Ausencia en la noche.
Las estrellas silenciosas
no hallan qué brillo esplender
pues sabe que tu querer
me ha retirado las rosas.
¡Cuánto quisiera saber
cuando me darás perdón
para que mi corazón
deje de languidecer!
Razón, hay mucha razón
de tu carta de despido,
pero yo me he arrepentido
con mayor lamentación.
Yo no pienso que el olvido
haya llegado a tu pecho
y lo que de malo he hecho
me tiene muy compungido.
Haces falta aquí en mi lecho
y he perdido el apetito
mientras ruego a suelto grito
que tu amor vuelva a mi trecho.
Vamos, lindo amor, te invito
a que retornes a casa
y si de tal modo pasa
mi vivir será exquisito.