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No debí haber tomado esa maldita caja.
Me encontraba sentado en una piltrafa de bar. Desafortunadamente para mi, las normas de higiene del establecimiento brillaban por su ausencia. Todo tipo de indeseables entraba y perfumaba con su esencia de indigente la atmósfera apenas respirable.
Trataba de ahogar mis malas decisiones en un tarro de lo que a mi parecer era una bebida alcohólica rancia hecha quién sabe con qué, pero era lo único que había. Ni siquiera me atrevía a tomar el líquido color tierra que servían por agua.
Este era un mundo primitivo, a punto de sucumbir ante una amenaza kármica que databa miles de años atrás y gracias a mi avaricia formaba parte de él. No era del todo malo, no había contaminación ambiental, eso era seguro. Se respiraba aire puro y hacia donde miraras, siempre habían grandes extensiones verdes.
Una comunidad sin tecnología, totalmente agrícola, pero rodeada de magia. Magia real, aun cuando no existían centros hospitalarios o de diagnóstico integral, habían algunas personas capaces de reparar heridas graves, quemaduras, brazos rotos y dejarlos como nuevos con tan solo pronunciar unas palabras en lenguas.
Totalmente increíble.
Pasé otro trago amargo de aquella bebida por mi garganta y nuevamente maldije el haber tomado esa caja. Lo recordaba como si fuera ayer; como de costumbre, estaba haciendo de las mías, vendiendo ilegalmente artículos de uso cotidiano en la calle. No me molestaba hacerlo, todos lo hacían, ¿porque yo no? En especial, tenía una colección de ropa interior comestible que se vendía como pan caliente.
Pero aquel desdichado día, apareció ese tipo, cayendo justo frente a mis narices, totalmente muerto y en sus manos había una caja misteriosa cubierta de símbolos, muy llamativa por cierto. Estaba seguro que podía conseguir unos 20 mil dólares por ella.
Mi mente voló y se me hizo agua la boca. El hombre ya estaba muerto, ya no iba a hacer nada con ella. Sería un desperdicio dejarla en manos de cualquier hampón.
Eché una mirada alrededor para ver si habían testigos de lo sucedido, pero era obvio que en esta gran ciudad le importara un pepino lo que sucediera con los extraños. Sin hacer mucho movimiento, me acerqué, tomé la caja y de inmediato recogí mi stand y me esfumé del sitio.
Desafortunadamente, la caja comenzó a chillar y por alguna razón sus símbolos se iluminaron. Todo pasó muy rápido, sin darme cuenta, mientras huía, de pronto me encontré en un sitio totalmente distinto, la jungla de cemento donde solía vivir se había convertido en una jungla real, con tierra, plantas exóticas y riachuelos. Quise regresar por donde vine, pero sentí un fuerte golpe en la cabeza y todo se oscureció. Para mi mala suerte, también perdí la caja.
Heme aquí, según la gran maga sacerdotisa de la sociedad donde me encontraba, por obra del destino, termino siendo uno de los elegidos para combatir el mal que ha despertado recientemente, después de haber dormido durante siglos, cuya única intención es destruir todo lo que nos rodea.
El gran mago oscuro. Un loco deseoso de poder y obviamente un sociópata que desea eliminar a todos, incluyendo el mundo donde vive y me pregunto: ¿dónde irá a vivir después de que lo destruya todo?
Es indudable que no estaba solo, había una horda de engendros a su favor, unos seres humanoides monstruosos, altos como robles y duros como piedra, con grandes colmillos, diestros en el uso de hachas y espadas, y por si fuera poco, expertos en acabar con todo lo que se les atravesara en su camino.
Por otro lado, la gran maga sacerdotisa era una mujer hermosa, alta y esbelta, su larga cabellera roja ya pintaba algunas canas. Poseía una mirada muy penetrante, pero estaba seguro que tenía un tornillo flojo. Jamás en mi vida había tomado un arma en mis manos y carezco totalmente de habilidades combativas, lo mejor que sé hacer es huir. ¿Cómo demonios iba a ser uno de los elegidos?
Mientras seguía lidiando con mi extraña bebida amarga, entran los otros cuatro elegidos al bar; el bárbaro es el primero, un hombre alto y fornido, de barbilla ancha, me hace suponer que es el alfa del grupo, el líder; lleva una pesada espada colgando de su espalda, viste dos piezas de piel en forma de camisa y pantalón. Tras de él, viene la aprendiz de hechicera, una joven humilde, un poco introvertida para mis gustos, lleva puesto un vestido que le cubre sus pies y aun costado, celosamente aferrada, su alforja rellena con quién sabe qué pociones, amuletos y artilugios.
Tras de ellos, los siguen el arquero, mitad elfo, mitad aldeano, un paria para ambos clanes. Su cabello blanco lo lleva trenzado tras su espalda, resaltando sus orejas puntiagudas. Siempre pendiente de todo lo que hay a su alrededor, listo para tomar su arco y lanzar una de sus flechas certeras. Junto a este último, viene el enano, a quien no hay que subestimar por su estatura, es capaz de levantar un par de hombres del doble de su tamaño y partirlos en dos con su gran martillo.
Galavant es el primero en acompañarme, sentándose frente a mí. Su gran estatura y peso hace crujir la silla de madera. A su izquierda le acompaña, Mariam, quien delicadamente hace señas a la bartender para pedir 4 bebidas.
Casi imperceptiblemente se sienta a mi izquierda, William, quien me observa con mucha determinación, como buscando averiguar qué me vio la gran maga. Toscamente a mi derecha, de un salto, se sienta Torin, el guerrero enano, soltando de golpe su gran martillo para hacerse notar.
“Así que eres el quinto elegido que viene de otras tierras”, suelta el bárbaro.
Todos se quedan expectantes, esperando mi respuesta. Sin embargo, me reacomodo en mi asiento y asiento con la cabeza.
“Así parece”, respondo y le doy otra sorbida a mi asquerosa bebida.
Veo desaprobación en sus miradas. Pero en realidad, poco me importa sus opiniones. Solo espero encontrar la forma de volver a mi mundo, antes de perecer en este.
“Hemos entrenado la mayor parte de nuestras vidas para este momento”, altanero, exclama el bárbaro tras aventar su tarro sobre la mesa.
“Todos estamos dispuestos a dar nuestra vida por la misión”, agrega.
Le echo una mirada al enano y este asiente con su pecho inflado; le sonrío y subo mi bebida para celebrar lo afirmado y cubro mi boca y aprovecho a mirar hacia mi izquierda; Will no hace comentarios pero veo que se muerde el labio inferior, mientras tanto discretamente lanzo una mirada furtiva hacia Mariam, su mirada perdida, baja hacia su derecha y sus manos inconscientes arrugan su vestido.
“Estoy seguro eres un gran guerrero del lugar de donde vienes”, escupe Torin dándome un empujón que casi me saca de la silla, termina su bebida y pide una nueva a la cantinera.
Termino mi bebida y les echo una mirada a todos
“En realidad, era vendedor de ropa”
Galavant se carcajea con toda su fuerza, Mariam oculta su cara tras sus manos y Will se retira de la mesa sin decir palabra. Torin no ha entendido lo sucedido ya que sigue tratando de llamar la atención de la cantinera por un nuevo trago.
Me retiro sin decir palabra
Me encuentro caminando cabizbajo, perdido entre las calles del pueblo, pateando algunos guijarros, cuando de pronto tras una esquina, aparece la gran maga sacerdotisa. Forzo una sonrisa y la saludo “¡Buenas tardes!”, ella no dice nada.
Entre sus manos algo me deslumbra. Es la maldita caja. Mis ojos se agrandan y mi sonrisa falsa se transforma en verdadera. No puedo evitar ocultar mi emoción por volver a mi mundo.
La deja en mis manos tras decir “Eres libre de hacer lo que te plazca” y se marcha.
Una nueva oportunidad se presenta ante mi, está claro que no tengo idea de cómo utilizar la caja, pero estoy seguro que tras un par de intentos podría volver a mi mundo y marcharme lo más pronto posible del apocalipsis que está por ocurrir.
Olvido por un momento todo el tema de advenimiento del mago oscuro y su terrible decisión de acabar con todo y me concentro en indagar acerca del funcionamiento de la caja lo más pronto posible, cuando de repente una pequeña niña se acerca a mi.
Tiene amarrada una delgada soga a su cintura y ésta a su vez se extiende hasta el cuello de una pequeña cabra, una cabra pigmea para ser preciso; mi atención se fija en el pequeño animal, rumiando un pedazo de tela, indiferente a lo que sucede a su alrededor, quizás es un trozo de la falda que viste a niña, aun así sigue disfrutando de este.
La pequeña mocosa saca de un bolso, que lleva a su costado, una muñeca de trapo y me la ofrece.
“Mi mamá me ha dicho que eres el quinto elegido y que vienes de muy, muy lejos”
Yo sigo mirando su mano extendida hacia mí, con la muñeca de trapo en ella.
“De seguro, extrañas mucho a tu familia y ellos a ti.”, dice moqueando la pequeña y agrega “por eso quiero que tengas a Wanda, para que te haga compañía”
Sigo con la boca abierta sin decir nada e inconscientemente mi mano se extiende, ella coloca su muñeca dentro de la mía y cierra mis dedos sobre ella.
La cabrita le mordisquea nuevamente su falda y ella se ríe y le advierte que deje de hacerlo ya que su madre las escarmentará a ambas; recuerda que debe darle de comer al pequeño animal y se marcha no sin antes darme un abrazo.
Su risa coqueta y divertida queda grabada en mi mente.
Mis ojos las siguen hasta que desaparecen tras una esquina a lo lejos. La muñeca sigue aferrada a mi mano.
En mi mundo, soy otro más del montón, un parásito más de la sociedad. Recuerdo que no tengo un empleo fijo y que están por echarme de mi apartamento.
Corría desesperadamente a través del campo de batalla, los cuerpos destrozados de los monstruos estaban regados por doquier, el humo apenas me dejaba respirar, solo rezaba por encontrar con vida a los elegidos.
Afortunadamente, los enemigos no llegaron hasta el pueblo, los elegidos combatieron fuertemente la horda de monstruos.
Tras media hora de saltar montañas de cadáveres de monstruos, encontré a Mariam, agotada pero aun luchando, realizaba hechizos de curación sobre William y Torin. Por el estado de sus heridas, probablemente iba a tardar más tiempo de lo que pensaba
Ella me echa una mirada, sorprendida. Le pregunto dónde está Galavant y ella me dice que ha decidido enfrentarse solo al mago oscuro y me señala con su mirada el camino hacia donde está ocurriendo la lucha.
Le aviento una botella de agua mineral y comento
“Eso es lo que llamamos en mi mundo, agua”, le guiño un ojo y continuo con mi travesía.
Sigo por un camino lleno de grandes rocas, me cuelo entre ellas y logro alcanzar ver a ambos guerreros luchando con espadas. Por alguna razón, el mago oscuro ha decidido probar su experticia con la espada.
Pero es evidente que no combate justamente, arroja rocas con su poder mágico sobre Galavant, este evade las que puede o las desvía con su espada. Galavant está agotado pero aun sigue en pie.
Me acerco cautelosamente, pienso que Galavant lo tiene ganado, pero de pronto el mago oscuro se fastidia y hace levitar el cuerpo de Galavant, dobla sus brazos tras su espalda y lo desarma.
“¿Realmente pensaste que ibas a ganar?”, expresa con calma el mago oscuro
Las venas del cuello de Galavant se prensan y sus ojos se tornan rojos.
“Has sido muy ingenua Mirtha”, menciona el mago oscuro a la sacerdotisa que yace derrotada no muy lejos de él.
“Pensar, que estos miserables podrían vencerme”
Una serie de detonaciones sorprenden tanto al mago oscuro como a los derrotados.
El mago hace unos movimientos mágicos pero termino descargando todas mis balas sobre el cuerpo y la cabeza del mismo.
Su cuerpo cae inerte; y aprovecho a recargar mi arma y descargo 17 balas más sobre su cuerpo.
Finalmente, las nubes negras de humo que invaden el valle, se disipan.
La sacerdotisa sella el cadáver del mago oscuro, esperando que vuelvan a pasar otros 3 mil años para su regreso.
La paz reina nuevamente en la comarca y me aseguro de regresar a Wanda a su dueña.
Hasta la próxima.
I shouldn't have taken that damn box.
I found myself sitting in a bar rag. Unfortunately for me, the hygiene standards of the establishment were shining by their absence. All sorts of undesirables beens walked in and perfumed the barely breathable atmosphere with their homeless scent.
I tried to drown my bad decisions in a jar of what seemed to me to be a stale alcoholic beverage made with who knows what, but it was all there was. I didn't even dare to drink the earth-colored liquid they served for water.
This was a primitive world, on the verge of succumbing to a karmic threat that dated back thousands of years and thanks to my greed I was part of it. It was not all bad, there was no environmental pollution, that was for sure. You could breathe pure air and wherever you looked, there were always large green expanses.
A community without technology, totally agricultural, but surrounded by magic. Real magic, even when there were no hospitals or comprehensive diagnostic centers, there were some people capable of repairing serious wounds, burns, broken arms and make them as good as new with just a few words in tongues.
Totally unbelievable.
I passed another bitter gulp of that drink down my throat and again cursed having taken that box. I remembered it like it was yesterday; as usual, I was doing my thing, illegally selling everyday items on the street. I didn't mind doing it, everyone was doing it, why not me? In particular, I had a collection of edible underwear that sold like hotcakes.
But that miserable day, that guy appeared, dropping right under my nose, totally dead, and in his hands was a mysterious box covered in symbols, very flashy indeed. I was sure I could get about $20,000 for it.
My mind flew and my mouth watered. The man was already dead, he wasn't going to do anything with it anymore. It would be a waste to leave it in the hands of any crook.
I glanced around to see if there were any witnesses to what had happened, but it was obvious that this big city didn't give a damn what happened to strangers. Without making much of a move, I reached over, grabbed the box and immediately picked up my booth and vanished from the site.
Unfortunately, the box started screeching and for some reason its symbols lit up. Everything happened very fast, without realizing it, as I was running away, I suddenly found myself in a totally different place, the concrete jungle where I used to live had turned into a real jungle, with dirt, exotic plants and streams. I wanted to go back the way I came, but I felt a loud bang on my head and everything went dark. To my bad luck, I also lost the box.
Here I am, according to the high priestess magician of the society where I was, by the work of destiny, I end up being one of the chosen ones to fight the evil that has recently awakened, after having slept for centuries, whose only intention is to destroy everything around us.
The great dark wizard. A power-hungry madman and obviously a sociopath who wishes to eliminate everyone, including the world where he lives and I wonder: where will he go to live after he destroys everything?
Undoubtedly he was not alone, there was a horde of creatures on his side, monstrous humanoid beings, tall as oaks and hard as stone, with large fangs, skilled in the use of axes and swords, and to top it off, experts in wiping out everything that crossed their path.
On the other hand, the great priestess mage was a beautiful woman, tall and slender, her long red hair already showed some gray hair. She had a very penetrating gaze, but I was sure she had a screw loose. Never in my life had I ever held a sword in my hands and I totally lack combative skills, the best I know how to do is run away. How the hell was I going to be one of the chosen ones?
While I was still dealing with my strange bitter drink, the other four chosen ones enter the bar; the barbarian is the first, a tall, burly man with a broad chin, makes me assume he is the alpha of the group, the leader; he carries a heavy sword hanging from his back, he wears two pieces of leather in the form of a shirt and pants. Behind him comes the apprentice sorceress, a humble young woman, a bit introverted for my tastes, wearing a dress that covers her feet and at her side, jealously clutched, her saddlebag filled with who knows what potions, amulets and gadgets.
Behind them, they are followed by the archer, half elf, half villager, an outcast for both clans. His white hair is braided behind his back, highlighting his pointed ears. Always aware of everything around him, ready to take his bow and shoot one of his accurate arrows. Next to the latter comes the dwarf, not to be underestimated for his stature, he is capable of lifting a pair of men twice his size and splitting them in two with his great hammer.
Galavant is the first to join me, sitting down opposite me. His great stature and weight make the wooden chair creak. To his left, he is accompanied by Mariam, who delicately signals the bartender to order four drinks.
Almost imperceptibly sits to my left, William, who watches me with great determination, as if looking to find out what the great magician saw in me. Roughly to my right, with a jump, sits Torin, the dwarf warrior, suddenly dropping his great hammer to make himself noticed.
"So you are the fifth chosen one to come from other lands," blurts out the barbarian.
Everyone stands expectantly, waiting for my answer. However, I rearrange myself in my seat and nod my head.
"So it would seem," I reply and take another sip of my disgusting drink.
I see disapproval in their looks. But in reality, I care little for their opinions. I only hope I can find a way back to my world, before I perish in this one.
"We have trained most of our lives for this moment," haughtily, the barbarian exclaims after tossing his jar onto the table.
"We are all willing to give our lives for the mission," he adds.
I glance at the dwarf and he nods with his chest puffed out; I smile at him and raise my drink to celebrate the affirmation and cover my mouth and take the opportunity to look to my left; Will doesn't comment but I see he bites his lower lip, meanwhile I discreetly throw a furtive glance towards Mariam, her gaze lost, down to her right and her hands unconsciously ruffle her dress.
"I'm sure you're a great warrior where you come from," Torin spits giving me a shove that almost knocks me out of my chair, he finishes his drink and asks the bartender for a new one.
I finish my drink and glance at them all.
"Actually, I was a clothing salesman."
Galavant laughs at the top of his lungs, Mariam hides her face behind her hands and Will leaves the table without a word. Torin hasn't understood what happened as he keeps trying to get the bartender's attention for a new drink.
I leave without a word
I find myself walking crestfallen, lost among the streets of the village, kicking some pebbles, when suddenly behind a corner, the high priestess mage appears. I force a smile and greet her "Good afternoon!", she doesn't say anything.
Between her hands something glares at me. It's the damn box. My eyes widen and my fake smile transforms into a real one. I can't help but hide my excitement to be back in my world.
She leaves it in my hands after saying "You are free to do as you please" and walks away.
A new opportunity presents itself before me, it is clear that I have no idea how to use the box, but I am sure that after a couple of attempts I could return to my world and leave as soon as possible from the apocalypse that is about to happen.
I forget for a moment all about the theme of the advent of the dark wizard and his terrible decision to end everything and concentrate on inquiring about the workings of the box as soon as possible, when suddenly a small girl approaches me.
She has a thin rope tied around her waist and this in turn extends to the neck of a small goat, a pygmy goat to be precise; my attention is fixed on the little animal, ruminating on a piece of cloth, indifferent to what is happening around her, perhaps it is a piece of the skirt that dresses the girl, even so she continues to enjoy it.
The little brat takes out of a bag, which she carries at her side, a rag doll and offers it to me.
"My mom told me that you are the fifth chosen one and that you come from far, far away."
I keep looking at her hand outstretched towards me, with the rag doll in it.
"For sure, you miss your family a lot and they miss you too", the little girl says sniffling and adds "that's why I want you to have Wanda, to keep you company."
I keep my mouth open without saying anything and unconsciously my hand reaches out, she places her doll inside mine and closes my fingers over it.
The little goat nibbles her skirt again and she giggles and warns her to stop as her mother will scold them both; she remembers to feed the little animal and leaves but not before giving me a hug.
Her flirtatious and amused laughter is engraved in my mind.
My eyes follow them until they disappear behind a corner in the distance. The doll is still clinging to my hand.
In my world, I'm just another one of the bunch, just another parasite of society. I remember that I don't have a steady job and that I'm about to be kicked out of my apartment.
I ran desperately through the battlefield, the mangled bodies of the monsters were scattered everywhere, the smoke barely let me breathe, I just prayed to find the chosen ones alive.
Fortunately, the enemies did not reach the village, the chosen ones strongly fought the horde of monsters.
After half an hour of jumping over mountains of monster corpses, I found Mariam, exhausted but still fighting, performing healing spells on William and Torin. From the state of their wounds, it was probably going to take her longer than I thought.
She glances at me, surprised. I ask her where Galavant is and she tells me that he has decided to face the dark mage alone and points me with her gaze to where the fight is happening.
I toss her a bottle of mineral water and comment.
"That's what we call in my world, water," I wink at her and continue on my journey.
I follow a path full of large rocks, sneak between them and manage to catch a glimpse of both warriors fighting with swords. For some reason, the dark mage has decided to test his expertise with the sword.
But it is evident that he does not fight fairly, he throws rocks with his magic power on Galavant, who evades the ones he can or deflects them with his sword. Galavant is exhausted but still standing.
I approach cautiously, I think Galavant has him beat, but suddenly the dark mage gets annoyed and levitates Galavant's body, folds his arms behind his back, and disarms him.
"Did you really think you were going to win?" the dark mage calmly expresses.
The veins in Galavant's neck tighten and his eyes turn red.
"You have been very naive Mirtha," mentions the dark wizard to the priestess lying defeated not far from him.
"To think, that these pitiful wretches could defeat me."
A series of detonations surprise both the dark magician and the defeated.
The mage makes some magical movements but I end up unloading all my bullets on his body and head.
His body falls inert; I take the opportunity to reload my weapon and unload 17 more bullets on his body.
Finally, the black clouds of smoke that invade the valley dissipate.
The priestess seals the corpse of the dark mage, waiting for another 3 thousand years to pass for his return.
Peace reigns again in the shire and I make sure to return Wanda to her owner.
See you next time...