La historia de Bone Primera parte: Relato de ficción original.

in blurt-literatura •  4 years ago 

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En se largo transitar por la existencia, que al final del camino no resulta tan largo, cuando nos vemos viejos ya sin fuerzas y sin oportunidades que aprovechar, damos media vuelta y viramos la mirada hacia atrás, contemplando las bondades de la juventud, para resumir en un suspiro cuanto tiempo hemos perdido. En ese supremo instante se encuentra ahora Don Bone, un anciano inmigrante alemán que llegó al sur del continente americano en furtivas circunstancias, arrojado por el gélido frío de la posguerra.

Era apenas un niño de doce años, cuando zarpó con un grupo de niños bajo la custodia de un tutor en un viejo barco alemán, con destino a suelo americano. Bone, al igual que el resto de los niños, quedó huérfano en medio de los avatares de la guerra, él y su familia quedaron en medio de la nada, tras perderlo todo en manos de los Nazis, sus padres murieron de hambre y frío, su hermana, fue llevada por el ejército alemán a quien sabe dónde, más nunca la volvió a ver.Él tuvo el privilegio de sobrevivir porque lo llevaron a un hospicio de menores, donde lo pusieron a trabajar como enterrador, de los cadáveres que sucumbían en el campo de batalla, en una de esas fosas comunes, le tocó también enterrar a sus padres.

Bone recuerda ese amargo momento con la mirada inundada en llanto húmedo y amargo:

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_Mi pobre madre, prefirió morir de hambre para alimentarnos a mi, a mi hermana y a mi padre. Lo recuerdo como si fuera ayer, que estábamos en una carpa hecha con retazos de sábanas viejas, mugrientas, raídas y llenas de la sangre seca de los cadáveres que yacían a nuestro alrededor. Ella, me mandaba a buscar sobras de tubérculos de papas y cebolla podrida, que era lo único que se encontraba en el empobrecido lugar; con las cuales medio cocinaba una sopa para alimentarnos y sobrevivir, pero ella no comía, para que nosotros pudiéramos aprovechar un poco más del mendrugoso caldo. Al poco tiempo murió de hambre, luego después mi padre, creo que la depresión lo abrumó de tal suerte que no comió ni bebió más, hasta dejarse llevar por la muerte, quien se convirtió en el alivio de sus infortunios.

El viejo alemán yace ahora anciano y enfermo en el cuarto de un hospital, sólo, rodeado como en Auswitch, de blancas y frías paredes que solo le recuerdan constantemente el terror vivido en su tierra, desde su más tierna infancia.

Bone Petroccinni, llegó a tierra argentina, en la provincia de Tucumán, allí fue entregado a una familia sustituta de nacionalidad italiana, quienes lo reconocieron con su apellido.Los esposos Petroccinni, lo adoptaron como hijo único convirtiéndose en el primogénito predilecto de la pareja, gozando de todos los privilegios del seno familiar , pero a los dos años siguientes, nació un hijo propio quien desde el primer momento acaparó totalmente la atención de los entusiasmados padres, relegando a un plano netamente nulo al joven Bone, quien con 15 años decidió abandonar el recinto materno, tras ser objeto de los graves maltratos y desprecios que recibía de sus padres sustitutos.

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Con grandes dificultades para comunicarse, pues apenas y dominaba un muy escaso español, comenzó su vida en la calle trabajandole a empresarios por una pieza de pan y un par de monedas que le permitiera rentar un cuarto para descansar. Así transcurrieron varios años hasta alcanzar su mayoría de edad, la que llegó junto con un cúmulo de experiencias en el ámbito comercial, la suficiente para emprender su propio negocio en el ramo textilero, el cual creció tan rápidamente, como su inmensa fortuna, Don Bone era, inmensamente rico.

Su vida entera se la entregó a su negocio, el que rápidamente se convirtió en un imperio financiero con decenas de agencias y transnacionales a lo largo y ancho de la esfera terrestre.Logró casarse y tener hijos, pero su obstinada vida dedicada al mundo de los empresarial, rápidamente fracturó la convivencia entre ellos y quedó nuevamente solo, con su cartera inflada de dinero, sus negocios colmados de amigos invisible y su corazón solitario y nuevamente temblando de frío.

Así le llegó la vejez y con ella las enfermedades que de apoco lo fueron incapacitando, hasta verse en la necesidad de recluirse voluntariamente en un cuarto de hospital,allí le dieron las atenciones pagadas por él con su caudal monetario, franco de herederos, pero que le sirvió para costear su lecho de muerte, el que loe recibió vulnerable e íngrimo.

El pobre Bone, desesperado y jadeante, tiene mil horas para pensar y reflexionar lo que ha sido su vida; y en un análisis retrospectivo, camina sobre sus vivencias, remarca estas reflexiones en la soledad de sus adentros

_ En insípidas banalidades me veo años atrás, dándole importancia a lo insulso y superfluo a los que le regalé los mejores años de mi preciosa vida. Pero como quiera que, ninguno de los seres vivos somos capaces de ver con nuestros ojos físicos el elemento donde cohabitamos diariamente, por ejemplo, los peces no ven el agua ni se dan cuenta de que su atmósfera está compuesta por agua. Lo mismo ocurre con nosotros, habitantes de la tierra, no podemos ver el aire que respiramos, las salamandras del fuego, tampoco ven, ni se queman con su elemento regente..Así pasé yo por la vida pero mas ciego e insulso

De la misma manera, nosotros bípedos humanos, no advertimos los tesoros que tenemos enfrente y gozamos y derrochamos su bonanza, en medio de balbuceos pendulares, hasta que vemos crecer nuestra idiotez adulta, y logramos vislumbrar tardíamente, lo que acontece en nuestro vasto silencio, rodeados de tinieblas y vacío, que no es precisamente el vacío iluminador, sino el abismo devastador, ése, que nos hace dudar de nuestra identidad al intentar gesticular con nuestras manos temblorosas, en un extremo esfuerzo por llegar con ellas al rostro, y despojarnos de la máscara del estatus y de la postura social..

Para darnos cuenta ahora sí, de poder ver el oxígeno que se niega a entrar en mis pulmones, lo que lleva a mi organismo a agonizar entre bocanadas peristálticas, suplicar, literalmente, una décima de aire que me permita continuar respirando, tal como lo suplican los peces cuando lo sacan fuera de su elemento.

Son los segundos precedentes a la muerte, momentos en que el cerebro se sobretensiona, pues ella (la muerte),lo seduce con sus hipnóticos hilos, ofreciéndole una mejor oferta existencial.

Esta historia continuará

Fin de la Primera Parte

Las fotografías son de mi álbum personal

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Gracias estimados lectores, no se pierdan la continuación de esta historia

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