas el 28 de julio de 2024. Este golpe de estado dejó claro que la voluntad del pueblo fue pisoteada una vez más.

Desde temprano, las calles de Caracas y otras ciudades se llenaron de gente arrecha, protestando y exigiendo justicia. Todos sabemos que Edmundo González fue el verdadero ganador de las elecciones, pero Maduro y su pandilla de malandros no están dispuestos a soltar el poder, recurriendo a la trampa y la represión para mantenerse en el mando.

La toma de posesión de Maduro se llevó a cabo en medio de un despliegue militar y policial impresionante. Las fuerzas de seguridad, armadas hasta los dientes, se encargaron de reprimir cualquier intento de protesta. La violencia y la represión fueron la respuesta del régimen a la legítima indignación del pueblo. Las imágenes de manifestantes siendo golpeados y arrestados recorrieron el mundo, mostrando una vez más la brutalidad de este gobierno ilegítimo.

La frustración de los venezolanos es palpable. Después de años de crisis económica, social y política, la esperanza de un cambio real se desvaneció con este golpe de estado. La gente está cansada de vivir en la miseria, de no tener acceso a alimentos, medicinas y servicios básicos. La corrupción y la impunidad han destruido el país, y la toma de posesión de Maduro solo agrava la situación.

Edmundo González, desde el exilio, ha prometido seguir luchando por la democracia y la justicia en Venezuela. Sus palabras han sido un rayo de esperanza para muchos, pero la realidad es que el camino hacia la libertad es cada vez más difícil. La comunidad internacional ha condenado el golpe de estado, pero las sanciones y las declaraciones no son suficientes para detener a un régimen que no tiene escrúpulos.

La rabia y la frustración de los venezolanos se mezclan con la tristeza y la desesperanza. La sensación de haber sido traicionados una vez más es abrumadora. Pero a pesar de todo, el espíritu de lucha sigue vivo. La gente no está dispuesta a rendirse, y las protestas continuarán. La lucha por la democracia y los derechos humanos es una batalla que no se puede abandonar.

Este evento marca un nuevo capítulo en la crisis política de Venezuela. El futuro del país es incierto, y muchos temen que la represión y la violencia aumenten en los próximos días. Pero a pesar de todo, el pueblo venezolano sigue esperando un cambio, sigue soñando con un país libre y justo. La esperanza es lo último que se pierde, y aunque el camino sea largo y difícil, la lucha por la libertad y la justicia continuará.


English version

Today, January 10, 2025, Venezuela lived a day that filled us with anger and frustration. That scoundrel Nicolás Maduro, together with his criminal gang, took over the presidency by force, despite not having been elected at the polls on July 28, 2024. This coup d'état made it clear that the will of the people was once again trampled upon.

From early on, the streets of Caracas and other cities were filled with angry people, protesting and demanding justice. We all know that Edmundo Gonzalez was the real winner of the elections, but Maduro and his gang of thugs are not willing to let go of power, resorting to cheating and repression to stay in power.

Maduro's inauguration took place amidst an impressive military and police deployment. The security forces, armed to the teeth, were in charge of repressing any attempt of protest. Violence and repression were the regime's response to the legitimate indignation of the people. Images of demonstrators being beaten and arrested traveled the world, showing once again the brutality of this illegitimate government.

The frustration of Venezuelans is palpable. After years of economic, social and political crisis, the hope for a real change vanished with this coup d'état. People are tired of living in misery, of not having access to food, medicine and basic services. Corruption and impunity have destroyed the country, and Maduro's inauguration only aggravates the situation.

Edmundo Gonzalez, from exile, has promised to continue fighting for democracy and justice in Venezuela. His words have been a ray of hope for many, but the reality is that the road to freedom is increasingly difficult. The international community has condemned the coup, but sanctions and declarations are not enough to stop a regime that has no scruples.

Venezuelans' anger and frustration are mixed with sadness and hopelessness. The feeling of having been betrayed once again is overwhelming. But in spite of everything, the fighting spirit is still alive. People are not willing to give up, and the protests will continue. The struggle for democracy and human rights is a battle that cannot be abandoned.

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