Belinda, una niña hija de personas influyentes en plano de la política es tratada como lo indica su posición con toda la seguridad en todas las actividades de su día a día.
Ya cumple 10 años de vida, pregunta a su padre que cuando puede ir salir del palacio donde se encuentra porque así luce...quiero ver las calles, ver otros rostros.
Su padre le responde que ella no puede andar por allí, que todo lo tiene donde viven que hasta su educación es administrada desde el hogar.
Una mañana, a Belinda le toca salir después de tanto insistir a pasear...pero que pasa que la sacarán a pasear pero en la limosina donde no podrá patear las calles como ella quiere.
Quiso un helado y le dijo a su cuidadora que lo compre...en ese momento como pudo se saltó y comenzó a correr por las calles como loca, se encontró con mucha gente a su alrededor que se sintió perdida.
Su cuidadora la buscaba y no daba con ella...Belinda caminó y caminó y no dejaba de sorprenderse de tantas bellezas que miraba...el cansancio no le permitió seguir y quiso volver, su camino no lo encontró por lo rápido que salió de la limosina y no observó detalles de ese momento.
Como pudo caminó y caminó, ya un poco asustada porque iba a oscurecer hasta cansada decidió mirar una puesta de sol, le pareció la más hermosa que había visto porque ya no la veía desde su ventana, se sentía libre aunque esa libertad fue por poco...
Miró la limosina que volvió a ella , pero Belinda mantenía una sonrisa en sus labios, no escuchaba los reproches de su cuidadora...solo recordaba la puesta de sol más hermosa que había visto porque no se sentía en la prisión que había nacido.
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