Sentado en el mueble de cuero envejecido de la pequeña sala de estar, en la oscuridad de la imperturbable noche, acariciado por la suave mano de la soledad. Estaba sumergido en los pensamientos de tristeza y melancolía, esos pensamientos que como una enredadera de venenosas espinas, se va extendiendo hasta llegar a tu corazón, dónde lo va cubriendo y apuñalando lentamente.
Cuando sin darme cuenta, hizo su aparición el griego Morfeo, dejándome completamente dormido, de esa manera escape brevemente a los truenos y relámpagos de mi tormentosa realidad.
Al abrir mis cansados ojos, estaba aún sentado en medio de todo y rodeado de nada. Suspire vagamente entre mis pesares, cuando tocaron levemente a mi oscura puerta.
Sin reparo alguno, fui a conocer a mi visitante de media noche, y al abrir mi robusta puerta, ahí estabas, brillando como una centelleante estrella, repartiendo color a ese momento de tristeza gris, devolviendo vida a mí inerte alma que había Sido profanada por la melancolía de tu repentina partida.
¡Oh mi dulce ángel! Aún incrédulo de tu presencia, solo pude tocar suave y ligeramente por las puntas de mis temblorosos dedos tu espectacular rostro de diosa, admire de nuevo tus resplandecientes ojos, llenos de amor y ternura.
Agarre con todas mis mortales fuerzas tus delicadas manos, para preguntarte si venías como ángel de la salvación a llevarme contigo a las tierras inmortales del paraíso, dónde estaríamos Por la eternidad del universo entero, del universo infinito.
Compartiste tu sonrisa con labios de pasión y me otorgaste el fuego de tus besos una vez más. Comprendiendo que aún no era mi tiempo de partida, nuestro tiempo de reencuentro eterno.
Cerré mis ojos inundados de las fugaces lágrimas para unir nuestros cuerpos en el calor de un amoroso y breve abrazo, dónde suavemente te susurré al oído lo mucho que te extraño, y de cuánto te amo reina mía.
Al abrirlos me encontraba de nuevo en la soledad del envejecido mueble, sentado entre las derramadas lágrimas, pero aún con el calor de nuestro melancólico abrazo.
Todas las imágenes fueron sacadas de www.pixabay.com
****Gracias por leer****
Sitting on the aged leather furniture in the small living room, in the darkness of the undisturbed night, caressed by the gentle hand of loneliness.
He was immersed in thoughts of sadness and melancholy, those thoughts that, like a vine of poisonous thorns, spread until they reach your heart, where they slowly cover and stab you.
When without realizing it, the Greek Morpheus made his appearance, leaving me completely asleep, that way I briefly escaped the thunder and lightning of my stormy reality.
Opening my tired eyes, I was still sitting in the middle of everything and surrounded by nothing.
I sighed vaguely between my regrets, when there was a light knock on my dark door.
Without hesitation, I went to meet my midnight visitor, and when I opened my sturdy door, there you were, shining like a twinkling star, giving color to that moment of gray sadness, giving life back to my inert soul that had been profaned by the melancholy of your sudden departure.
Oh my sweet angel! Still incredulous of your presence, I could only gently and lightly touch your spectacular goddess face with the tips of my trembling fingers, admire again your resplendent eyes, full of love and tenderness.
I grabbed your delicate hands with all my mortal strength, to ask you if you came as an angel of salvation to take me with you to the immortal lands of paradise, where we would be For the eternity of the entire universe, of the infinite universe.
You shared your smile with lips of passion and gave me the fire of your kisses once again.
Realizing that it was not yet my departure time, our time of eternal reunion.
I closed my eyes flooded with fleeting tears to unite our bodies in the warmth of a loving and brief hug, where I softly whispered in your ear how much I miss you, and how much I love you, my queen.
When I opened them I found myself once again in the solitude of the aged piece of furniture, sitting among the spilled tears, but still with the warmth of our melancholy embrace.
All images were taken from www.pixabay.com
****Thank you for reading****