¡¡¡ Bienvenidos queridos lectores !!!

El día de hoy les traigo algo genial, directo del baúl de los recuerdos. Lo que pueden ver en las fotografías, en las manitas de las niñas de mi época se transformaba en horas y horas de mágica y sana diversión. Lo sé, lo sé, como decimos en Venezuela, se me cayó la cédula, jajajaja, pero a mis 44 añitos todavía mi corazón se llena de regocijo al verlas. Por eso, hoy cuando las encontré mientras revisaba una gaveta, me dije, tengo que compartirlo con mis lectores y por supuesto tome mi cámara y fotografíe a mis amiguitas Alicia y Judith, mis viejas muñecas de papel.

Posiblemente muchos de ustedes no conozcan las muñecas de papel, porque son muy jóvenes, o quizás conozcan las nuevas versiones. De esas nuevas ediciones también tengo unas, porque mi hermana como sabe que me encantan, en un cumpleaños me las regalo, no tengo idea de donde las saco, pero igual la adore cuando me las dio, pero, esas se las muestro otro día. Las que les muestro en las fotografías no son las que usaba para jugar, si detallan aún no están recortadas imagino que las compre, solo para guardarlas de recuerdo. Por algunos papeles que encontré, dentro del libro donde estaban guardadas, las debo haber comprado por el año 1989, imagínense, para esa fecha, tenía solo 14 añitos y estaba estudiando en el liceo 3er año, eso quieren decir que ya tienen 30 años, ¡¡¡wuau!!!, también están viejitas, mis muñequitas de papel, jajajaja.

Para mi eran lo máximo, a pesar que tenía mis otras muñecas y juguetes, estas tenían una gran ventaja, eran portátiles. No ocupaban espacio, podías cargar muchas dentro de las páginas de tus cuadernos y lo más genial era, que las podía llevar al colegio para jugar en el recreo con tus amiguitas. En esa época maravillosa, todas las niñas tenían su propia colección, por supuesto yo no era la excepción. Creo que fue lo primero que coleccioné y claro está, alardeábamos orgullosamente con nuestras muñecas. Algunas veces, las intercambiábamos y por lo menos en mi caso, también les dibujaba y coloreaba ropita nueva, esos fueron mis inicios en el mundo del diseño de moda. Quien me iba a decir, que tantos años después, Dios me premiaría con dos hermosas y maravillosas muñequitas de carne y hueso, con las que disfrutaría enormemente la gran aventura de amor de ser mamá.