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Los volantes publicitarios son una herramienta de marketing que ha dejado de usarse en Venezuela y en el momento que tuvo auge en la mayoría de los casos era mal empleado, ya que la efectividad del mismo raramente llegaba a un 5%.
Su nombre nace del hecho que los primeros se utilizaron en la segunda guerra mundial como medio de propaganda y eran lanzados desde aviones, o sea llegaban volando por tal razón se popularizó la palabra Flyer que es la que lo identifica en inglés.
La cantidad de estos pequeños papeles era numerosa dado lo económico que resultaba y el auge de la impresión a gran escala.
En nuestro país en épocas pasadas sirvió como medio para la campaña publicitaria de los políticos y en los comercios como forma de dar a conocer sus productos, sin embargo el uso de los mismos, tal vez por el ejemplo de los primeros, comenzó a ser masivo y a engalanar los pisos de las carreteras logrando un objetivo muy poco efectivo, ya que se necesitan tres factores para que un material publicitario funcione, estos son que impacte al cliente y por necesidad o vanidad lo necesite, que en ese momento tenga el dinero para hacerlo y que el lugar esté lo suficientemente cerca, solo el 1% de los que guarda un volante que la oferta ha llamado la atención va otro día a, establecimiento que la ofrece.
En países capitalistas o de economía mucho más activa las estrategias pueden tener una efectividad más grande, incluso se usan para mercadeo enviándolos por correo, pero en los países del tercer mundo inciden muchos factores que contradicen la lógica.
Un volante debe ser conciso, ofrecer productos determinados con las condiciones de venta de los mismos y no explayarse en detalles ya que eso mata la curiosidad del futuro comprador.
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Además ser distribuido en sectores cercanos al establecimiento o en la entrada del mismo, para que la efectividad crezca.
Es común ver lindas chicas con vestimentas sexys repartiendo volantes en avenidas principales de las ciudades sin importar que el negocio a quien promocionan se encuentre cercano o ser pegados al estilo de afiches en paredes de sectores apartados, acciones que no producirán beneficios.
Muchos publicistas han recomendado a sus clientes ofrecer descuentos con la entrega de estos, al estilo de los cupones de descuento extranjeros o invertir una cantidad onerosa en hacerlos de materiales vistosos y de colores impactantes, pero manteniendo el mal uso de distribución acostumbrado y manteniéndose como un gasto sin retorno para el comerciante.
Esas y muchas razones más, quizás la más importante está en que el publicista se ha transformado en un vulgar vendedor sin escrúpulos, han provocado que el comerciante pierda fe en ese instrumento que utilizado correctamente puede brindar una efectividad de hasta el 20% cuando es parte de una campaña más amplia donde no se descansa en él todo el peso de la publicidad, sino que va acompañado de otros instrumentos, aunado eso el uso novedoso de la publicidad a través de redes sociales o instrumentos electrónicos han en enviado el volante casi al olvido en nuestro país.