En mi país natal Chile existe una constante social de querer venderle al mundo que somos el sueño suramericano, que contamos con una de las economías más sólidas del cono sur. Eso pudo haber sido quizás hace una década atrás, pero halando la cuerda unos años más acá, específicamente durante el período gubernamental de la señora Bachelet, el incremento de la pobreza se hizo notorio.
Según la encuestadora de caracterización Casen en nuestro país, cada seis minutos nace un nuevo pobre en Chile, lo que se ha incrementado con la llegada del covid 19, ante el incremento del desempleo, el coste elevado de los arriendos y la posibilidad más lejana de hacerse de un inmueble propio.
Lo que hace inalcanzable lograr una estabilidad socio económica que pueda garantizar a las futuras generaciones un hogar sólido, una educación óptima y un futuro prometedor, mientras los chiquillos dan sus primeros pasos en arenas movedizas.
igualmente incierta es esa realidad para nuestros abuelos, quienes en su edad dorada en vez de gozar de los beneficios del cobro de su pensión, una casa propia y comida segura, en su lugar caen en la indigencia, viviendo literalmente en la calle y sobreviviendo con la limosna de los transeúntes que por misericorde casualidad se topan con la escudilla que les resguarda las monedas.
Esta es la otra cara de Chile, la que nadie quiere ver, la pobreza extrema y la situación de abandono y desprotección en la cual se encuentra buena parte de la población.
El teletrabajo y la sociedad de la información llega solo a una porción de la población. El resto permanece en la marginalidad y queda registrado en los indicadores de defunción del COVID-19.
Es una situación sin duda lamentable, aún recuerdo de hace unas décadas atrás, cuando se hablaba bastante del milagro económico chileno, ahora son un recuerdo que causa nostalgia.
Hola amigo, así es, es doloroso presenciar tanta desigualdad en una nación que tiene suficientes recursos para ser repartidos equitativamente entre todos sus pobladores. Gracias por tu visita.