Fuente
Fecha: año 1970. Lugar: Liceo Baralt de Maracaibo, hora aproximada, 10 de la mañana.
Generalmente los estudiantes que por diversas razones no se encontraban en las aulas se reunían en la plaza central del liceo donde estaba la cantina y algunos bancos de concreto, incluso en alguna ocasión allí estuvo un zoológico de contacto, otros se iban hasta el frente o a la zona de canchas y se diseminaban entre la de beisbol o basketbol.
También había quienes preferían caminar por los alrededores o hacer alguna travesura como tocar timbres, lo cierto del caso es que no se permitía la circulación de estudiantes por los pasillos.
Yo estudiaba segundo año y conmigo haba un compañero de los que no faltan, echador de broma, creativo e inventor de maldades, como decimos en maracucho, un diablito en coco.
No recuerdo su nombre pero si su apellido, ya que es lo primero que nombran cuando pasan las listas para verificar la asistencia, el mismo era Raga.
Cada día se aparecía con una broma diferente, era un cliente consuetudinario de” la casa del truco”, un lugar que estaba de moda en la ciudad, por la variedad de sus productos para hacer bromas de todo tipo y ese día en particular llevó un arsenal de lo que popularmente llamamos peo líquido, que venía en ampollas de vidrio muy fino y que al reventarse emitía un olor putrefacto difícil de soportar.
También su maquiavélica cabeza trajo un plan arriesgado y peligroso que terminamos poniendo en práctica tres de sus amigos, incluyéndome.
Aprovechando una hora libre, no recuerdo por cual causa, nosotros tres tomamos un espacio del patio frente al pasillo izquierdo del liceo, donde había una seccional y varios salones de clase, mientras que él se fue al primer piso y a una señal, aprovechando el hecho que no había nadie cercano en el patio, lanzamos decenas de ampollas, algunas de las cuales entraron a la seccional y a las aulas de clases.
Eso fue como el bombardeo a Pearl Harbor, rápido y preciso, pero sin pilotos en los aviones, lo que hoy se llama drones, y como los japoneses, nos replegamos y tomamos diferentes rumbos para no ser reconocidos, yo me fui a la cantina a tomarme un refresco, los otros dos amigos salieron al frente y Raga se quedó sentado en la escalera que comunica el pasillo bombardeado con el primer piso.
Desde mi posición privilegiada pude ver como una estampida de personas emergió de los lugares donde el olor a diablo, como dijo alguno de los afectados, impregnó el ambiente. Me hizo recordar alguna película de desastres donde la gente lucha por salir al mismo tiempo por las puertas.
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Una de las secretarias de la seccional vomitó y casi se desmaya, mientras que otros sufrieron golpes causados por la desbandada, incluso algunos que se cayeron fueron pisados.
En un primer momento se pensó en alguna avería en las tuberías de aguas negras pero como entre cielo y tierra no hay nada oculto, alguien descubrió que el olor lo había producido muchos peo líquidos.
Se inició la cacería para atrapar al culpable pero el código de silencio en el instituto era férreo, nadie vio a nadie y quien se atreviera a sapear a alguno se las vería difíciles en el futuro, ya que sería excluido de toda actividad y quedaría más solo que la una, además de sufrir cualquier cantidad de ataques, incluso físicos.
Como nunca falta un caído de la mata, como expresamos en estos lares los que pecan de tontos, una compañera de sección, hizo el comentario que Raga había traído unos peo líquidos y este fue citado a dirección como sospechoso, pero no pudo ser hallado culpable ya que nadie lo vio realizar la acción que se investigaba, sin embargo fue suspendido una semana por llevar esos objetos al liceo, mientras que la delatora quedó marcada y la pasó muy mal todo el año, ya que, haciendo analogías, era la leprosa del salón y fue objeto de muchas bromas pesadas.
English Version
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Date: year 1970. Place: Liceo Baralt in Maracaibo, approximate time, 10 am.
Generally the students who for various reasons were not in the classrooms gathered in the central plaza of the high school where the canteen and some concrete benches were located, even on one occasion there was a contact zoo, others went to the front or to the court area and spread out among the baseball or basketball area.
There were also those who preferred to walk around or do some mischief such as ringing bells, the truth of the matter is that students were not allowed to circulate in the corridors.
I was a second year student and with me was one of those companions that are not lacking, a joke maker, creative and inventor of evil, as we say in Maracucho, a little devil in coconut.
I don't remember his first name but his last name, since it is the first thing they name when they pass the lists to verify attendance, it was Raga.
Every day he would show up with a different joke, he was a customary customer of "la casa del truco", a place that was fashionable in the city, because of the variety of its products for making jokes of all kinds and that particular day he carried an arsenal of what we popularly call peo liquid, which came in very fine glass ampoules and which when bursting emitted a rotten smell that was difficult to bear.
His Machiavellian head also brought a risky and dangerous plan that we ended up putting into practice by three of his friends, including me.
Taking advantage of a free hour, I don't remember which cause, the three of us took a space in the courtyard in front of the left corridor of the high school, where there was a sectional and several classrooms, while he went to the second floor and at a signal, taking advantage of the fact that there was no one nearby in the courtyard, we threw dozens of blisters, some of which entered the direction and the classrooms.
That was like the bombing of Pearl Harbor, fast and precise, but without pilots in the planes, what today is called drones, and like the Japanese, we retreated and took different paths so as not to be recognized. I went to the canteen to have a drink, the other two friends went out in front and Raga remained seated on the staircase that connects the bombed corridor with the second floor.
From my privileged position I could see how a stampede of people emerged from the places where the smell of the devil, as some of those affected said, permeated the atmosphere. It reminded me of some disaster movie where people struggle to get out of doors at the same time.
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One of the secretaries of the direction vomited and almost fainted, while others suffered blows caused by the disbandment, even some who fell were stepped on.
At first it was thought that there was a fault in the sewage pipes, but as there is nothing hidden between heaven and earth, someone discovered that the smell had been produced by many stink bombs.
The hunt began to catch the culprit but the code of silence in the institute was ironclad, no one saw anyone and anyone who dared to pillage anyone would find it difficult in the future, as they would be excluded from all activity and left more alone than one, as well as suffering any number of attacks, even physical ones.
As a fall from the bush is never missing, as we expressed in these parts those who sin of fools, a fellow section, made the comment that Raga had brought some peo liquids and this was cited to address as a suspect, but could not be found guilty because no one saw him perform the action being investigated, however was suspended a week for taking those objects to the school, while the informer was marked and had a very bad time all year, because, making analogies, was the leper of the room and was the subject of many practical jokes.