Un adolescente se acerca cauteloso al confesionario.
-Buenas tardes padre, quiero confesarme.-
-A ver chico, dime tus pecados- lo conmina una voz del otro lado de la reja.
Entonces el chico se ajusta muy bien el cubrebocas, se asoma a la ventanilla y empieza a emitir sonidos sin sentido a lo que le responden.
-Oye chico eso no es pecado-
-¿No?-
-No chico eso e pulpo, pos como le hiciste para llevar las manos hasta allá-
-Entonces ¿Si me entendió?
-Pos claro chico, yo también fui adolescente, vaya pa su casa a descansar-
Minutos mas tarde llega el padre al confesionario a revisar el trabajo de carpintería que había encargado.
-Alguna novedad-
-No ninguna-
Cesar Layama