Dos tenues rayos de luz se colaban a través de la ventana; gracias a ello distinguí el revolver. Nunca antes había tenido un arma tan cerca. Creo que en mi rostro, a pesar de la oscuridad, se notaba que estaba impresionada. Él lo cargaba como si estuviera hecho de papel, algo muy liviano e inofensivo.
—¿Quieres tenerla? —preguntó y, sin darme tiempo a responder, lo dejó en mi regazo.
Cuando lo alcé comprobé que, de hecho, no era para nada liviano.
—¿En verdad haremos esto, Ángel? —creí estar decidida, pero en ese instante un atisbo de duda comenzaba a perturbarme.
—No hay otra salida, Ana. ¿Estás arrepintiéndote? —negué con la cabeza — ¿Me amas? —asentí y sentí un fuerte retorcijón en el estómago.
—¿Dolerá?
—Será rápido —dijo, me dio la impresión de que su voz sonaba diferente.
Cargó el arma. Solo dos balas, justo cuando metió la segunda reventé en llanto. «Lo amo, y solo así posdremos estar juntos en la eternidad» repetía una parte de mí, pero otra parte me insistía que aquello era una completa locura.
—Creo que tendré que hacerlo yo —intervino de repente.
Me apuntó, cerré los ojos y sonó un golpe seco.
Era mi hermano, rompió la puerta de la habitación y entró. Ese día llegó temprano a la casa, leyó la carta que escribí y dejé junto a la mesa en la sala principal, y se apresuró hasta mi cuarto.
Tumbó a Ángel de un puñetazo y se le abalanzó encima. Antes de que pudiera alcanzarlo él le disparó. Mi hermano cayó de rodillas, me miró y se desplomó. Yo grité, en ese momento todo se detuvo, no se suponía que fuera así, no se suponía que él estuviera ahí, todo tendría que haber sucedido más rápido, pero dudé.
Ángel dijo una y otra vez que lo sentía, intentó reanimarlo, pero ya era demasiado tarde; por alguna razón pensé en lo que me costaría lavar la alfombra, estaba llena de sangre.
—Ángel —dije, sentí que quería volver a gritar, pero su nombre solo salió de mi voz como un leve susurro —. Déjalo ya.
Me acerqué a él arrodillada, lo abracé para quitarle el arma, sus manos estaban frías, las mías también, presioné el cañón contra su barbilla y apreté el gatillo.
XXX
¡Gracias por leerme!
Two faint rays of light streamed through the window; I could see the revolver. I never had a gun so close before. I guess in my face, despite the darkness, it was clear that I was impressed. He was carrying it as if it were made of paper, something very light and harmless.
"Do you want to hold it?" He asked and, without giving me time to answer, he left it in my lap.
When I picked it up I discovered that, in fact, it was not light at all.
"Angel, are we really going to do this?" I thought I had made up my mind, but at that moment, a little bit of doubt began to bother me.
"There's no other way out, Anna. Are you having any regrets about this?". I denied with my head. "Do you love me?". I nodded and felt a strong crunch in my stomach.
"Will hurt?"
"It will be quick" he said, and I had the impression that his voice sounded different.
He loaded the gun. Only two bullets, just when he put the second one in I started crying. "I love him, and only then can we be together in eternity," repeated one part of me, but another part insisted that it was complete madness.
"I think I'll have to do it myself", he suddenly intervened.
He pointed at me, I closed my eyes and a knock sounded.
It was my brother, he broke the door of the room and entered. That day he came early to the house, read the letter I wrote and left it by the table in the main room, and rushed to my room.
He knocked Angel down with one punch and pounced on him. Before he could reach him he shot. My brother felt down on his knees, looked at me and collapsed. I screamed, at that moment everything stopped, it wasn't supposed to be like that, he wasn't supposed to be there, everything should have happened faster, but I doubted.
Angel said over and over again that he was sorry, he tried to revive him, but it was too late; for some reason I thought about what it would cost me to wash the carpet, it was full of blood.
"Angel", I said, I felt that I wanted to scream again, but his name just came out of my voice like a faint whisper. "Just stop it"
I went over to him on my knees, hugged him to take the gun away from him, his hands were cold, mine too, I pushed the barrel against his jaw and pulled the trigger.
Thank you for read me!
Se que se dice que el patrón neurológico de la gente enamorada es igual al de la gente que sufre episodios de locura maníaca, pero cada vez que pienso en los pactos suicidas de amantes, paso a creer que eso es mas locura auto-destructiva que cualquier forma de amor que yo pueda entender.
Buen relato.
Creo que todos tenemos una conducta autodestructiva, pero en algunos casos esta se manifiesta con más fuerza. ¡Saludos!
Si, también lo creo. El viejo problema de las dos pulsiones básicas de la humanidad, Eros y Tánatos, el placer y el dolor, o también, la vida y la muerte.