I come to Jesus exactly as I am. He celebrates my joy with me as I arrive. He soothes me as I come in mourning. I hurt when I come, but He cures me. He grants me rest when I arrive weary. He gives me calm as I come to Him in fear. I arrive uncertain; He gives me hope. I come insecure, but He gives me assurances of His presence. He makes me rich in relationships despite my poor spirit. With a humble heart, He overflows me with grace. Starving in the soul, He nourishes me with His boundless love. I approach Christ, and He welcomes me.
Jesus talks about a body and soul that are worn out and carrying emotional weights. He extends the invitation to join Christ in the yoke of grace. Our life's engine is the Lord. We tether our train of faith to Him and go along His tried-and-true path. While self-indulgence and other inferior yokes compete for our affections, Jesus provides us true spiritual rest. He is our sure Savior, providing us with safe passage through prosperous times. Adrenaline is a transient force that prepares us for an emotional letdown. The relationship we have with Christ prepares our spirit to absorb His humility.
As a result, come as you are and accept God's grace. Bring your accomplishments and lay them at Jesus' feet as a gift of gratitude for His favor. Bring your worries and accept Christ's peace. Come struggling over things beyond your control and leave the results in God's hands. Bring your grieving heart here, and the Holy Spirit will soothe and care for you. Come as you are and place your worries in the gentle, loving, and capable hands of your Savior.
Furthermore, we acknowledge our sins and come as we are in repentance. Our Savior Jesus is an expert at forgiving and repairing acts of dishonesty, contempt, and disobedience. We don't first grow better before turning to Christ. We improve after coming to Christ. Heaven unravels our entanglements from the earth as we are when we arrive. However, we can rest in the present moment while we are with our heavenly Father. Jesus welcomes us with open arms and declares, "I love you. Be not afraid. I am present.
Vengo a Jesús exactamente como soy. Él celebra mi alegría conmigo cuando llego. Él me calma cuando vengo de luto. Me duele cuando me corro, pero Él me cura. Él me concede descanso cuando llego cansado. Él me da calma cuando vengo a Él con miedo. llego incierto; Él me da esperanza. Vengo inseguro, pero Él me da seguridades de Su presencia. Me enriquece en las relaciones a pesar de mi pobre espíritu. Con un corazón humilde, Él me desborda de gracia. Hambriento en el alma, Él me nutre con Su amor sin límites. Me acerco a Cristo y Él me acoge.
Jesús habla de un cuerpo y un alma desgastados y cargados de cargas emocionales. Extiende la invitación a unirse a Cristo en el yugo de la gracia. El motor de nuestra vida es el Señor. Atamos nuestro tren de fe a Él y seguimos Su camino probado y verdadero. Mientras la autocomplacencia y otros yugos inferiores compiten por nuestros afectos, Jesús nos proporciona un verdadero descanso espiritual. Él es nuestro Salvador seguro, brindándonos un paso seguro a través de tiempos prósperos. La adrenalina es una fuerza transitoria que nos prepara para una decepción emocional. La relación que tenemos con Cristo prepara nuestro espíritu para absorber su humildad.
Como resultado, ven como eres y acepta la gracia de Dios. Trae tus logros y ponlos a los pies de Jesús como un regalo de gratitud por su favor. Traiga sus preocupaciones y acepte la paz de Cristo. Ven luchando por cosas que están fuera de tu control y deja los resultados en manos de Dios. Trae tu corazón afligido aquí, y el Espíritu Santo te calmará y te cuidará. Ven tal como eres y deja tus preocupaciones en las manos amables, amorosas y capaces de tu Salvador.
Además, reconocemos nuestros pecados y venimos como estamos en arrepentimiento. Nuestro Salvador Jesús es un experto en perdonar y reparar actos de deshonestidad, desprecio y desobediencia. Primero no crecemos mejor antes de volvernos a Cristo. Mejoramos después de venir a Cristo. El cielo desenreda nuestros enredos de la tierra tal como somos cuando llegamos. Sin embargo, podemos descansar en el momento presente mientras estamos con nuestro Padre celestial. Jesús nos recibe con los brazos abiertos y declara: "Os amo. No tengáis miedo. Yo estoy presente.
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