Photo by Andres Urena on Unsplash
Recuerdos que vienen a su mente al transitar por aquellas calles,
un pasado en el que las palabras hicieron una telenovela en su mente.
Pero, ¿realmente solo sucedió en su mente?
Él le decía al oído que la quería y ella tan inocente creyó todas sus mentiras.
Sin embargo, su realidad era otra, él tenía otros planes, otros objetivos, y tal vez un poco de diversión con ella, pero nada más. Porque para lo que ella era todo, para él era nada.
Olvidar, ¿es acaso eso posible?
¿realmente tu olvidaste ya el daño que te hicieron?
¿olvidaste lo mal que te llegaron a tratar?
Porque ella no, no olvida sus experiencias.
Y en definitiva transitar por aquellos lares saca a relucir su vulnerabilidad,
esa que bien conoces.
Buena historia corta, en lo personal soy creyente de que hay que perdonar por paz mental propia, pero no se debe olvidar la lección que se ha recibido, eso de que hay que perdonar y olvidar me parece poco adecuado, es como si un niño olvidara que la llama de una vela quema y no debe tocarla descuidadamente.
El truco puede que sea el superar los efectos emocionales de la experiencia y lograr asimilarla como datos, es decir, perdonar para liberarse del dolor y la rabia, pero conservar la información como parte del aprendizaje de vida.
Tienes razón, hay que perdonar para poder sentirnos más tranquilos, olvidar es una utopía, lo que hay que intentar es recordar sin dolor, con la certeza de que lo mejor fue lo que pasó y con la frente en alto.
Muchísimas gracias por tu comentario, de verdad que me hizo reflexionar. Te mando un abrazo.