Good deeds aren't all that bad. They're great. We ought to be required to perform things as Christians. We shouldn't let the fact that we are not saved by our deeds keep us from pursuing a life of contented submission to God's assertion. Jesus asserts resolutely, "If you love me, you will obey my commands" (John 14:15). Even in its frail and feeble state, submission attests to our affection for Christ. Good deeds are the perfect addition to the gospel, far from undermining the good news of effortlessness.
To be clear, when considered as the basis for salvation, good actions are terrible.
Not worthwhile are works. Salvation is "not of yourself," and it "is not the result of works." Even the assurance that leads to our salvation is a kind gift from God. Our sincere efforts are entwined with transgression like trampled animals. How many constrained cans of good deeds would it take, according to Francis Schaeffer, to fill the infinite space between God and us now that we have sinned? As good deeds are completely pointless to boast about, there is no basis for them. Christ is the primary foundation for salvation. It is His deeds, not our own, that have saved us.
When considered as the goal of salvation rather than its foundation, good actions are not inherently bad. Although good deeds do not merit salvation, they are an essential component of Christian assurance. In the same passage, Paul fights the idea that our good deeds do not spare us but rather give us something to set up for them.
Each phrase in Ephesians 2:10 is crucial to understanding the role that deeds play in the Christian life. We learn that our good deeds are the result of our being new manifestations, not the reason for it, and they attest to the way in which we have been reclaimed in order for our lives to reflect the skill and nature of God. Being united to Christ has a positive impact on our ability to do good deeds. Nothing we do can please God apart from Him. Whatever the case, we are required to demonstrate our surrender to God in Christ. We can be confident that God is aware of our helpless and imbalanced efforts because of Christ. Paul also says that following God's lead in the Christian life results in doing good deeds. We don't need to think about what God wants from us. In His Statement, He informed us. Good deeds are those that are carried out in response to God's assertion.
Las buenas obras no son tan malas. Son grandiosos. Se nos debe exigir que hagamos cosas como cristianos. No debemos permitir que el hecho de que no somos salvos por nuestras obras nos impida seguir una vida de sumisión satisfecha a la afirmación de Dios. Jesús afirma resueltamente: "Si me aman, obedecerán mis mandamientos" (Juan 14:15). Incluso en su estado frágil y débil, la sumisión da testimonio de nuestro afecto por Cristo. Las buenas obras son la adición perfecta al evangelio, lejos de socavar las buenas nuevas de la falta de esfuerzo.
Para ser claros, cuando se consideran como base para la salvación, las buenas acciones son terribles.
No valen la pena las obras. La salvación "no es de ti mismo" y "no es el resultado de las obras". Incluso la seguridad que conduce a nuestra salvación es un regalo bondadoso de Dios. Nuestros esfuerzos sinceros están entrelazados con la transgresión como animales pisoteados. ¿Cuántas latas restringidas de buenas obras se necesitarían, según Francis Schaeffer, para llenar el espacio infinito entre Dios y nosotros ahora que hemos pecado? Como las buenas obras son completamente inútiles de las que jactarse, no hay base para ellas. Cristo es el fundamento principal para la salvación. Son sus obras, no las nuestras, las que nos han salvado.
Cuando se las considera como la meta de la salvación en lugar de su fundamento, las buenas acciones no son inherentemente malas. Aunque las buenas obras no merecen la salvación, son un componente esencial de la seguridad cristiana. En el mismo pasaje, Pablo combate la idea de que nuestras buenas obras no nos perdonan, sino que nos dan algo que preparar para ellas.
Cada frase en Efesios 2:10 es crucial para comprender el papel que juegan las obras en la vida cristiana. Aprendemos que nuestras buenas obras son el resultado de que seamos nuevas manifestaciones, no la razón de ello, y dan fe de la forma en que hemos sido reclamados para que nuestras vidas reflejen la habilidad y la naturaleza de Dios. Estar unidos a Cristo tiene un impacto positivo en nuestra capacidad de hacer buenas obras. Nada de lo que hacemos puede agradar a Dios aparte de Él. Cualquiera que sea el caso, estamos obligados a demostrar nuestra entrega a Dios en Cristo. Podemos estar seguros de que Dios está al tanto de nuestros esfuerzos indefensos y desequilibrados debido a Cristo. Pablo también dice que seguir la dirección de Dios en la vida cristiana resulta en hacer buenas obras. No necesitamos pensar en lo que Dios quiere de nosotros. En Su Declaración, Él nos informó. Las buenas obras son aquellas que se llevan a cabo en respuesta a la afirmación de Dios.