Fictional story|Relato de ficción

in escritura •  4 years ago 

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Relato propio

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Alondra Gina, te exalto y te honro desde la distancia, besando tus tersos labios de mariposa.

En estado de luminosa conciencia en el que me encuentro hoy,

Te contaré lo que no pude, cuando te tuve frente a mí, en esos obscuros días en el que mi necio empeño malversado, te tenía en cautiverio.

Movido por el afán de complacer intereses ajenos de egóicas ambiciones, orquestadas por mafias criminales organizadas, quienes no reparan en dañar a cualquiera que le sirva de vector par consumar sus perversos planes.

Y yo, como incauto ignorante caí, sirviéndoles de escalera para subir y ponerlos al alcance de sus sombríos objetivos.

Así fue como te encontré, de la peor manera, al responder a las peticiones una vez más de esos viles criminales, para efectuar el trabajo sucio.

El cual consistía en concretar el plan de secuestrarte, por ser una prominente ejecutiva de un renombrado consorcio financiero, te convertiste en el blanco perfecto, una mujer competitiva, exitosa y la gerente general, encargada de manejar los fondos monetarios de una prestigiosa firma empresarial, eras el señuelo ideal que nos llevaría a apoderarnos de una jugosa fortuna.

En ese penoso momento en el que te tenía frente a mí amordazada, no pudo ser peor, la manera brutal como violenté tu indefensa figura, torturándote física, psicológica y verbalmente, poseído por los efectos de quién sabe, cual asquerosa sustancia alucinógena, que armara de valor mi insulsa cobardía.

Aún conservo fresca tu imagen en mi memoria, cada vez que cierro los ojos, me encuentro con tu mirada petrificada en tu rostro, invadida por el pánico y el terror, suplicándome por tu vida, con lágrimas de dolor y sangre recorriendo tu sedoso semblante.

Y entre débiles gemidos, tus labios amordazados eran una mariposa desesperada por volar, mientras yo me empeñaba en mantenerla prisionera dentro de su estrecha crisálida.

Como olvidar cada una de tus expresiones, como no recordar el detalle en tu cuello rodeado por ese collar de perlas de cuarzos rosa, que me llevaban directo a la memoria de mi madre, cada perla resuena en mi cabeza, cuando de un tirón se desmantelaron en el suelo, esparciendo por doquier cada una de sus cuentas, rompiéndose como un fino cristal, emitiendo un sonido agudo y seco.

¡Dios, por qué lo hice!, grita mi acusadora conciencia
El reproche se acrecienta en la medida en que recuerdo la manera como se fueron revelando tus maravillas, apareciendo frente a mí una extraordinaria mujer colmada de cualidades y virtudes inusitadas.

Aquella fatídica noche para tu infortunio, y extraordinaria velada para mí...
Cuando por fin accedí a liberar la mariposa prisionera en tus labios, de la estrecha crisálida de la mordaza, tu boca se abrió lentamente, y tu solemne mirada atravesó la mía como la incisiva hoja de una filosa cuchilla:

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Un estremecedor escalofrío recorrió todo mi cuerpo, erizando cada vello de mi febril anatomía.
Las primeras palabras que profirió tu boca, fueron el comienzo de una enseñanza que marcará mi vida para siempre.

No para reprocharme, no para descargarme con odios ni vituperios

Lo que salió de tu boca, fueron cintas de seda y filigrana, teñidas de sabias sentencias, bordadas de amor y y compasiva empatía:

_Te perdono muchacho, nada de lo que haces es tu responsabilidad directa. - Tus palabras retumbaron en mi cerebro, agolpando los latidos de mi pecho, haciendo que se abrieran mis ojos de par en par ante sorpresivo discurso.

Me enojé, quería gritarte y golpearte, no estaba acostumbrado a buenos tratos, me incomodaba, me sentía extraño, avergonzado, muy poca cosa frente a tí.
Pero tu sedosa voz algodonada, surtía en mí una suerte de efecto sedativo, casi maternal, que mis oídos solo querían seguir escuchando y mis ojos no se atrevían a parpadear; dedicados sólo a contemplar la perturbadora serenidad que emanaba de tu rostro, aún cuando un supremo dolor destilaba entre tus hermosas facciones. lucías agobiada, pero sin quebrantarte.

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Más quebrado y desconcertado lucía yo, descubriendo lo pequeño y vulnerable que soy, frente a tu excelsa presencia...

La tersa mariposa desplegó de nuevo sus labios para continuar con el discurso que ya habías introducido. Esta vez no te interrumpí, mi ánimo exaltado pasó a convertirse en un atento auditor, porque tus palabras no tenían desperdicio.

Y con la virtud de una amorosa alma:
Con sosegada calma, continuaste tu discurso sentencioso y aleccionador:

_Puedo imaginar el caos moral que domina tu voluntad, y que hace las veces de conciencia en tu interior, porque a lo largo de tu vida, desde tu infancia, has recibido un cúmulo de enseñanzas, vertidas en una madeja de aprendizajes equivocados.

_¿equivocados? - La interrumpí con necia soberbia, pero no se inmutó y continuó, como quien tiene que dar un mensaje importante sin necesitar la venia de la audiencia.

_Tienes ideas y conceptos extraños de lo que son tus derechos y deberes, tienes un concepto errado de justicia, de moralidad al recibir erróneas verdades con mensajes torcidos; desde tu hogar y luego en la escuela.

-Tales palabras las verbalizabas impregnadas de bondad y compasión.

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Me sentí como un niño indefenso y maltratado, víctima de una mala educación y formación, sin nada que reprocharle a mis padres, pues, ellos eran una víctima de esa cadena anti educativa generacional.
Cuanta verdad encerraban tus palabras...
_Eres la víctima de un sistema social, cuyos legisladores redactan las leyes y no las promulgan, las usan para su beneficio profesional, pero no se las leen a los ciudadanos, a quienes les toca ser aplicadas. El código penal debería ser enseñado en la escuela, sobre todo en aquellas de poblaciones más propensas a infringirlo.

_¿Eres abogado acaso, si a ti sólo te importa el dinero?- Abrí mi bocota de nuevo, sólo para decir sandeces, dándote la razón una vez más, de mi mala y torcida educación. Pero continuaste tu discurso, como quien tiene la misión de entregar un mensaje. Ya queda de parte de quien lo escuche, si lo toma o lo deja.

Me sorprendía la serenidad con la que podías hablar a pesar de la incómoda posición en la que te encontrabas, mejor dicho, en la que te tenía, maniatada, con múltiples heridas, ,me dolía verte así, y sentía el impulso de soltarte y correr a darte un fuerte abrazo.Pero mi posición de macho delincuente no me lo permitía. Además, tenía la presión de los maleantes mayores, quienes estaban próximos a venir por ti.
De pronto, te escuché decir
_Haz lo que quieras, pero recuerda, que de todos tus actos tienes quedar cuenta. -Desnudaste mis pensamientos, bosquejando mi conciencia una vez más, para seguidamente escucharte decir, esta vez prometí no interrumpir; total para qué, si estabas rompiendo todos mis esquemas.

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Un nuevo hombre estaba en construcción
Estas palabras que voy a recrear a continuación se repiten una y mil veces en mis pensamientos, desde que las escuche de tu boca son mi biblia personal, la que me ha convertido en un hombre nuevo.

_Si supieras tu verdadero propósito en la vida, la razón por la que llegaste a este mundo,te replantearías tu existencia, y te aseguro, que dejarías de ser el delincuente que eres, porque antes, de convertirte en lo que eres hoy, eras un punto de conciencia cien por ciento despierta, el cual parte desde un todo infinito.

Cada uno de nosotros, fuimos dotados de un libre albedrío, para hacer y buscar lo que desee, sea bueno o malo, te haga feliz o no. Lo cierto es que en la medida que vayamos construyendo ese aprendizaje, vamos evolucionando, adquiriendo nuevas experiencias. Pero si nos empeñamos en repetir una y otra vez las viejas conductas destructivas del pasado, no lograremos avanzar en el camino, y no nos queda de otra que repetir la lección, hasta que aprobemos el examen.

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Recuerdo que te pregunté ¿Cuál examen? - obviamente mi ignorancia era atrevida y hasta ahora caigo en cuenta de qué se trataba todo lo que me decías, ahora encerrado en las angostas paredes de la prisión, custodiado por los barrotes que me asfixian contra la pared.

Ahora valoro tanto tu presencia esa noche, en la que recibí tantas lecciones, que fueron suficientes para cambiar radicalmente mi perspectiva del mundo, hasta he cambiado mi forma de hablar y de expresarme, me e convertido en un asiduo lector, de los asuntos espirituales, de las leyes que rigen mi país, y e temas filosóficos sobre el despertar de la conciencia.

Y aunque encerrado estoy en prisión purgando mis delitos, lo tomo como un retiro espiritual, aprovechando al máximo mi estadía en esta especie de limbo, y no dejo un sólo instante de pedirte perdón y darte las gracias, por aparecer en mi desastrosa vida, aunque haya sido en las peores circunstancias.

Te enviaré esta especie de carta, ojalá quieras leerla, porque no tengo otra forma de agradecerte por todo cuanto me has dado , encerrado aquí, no tengo muchas opciones.

Gracias mi Alondra Gina Mariposa

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Fin del relato

Gracias infinitas apreciados amigos

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